Va Guillermina Fraga Iglesias por sus 105 años, cumplidos en el martes. No hubo grandes jolgorios de celebración más allá de que llegó a su casa de Pumarín, en San Miguel de Reinante, la familia que tiene repartida por distintos puntos de España. Ya no es poca cosa.
Después tuvieron una jornada en la que su familia la acompañó con una comida un poco especial, aunque no faltó, tras ella, la hora de la siesta.
Fue cuando se despertó de ella cuando le ofrecieron una tarta como gesto de cariño a una centenaria que es una de las vecinas más longevas de la provincia, acompañada en su andadura secular solo por unas pocas personas afortunadas que se extienden a tan avanzada edad.
Mientras tanto, Guillermina Fraga sigue viviendo con la relativa independencia que le permiten esos 105 años.
Sus familiares dicen que todos los días se levanta, baja a desayunar y se da unos paseos por los alrededores.
Durante el día hace las dos cosas que más le gustan, que según sus propios familiares son "cantar e rezar, as dúas cousas gústanlle moitísimo".
Son aficiones que le pasan por encima a otras como ver la tele, a lo que también dedica atención, aunque nada comparado con esas otras querencias a las que suma "acordarse dos tempos de antes. Iso tamén é algo que lle gusta moito, andar contándonos cousas de cando era nova".
VIDA COMPLICADA. Como es habitual en la gente de esas edades, Guillermina Fraga no tuvo una vida sencilla y toda ella la consumió en la localidad de Pumarín, en donde todavía vive.
Por circunstancias no tuvo hijos aunque se encargó del cuidado de sus sobrinos y sobrinas "e coidounos a todos. Traballou moitísimo porque se ocupaba tamén dos traballos da casa, como se facía daquela", cuentan en un hogar que ayer estuvo de celebración en un aniversario de lo más especial.
