Recordaba su biznieta, la concejala de Cultura Lara Fernández-Noriega, que a pesar de la céntrica existencia Antonio Noriega Varela tuvo en la Praza Maior de Viveiro, faltaba una señal o placa de recuerdo en la misma. Desde este sábado luce en la entrada del Concello de Viveiro, que recuperó la Casa de la Vajilla donde vivió el poeta sus últimos tiempos. Había nacido en Mondoñedo y fue reconocido como cantor de la montaña pero ha sido Viveiro donde tuvo el mayor reconocimiento y una larga vida familiar fruto de dos matrimonios.
La encargada de descubrir la placa fue precisamente una de ellas, Ana María, pero al acto de la plaza mayor acudió una amplia parentela, alguna muy joven puesto que, como referíamos, Noriega Varela tuvo descendencia en la madurez de su vida. Lara Fernández destacó que haya sido "profeta en su tierra" pues Viveiro le ha dedicado sus jardines a la ría y ella misma guarda la anécdota de que, en el lecho de muerte, pidió a una de sus hijas una caracola para escuchar el mar.
Ana María es la única hija viva y varios se le murieron pronto a aquel maestro que dejó huella en Chavín después de sus estudios en el Seminario mindoniense. Continuó siendo muy religioso y no rehuyó el centro de la polémica cuando, en época de la República se negó a acatar la orden de retirar los crucifijos del aula.
Su obra ha trascendido, incluso con más investigadores fuera que en el propio Viveiro donde, no obstante, Carlos Nuevo ahondó en su trayectoria. "Hoy pretendemos acercarlo a la modernidad", dice Fernández-Noriega. Con este acto al que le seguirá este domingo a las siete de la tarde otro con un recital con sus versos en el teatro y un recordatorio biográfico a cargo del cronista oficial, se honra a uno de los hijos adoptivos de Viveiro "más queridos y celebrados", señala la concejala. Enterrado en el cementerio de Altamira, también este domingo Mondoñedo recordará a Noriega en el 150 aniversario de su nacimiento.
