A Mariña entra en el programa de atención domiciliaria a la enfermedad mental en el rural

Tres usuarias de Alfoz, O Valadouro y Cervo y once familiares participan en el plan que desarrolla Feafes y financia la Xunta de Galicia
USUARIOS DEL CENTRO EU SON DE BURELA CON UNA TRABAJADORA SOCIAL EN SU CASA DE O VALADOURO- JM ALVEZ
photo_camera Ceci, entre su padre y su pareja. Junto a él, la educadora social Lucía Méndez. JOSÉ Mª ÁLVEZ

La comarca de A Mariña se sumó este año al plan de atención e intervención a personas con enfermedad mental en el ámbito rural, un programa que busca paliar las dificultades de los usuarios para acceder a recursos por la dispersión de la zona en la que viven y que apuesta también por mejorar su calidad de vida en el entorno gracias a la atención domiciliaria y telefónica a cargo de personal especializado. 

Un programa de acompañamiento que se ha revelado primordial durante el confinamiento al evitar el aislamiento total de los enfermos y que atiende en A Mariña a tres usuarias, de Alfoz, O Valadouro y Cervo, a las que se suman once familiares directos, ya que la iniciativa busca también su implicación como parte del proceso rehabilitador, a la vez que es un respiro, pues se tiene a quien recurrir de forma directa en caso de dudas o recaídas e incluso como descarga emocional. 

RETROCESO. La Consellería de Política Social financia con 100.000 euros esta iniciativa que desarrolla la Federación de Asociación de Familiares y Enfermos Mentais (Feafes) de Galicia, a través de varias de sus entidades, en el caso de la comarca de la Asociación de Axuda ao Enfermo Mental A Mariña.

La educadora social Lucía Méndez Aguiar es la coordinadora para la zona de este plan, del que destaca sus logros, a pesar del "retroceso" que sufrieron las participantes durante el confinamiento, sobre todo por el hecho de no poder acudir habitualmente al centro de rehabilitación psicosocial que la entidad gestiona en Burela, una fractura en las rutinas y las relaciones con otros usuarios que se trataron de compensar con llamadas telefónicas, videollamadas y visitas puntuales. 

Unos encuentros presenciales que se han vuelto a recuperar, pues aunque ha regresado la actividad en los centros psicosociales no todos los integrantes han podido volver a su rutina habitual, como ha sido el caso de las usuarias de Alfoz y O Valadouro, no así la de San Román, en el concello cervense, lo que es un importante logro que recalca la educadora social, que atiende doce horas semanales a cada una de las usuarias. 

"Lo que intentamos con este programa es mejorar su calidad de vida y fomentar su autonomía personal, porque en muchos casos estaban sobreprotegidos por sus familias y fomentamos la mejora en sus habilidades en la vida diaria, desde que ayuden en casa haciendo el desayuno o la comida a organizarse con la economía, controlar su medicación o acudir a sus citas médicas", explica Méndez, quien combina la teoría con la práctica y ha acompañado a alguna de las usuarias, tanto a citas con el podólogo como el banco para fomentar su aprendizaje y autonomía. 

Unas enseñanzas que Méndez explica poco antes de empezar su terapia con Cecilia Reigosa Montero, una de las usuarias del programa de atención en el medio rural, residente en O Valadouro. La estabilidad de Ceci permite que muchas de estas visitas estén relacionadas con el ocio y los paseos son parte de estas terapias, porque por culpa de la pandemia falta el contacto personal con gente ajena a la familia, como es el caso de la usuaria valadourense, que ha dejado incluso de ir al supermercado por temor al contagio. Por ello, una de las alternativas que ya baraja Lucía en el medio plazo es reencontrar a las pacientes de O Valadouro y Alfoz, que además son amigas y acudían juntas al centro, para fijar encuentros entre las tres que rompan su aislamiento. 

APOYO FAMILIAR. El programa de atención a enfermos mentales en el rural tiene otra de sus importantes bases en la familia. "Con ella se trabaja acciones de psicoeducación, con el fin de que aprendan sobre la enfermedad, para mejorar la relación de convivencia o la resolución de conflictos", recalca Méndez, quien sabe también lo vital que es para los más cercanos tener un apoyo y en eso el programa funciona también como "descarga emocional", dice.


La coordinación con diversos servicios facilita la detección 
La puesta en marcha de este programa busca también sacar a la luz nuevos casos de pacientes que pueden no estar diagnosticados, por lo que la coordinación con los diversos servicios es básica. Así, a la directa relación con las unidades de salud mental —que cuentan con equipos de continuidad de cuidados, que hacen la atención domiciliaria— se suma el trabajo con los servicios sociales municipales, muy importante por su proximidad, y la atención primaria. 

455 personas 
Son las que están siendo atendidas por este programa en toda Galicia, aunque solo 130 de manera directa, pues el resto corresponde a familiares, según los datos de la memoria de Feafes Galicia. 

Tres provincias 
Un plan en el rural que llega en la provincia también a la montaña lucense, además de estar implantado en las comarcas de Ordes, Sar y Santiago, en la provincia de A Coruña, mientras que en Pontevedra atiende en la zona de Condado-Paradanta, donde nació de manera experimental. 

Trastornos 
El del estado de ánimo es el más común en los usuarios del programa, seguido de los psicóticos y del trastorno de personalidad. El porcentaje de discapacidad entre los participantes está entre el 13 y el 75 por ciento, aunque la tercera parte tiene reconocida una discapacidad superior al 60%.


"Leo historias de miedo, pero gané tres concursos de cartas de amor"

Convivir con personas de riesgo y la dificultad para el desplazamiento desde su residencia en O Valadouro son dos de los motivos que han impedido a Cecilia Reigosa Montero retornar al centro de rehabilitación psicosocial de Burela tras el fin del confinamiento. "Me da algo de miedo ir por si contagio a mis padres, son mayores y mi madre está enferma, pero aunque fuera ya no es igual porque yo soy muy cariñosa y ya no se pueden dar abrazos", reconoce la joven, de 27 años de edad, que lleva más de una década diagnosticada y que es una de las usuarias del programa de atención en el rural. 

Ceci, como la llaman todos, recuerda que lo "peor" de poner nombre a su enfermedad fue "tener que dejar el instituto, porque se me acabaron los sueños. Yo quería estudiar para ser algo y no pudo ser", cuenta con aplomo y consciente de que la vida le tenía reservado otros caminos y no le cabe duda que lo mejor fue encontrar en el suyo a Miguel Ángel, su actual pareja, con la que ahora planea incluso comprar una casa en Andalucía, de donde él es natural, para poder pasar en ella varias temporadas al año. Un proyecto que ha llenado de ilusión a Cecilia, muy estable en su enfermedad, lo que le permite llevar una vida casi normal

No le gusta mucho madrugar y tiene algún problema de memoria, confiesa, por lo que Lucía Méndez no se cansa de recalcarle en sus visitas la importancia de hacer todos los deberes que le propone para ejercitar la memoria, desde comprensión lectora a mandalas, con el fin de combinar la actividad didáctica y lúdica. 

A Ceci le encanta escribir y ha ganado las tres veces que se ha presentado el certamen de cartas de amor convocado por la asociación de Quiroga y eso que a ella lo que le gusta leer son "historias de terror, sobre todo los de vampiros", pero "en las cartas cuento historia reales y emociona más", confiesa.

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