La monja de O Valadouro se marchó este sábado a Extremadura

La religiosa intentó, sin éxito, convencer a la orden de que la dejaran donde lleva 24 años. Los vecinos logran cerca de 700 firmas de apoyo
Sor María, en O Valadouro. AMA
photo_camera Sor María, en O Valadouro. AMA

Sor María, la religiosa de la congregación de las Hijas de la Virgen de las Dolores que llegó a O Valadouro en 1995 para atender la escuela hogar de Ferreira, dejó en la mañana de este sábado la que fue casa durante medio siglo dicen sin siquiera desayunar por la pena que le embargaba desde que le comunicaron su nuevo destino, en Miajadas, en Cáceres. Un camino que emprende forzosa por una decisión que no entiende, sobre todo debido a su avanzada edad —en febrero cumplirá 80 años— y que motivó la reacción de los feligreses, que están recogiendo firmas para pedir su vuelta.

Llevan ya cerca de 700 en apoyo a la religiosa, que están pidiendo por O Valadouro, pero también por el vecino concello de Alfoz, pues a uno y otro sor María se desplazaba para oficiar la palabra en ausencia de los sacerdotes, pero también para acercar el consuelo a casas de las personas mayores y enfermas. "Con su marcha el pueblo queda sin alegría y ya no habrá coro ni quien cante en las misas", asevera una vecina, en relación al acompañamiento de sor María en las celebraciones, en la que era habitual que las alegrara con la música de su órgano portátil y su prodigiosa voz.

Los feligreses tachan de "inexplicable" el traslado forzoso de la religiosa, aunque muchos de ellos quieren dejar claro que no se oponen a que lleguen nuevas hermanas, pero no terminan de entender que a su avanzada edad tenga que empezar en un nuevo destino. A los años, recuerdan sus problemas de corazón y la lesión en un brazo que creen serán un obstáculo para adaptarse a una nueva vida. En Ferreira y alrededores, con todo conocido, la religiosa se desplazaba en recorridos cortos conduciendo su propio coche, algo que ven impensable que pueda hacer en otros sitios.

Un largo viaje separan su nuevo destino del viejo, en el que dejan buenas experiencias y grandes amigos, que el jueves quisieron agasajarla con una cena en los últimos días en la que fue su casa durante un cuarto de siglo, pero no estaban todos, algunos no se vieron con ánimo para acompañarla, entendiendo que "no hay fuerzas para celebrar, pues no es una marcha voluntaria, sino algo impuesto", lamentan.

Comentarios