Navidad con los pies aquí y la cabeza allí

Son muchos los extranjeros que viven en la comarca y en estas fechas navideñas sus mesas son una mezcla de españolidad y añoranza en forma de platos típicos que conviven en armonía, aunque la mezcla no sea el maridaje perfecto

Comunidad peruana de Burela. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Comunidad peruana de Burela. JOSÉ Mª ÁLVEZ

LA COMUNIDAD peruana es muy numerosa en la comarca, especialmente en lugares como en Burela, donde llegaron primero los hombres para trabajar en el mar. Un sector en el que muchos se siguen ganando la vida, motivo por el que en estas fechas los que tienen a su familia en el país andino pasarían solos la Navidad de no ser por la solidaridad de gente como Hermelinda Vargas, que en los catorce años que lleva en Burela siempre ha sentado a la mesa a gente que no es de su familia. Este año serán tres, dos marineros que repiten y Miguel, empleado en un taller en Burela, que es el primer año que pasa la Nochebuena fuera de casa.

"En total, seremos unos veinte", explica la mujer, pues reúne a dos de sus cuatro hijos y una sobrina cuyo marido también está embarcado. Una mesa grande en la que, sin embargo, echa en falta a la pequeña de la familia, su nieta de solo un año a la que aún no conoce porque reside en Perú. Un país del que mantienen el menú tradicional, con cerdo al horno, pavo y pato al tamarindo, "marisco, como tienen aquí, no acostumbramos", relata Vargas, quien explica que el postre típico de estas fechas es la mazamorra morada, que también consumen. Viandas que no comen hasta después de las doce de la noche, como manda la tradición allá, por lo que las sobremesas suelen extenderse hasta la madrugada.

"Entre todos los mayores rifamos para ver quien se viste de Papá Noel y entrega los regalos a los niños de la casa", cuenta. Unos pequeños que también recibieron un detalle después de terminar la representación del belén viviente de esta tarde en la plaza de abastos. Una representación, este año más teatralizada, en la que participan unas sesentas personas vinculadas a la asociación Aspebu (Asociación de Peruanos de Burela) que preside Hermelinda desde su fundación hace siete años.

"Con este nacimiento viviente lo que queremos es que los niños no pierdan las tradiciones de que estas fiestas son un tiempo de espiritualidad y no solo de cosas materiales", señala Vargas, que es también catequista. La entidad conmemora el Día de la Madre, el Día del Padre y la fiesta nacional del 28 de julio.

Benny Cooper. AMABenny Cooper

 

Desde Philadelphia llegó hasta Viveiro Benny Cooper, que pasará la Navidad en nuestro país y totalmente adaptado a las tradiciones locales, que difieren mucho de las de Estados Unidos. "Allí no solemos tener una cena tan grande como la de aquí e incluso se suele pasar la noche en casa de amigos, no con la familia", recuerda Cooper que es lector en la Escuela de Idiomas y que cree que nuestra Nochebuena se asemeja más a su Día de Acción de Gracias.

En lo que nos ganan los americanos es en la decoración, "no en las calles, pero sí en las casas, que allí es más exagerado", explica, mientras recuerda que en su país los regalos solo los trae Santa Claus "y que la vida sigue igual después del 2 de enero, porque allí no saben nada de los Reyes". "Tampoco de las uvas", explica, y reciben el Año Nuevo al ritmo de la bola de Time Square. "Todos los sitios están a tope, como aquí, así que iré a tomar algo", relata.

Denice Fernández de la Cruz. J.Mª ÁLVEZDenice Fernández de la Cruz

 

 

 

Natural de Santo Domingo, en la República Dominicana, recaló en Viveiro hace más de doce años para trabajar en la hostelería y en la ciudad inició una nueva vida. En la actualidad confiesa que ni se plantea viajar a su país por Navidad, debido a que el trabajo se lo impide y también porque el vuelo es más caro en esta época, en que tampoco tiene vacaciones.

Su familia y otras de la misma nacionalidad se juntan siempre para celebrar las fiestas de Nochebuena y Fin de Año. "Ya formamos nuestra familia aquí, somos 25 personas de cuatro familias diferentes, que lo hacemos todo en conjunto", señala, y reconoce que "los primeros años fueron difíciles, de estar con la familia a encontrarme en un país desconocido, el primer año la pasé sola en casa, pero desde que nos juntamos ya lo pasamos bien".

Denice asegura que echa mucho de menos su país y celebrar la Navidad allí. "Aquí estás en casa sin hacer ruido o lo menos posible, porque si no viene la Policía, mientras que en Santo Domingo nadie duerme esos días, amaneces de fiesta en casa o en el patio, aquí estamos hasta las 5 o las 6 de la mañana, hasta que aguantamos o nos dejan los vecinos".

Esta dominicana asegura que la música (bachata y merengue) "nos transporta a nuestro país y allá la ponemos a tope". De hecho, ya la escuchan desde noviembre. Denice indica que "en Santo Domingo hasta el que no bebe esos días toma una cerveza". Para esas jornadas "nos ponemos nuestras mejores galas de fiesta, bailamos y cantamos, hacemos karaoke".

Las comidas también difieren de las que se preparan en España; lo más típico es cocinar cerdo o pollo al horno, que acompañan con una ensaladilla rusa distinta a la de aquí, ensalada verde, moro de guandules, pasteles en hojas (postre salado), pasta fría en ensalada y caliente, croquetas y empanadillas. En Viveiro han incorporado el marisco: camarones y langostinos. Su fruta de Navidad son peras, manzanas y uvas colocadas en un centro de esa. Al día siguiente para superar la resaca, nada como un buen sancocho.

La comunidad dominicana asentada en Viveiro mantiene la tradición de regalar por Reyes. «No hacemos regalos en Papá Noel, un año lo intenté con mis niños y no resultó», dice Denice. Algo en común es el reencuentro de las familias. «La gente viaja desde distintos puntos del país para estar con los suyos». De hecho, señala que tienen una canción característica que cuenta esa situación y se titula "Volvió Juanita", algo como el anuncio del turrón en España, compara.

Xoana Cano. AMAXoana Cano

 

La argentina Xoana Cano, que trabajó en Ribadeo en la hostelería, vivió hace poco tiempo un espectáculo con el que vibró con su país con el partido entre el River (equipo del que es seguidora) y el Boca (de la que es fan su familia), disputado en Madrid. Su padre era gallego, pero tanto ella como sus cuatro hermanos nacieron en Buenos Aires. A España vino primero su madre y, como ella matiza, "después fuimos siguiéndola de uno en uno prácticamente". Primero residieron en Asturias, muy cerca de Mieres, en un pueblo llamado Figaredo.

En el tiempo que lleva en España ha tenido tiempo de comprobar las diferencias por lo que respecta a su país de origen en lo que atañe a la celebración de la Navidad. "No tiene nada que ver. En Argentina se llegan a cortar las calles en cuanto empieza la fiesta; los vecinos salen y se brinda entre todos. Muchas veces, a las doce, muchos estaban fuera de las casas festejando, con la música a todo volumen", matiza. Por cierto que ahora el tango allí se lleva menos que la cumbia, explica. 

Además, coincide con buen tiempo la Navidad argentina, "en 19 años no recuerdo ver llorer nunca". Y, mientras por unas calles desfilaban los Reyes Magos, por otras casi simultáneamente, lo hacía Papá Noel. En su casa sí se montaba el árbol, siempre artificial, pero no el Belén. "La decoración es más o menos como acá". Cambia mucho también el Fin de Año: "Allá en Año Nuevo cada barrio, cada ciudad, organiza una gran pirotecnia, siempre espectacular por zonas". En cuanto a los menús para estas fiestas, dado que allí hace calor en esas fechas, "lo normal es empezar con ensalada de frutas y por supuesto, siempre algún asado, normalmente de cerdo a la parrilla", que ella poco degustó puesto que es vegetariana. "El postre frecuente es el pionono, una especie de brazo gitano relleno de dulce de leche" que, por supuesto preparará aquí para sus dos hijos. Tanto en Navidad, como en Año Nuevo, es también una tradición lanzar al aire globos encendidos en los que se introducen los deseos.

Elena Dumitrescu

 

La familia Dumitrescu vive en Ribadeo. El matrimonio Elena y Dimitri tienen dos hijos y ella explica que aquí se viven estas fiestas con menos intensidad que en su país "donde hacemos muchas más cosas". Allí manda la tradición del cristianismo ortodoxo y por eso uno de los días grandes ya pasó. "El 6 de diciembre", explica Elena, "es San Nicolás, que es muy importante para nosotros. Lo que hacen los niños es limpiar las botas y las dejan para que les pongan los regalos dentro".

Lo que sí se hace es la reunión familiar de mañana, día 24, aunque con variantes. Es tradición en Rumanía que los niños se vistan de forma tradicional, con un atuendo muy original y extraño (en la imagen del centro, abajo) y vayan por la calle cantando canciones de Navidad "y la gente les da dinero o chuches", aunque una diferencia importante es que allí "nosotros tenemos fiesta los días 25, 26 y 27. Todos son festivos y cada día tiene un nombre diferente. Son Cristino, Cristina y Estefanía. Lo que hacemos es ir a la iglesia, reuniones familiares y salen mucho los niños, que también salen disfrazados el día 31, que para nosotros también es especial".

Lo que no tienen es reyes magos el 6 de enero "porque es otra fiesta distinta para nosotros". Como pasan aquí las fiestas, las disfrutarán con su familia a distancia a través de internet.

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