Bea Abad: "Nos hace falta un prado cerrado para soltarlos"

La focense entiende que haya personas a las que les asusten los perros por su tamaño, pero dice que estos son "una pasada" con los niños
Bea Abad y su marido Juanry, con los labradores Kinder y Mori. M.A.N.
photo_camera Bea Abad y su marido Juanry, con los labradores Kinder y Mori. M.A.N.

Bea Abad comparte piso con dos gatos y dos perros labrador que llegaron después del confinamiento, además de su familia. Antes había fallecido su perra Luna. Ahora Mori es una perra de color negro, sociable con algo más de dos años y tiene como compañero a Kinder, de once meses y color marrón chocolate. Ambos están castrados.

Bea comenta que Kinder "es la pasividad personificada, si solo baja a hacer pis es feliz". Pese a que ambos son tranquilos, "ya vamos por el cuarto mando de la tele, no dejan de ser cachorros. Mori tiene un carácter más pacífico y tira del otro, que es más juguetón; el segundo siempre aprende del primero". Asegura que se decantaron por los labrador porque antes tuvieron perros más pequeños y querían uno grande.  "Estábamos entre golden y labrador y escogimos estos pensando también en los niños, que con ellos son una pasada" y destaca que no necesitan ningún cuidado especial.

Esta focense tuvo 14 años una perra que falleció antes de la pandemia y su falta hizo que terminase por comprar sus dos canes actuales   

Los perros son comprados a particulares, aunque su dueña indica que le hubiese gustado adoptar pero al tener los niños optaron por su adquisición. "Si viene de una protectora no sabes por qué situaciones ha pasado y me daba un poco de miedo por los niños. Por eso, escogimos cachorros, que es complicado encontrar en una protectora. Si tenemos otro, ya nos planteamos que venga criado. Son como los niños, hay que enseñarles que no se coman los juguetes, que no muerdan, dan mucho que hacer, pero cuando crecen es otro mundo", explica.

Mori llegó de un día para otro y después Bea quiso que tuviese un compañero. Kinder llegó cuando su marido accedió a tener otro tras su insistencia

La focense asegura que a los propietarios "nos hace falta un sitio para los perros, un lugar cerrado, porque tienen necesidad de socializar y de correr. Hace falta un prado cerrado donde los podamos soltar para que jueguen y no tener que estar pendiente de si pasa alguien y tener que agarrarlos o mirar si está atado o no. Donde vivimos hay un prado grande de un particular, que no pone impedimentos. Entiendo que hay gente a la que le dan miedo los perros, ves correr a mi perro y te puede asustar". Señala que además cada vez más veraneantes que traen a sus perros con ellos de vacaciones. Añade que siempre dejan "todo lo más limpio posible porque hay un camino por donde pasa gente y a nadie le gusta pisar una caca de perro, incluida a mí", subraya.

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