María Bustelo: "Nuestro trabajo le viene muy bien al Gobierno para ver lo que hace"

Esta profesora de la Complutense de Madrid es experta en evaluar políticas públicas y de género. Fue una de las nueve personas elegidas para diseñar las bases del informe de evaluación del Gobierno central. De origen ribadense, lleva allí gran parte del confinamiento

Aclara que su labor no fue evaluar el nivel de cumplimiento de compromisos del Gobierno, como se publicó en varios medios, sino que ella y las otras ocho personas elegidas solo elaboraron las bases sobre las que luego hacer esa evaluación. No obstante, reconoce que es importante que esto continúe porque es un instrumento importante de salud democrática que ya se usa en muchos países de Europa. Y como experta en materia de género, es más bien pesimista. 

María Bustelo. EP¿En qué consistió su trabajo y por qué llamó tanto la atención? 
Lo que hemos hecho son las bases metodológicas del estudio. No hicimos nada sobre el cumplimiento de los compromisos por parte del Gobierno. Ya había cosas recogidas y nosotros fuimos aportando otras, pero no de clasificación de compromisos, de si se cumplieron... Eso entiendo que se hizo desde Planificación y Seguimiento del Gobierno. Aún así es mucho: qué compromisos hay, cuáles están en acción, cuáles no, cómo cumplirlos... 

Parece algo muy normal pero fue la primera vez que se hizo algo así en España. 
Es un ejercicio bastante novedoso e inédito. En otros países se hace más esa rendición de cuentas. Se dijo que estábamos fiscalizando al Gobierno de Sánchez, pero no. Hicimos un método para clasificar los compromisos del Gobierno. Decir lo eficaces que han sido, eso viene después, pero al menos sí vale para tener una idea y que la ciudadanía sepa a qué se han comprometido y qué hacen para cumplirlo.

Es curioso que lo encargue un Gobierno sobre sí mismo. 
Yo insistí mucho en que es algo bueno para el propio Gobierno, porque incluso a ellos les permite ver qué hicieron, qué tienen olvidado... Es un aprendizaje institucional para el Gobierno, sobre todo en uno como este, con tantas áreas. Para la propia Presidencia le viene bien para tener una visión más completa de lo que hacen. 

Visto así, ¿no es raro que no se haya hecho nunca antes? 
Esto tiene que ver con la ausencia de una cultura de rendición de cuentas y con la propia cultura latina. En eso los anglosajones siempre han tenido más tradición de control. Aquí se empezó a desarrollar al albur de los movimientos de modernización administrativa realmente muy fuertes a finales de los 80 y en los 90. En 2006 se creó en España una agencia estatal de evaluación de políticas públicas que se eliminó como consecuencia de la crisis y era un proyecto fantástico de evaluación de políticas. Era un proyecto fuerte en el que tuve la suerte de estar en su consejo rector cuando se creó y realmente era muy importante porque allí estaban de secretarios generales para arriba. Era algo potente para desarrollar calidad de servicios y poco a poco fue perdiendo fuelle. Para mí fue muy triste porque no dio tiempo a que calara esa cultura de evaluación. Acabó por entenderse que aquello era un lujo y fue fruto de los recortes, que se hicieron sin pensar hasta el punto de que ahora Europa está reconociendo que los recortes se aplicaron realmente mal y cebándose en sanidad o educación y los resultados ya se ven: afectan mucho más a los grupos más débiles, como las mujeres. 

El techo de cristal para las mujeres es algo que está ahí y cuando ves las cifras que tenemos, se te cae el alma a los pies

Ese es su otro gran campo de trabajo, las políticas de género. 
Sí, ahora soy coordinadora de Horizonte 2020 y de proyectos que se llaman de cambio estructural de género para hacer políticas de género en investigación y universidades. Ahí veo que en las facultades, donde en teoría se debería notar menos la diferencia de género, es algo terrible. Y en ciencia igual. Y no solo en España, en toda Europa y en el resto del mundo. 

El famoso techo de cristal, ¿existe o es solo una figura retórica? 
De retórico nada: hay hasta índices que lo miden. Están calculadas las probabilidades que tienes de llegar a lo más alto en la jerarquía de la profesión a la que te dediques si eres mujer. Y es el típico gráfico de tijera. Es decir: en la universidad hay más mujeres que hombres y con mejores notas. En doctorados estamos casi igualados, con un 48 por ciento de mujeres, pero luego hay más y más problemas y las mujeres se quedan más abajo: hay menos doctoras, menos catedráticas... Esto es porque se van quedando atrás. Es el techo de cristal o The piping drip, que en español es ‘La tubería que gotea’. Esto es porque las mujeres lo van dejando. La maternidad castiga muchísimo más a la mujer que al hombre. La carrera profesional exige una movilidad por la que no puedes pararte y muchísimas abandonan. Tenemos datos muy interesantes. Nosotras hicimos desde el proyecto europeo ‘Supera’ una encuesta de condiciones de trabajo, de uso de tiempo académico entre personal docente e investigador y tenemos muy buenos datos en la Complutense. Y la verdad es que se te cae el alma a los pies. 

¿Esto se agravó en la pandemia? 
Totalmente. Comprobamos que las mujeres lo pasaron muchísimo peor. Están más deprimidas, dedicaron más tiempo que los hombres para lo mismo, atendieron más al alumnado... Lo que ves es que queda muchísimo por hacer. Hay quien dice que son cosas superadas, pero para nada. 

Su apellido es inequívocamente ribadense. ¿Sigue vinculada a la localidad? 
Yo siempre me sentí muy ribadense porque salvo los años que he estado fuera, dos en Estados Unidos que coincidieron con tres veranos, salvo eso, creo que nunca falté a Ribadeo. Es una parte de lo que soy. Formo parte de la casa de Bustelo, que fue un provindiviso de tres hermanos y uno era mi abuelo. A nosotros nos tocaba siempre un mes en verano y siempre pasamos unos veranos fantásticos aquí. Luego, de nuestra generación, hubo gente más ribadense y otra menos. Algunos dejaron de venir pero otros nos sentimos muy de aquí. Yo siempre seguí vinculada a Ribadeo y, en cuanto pude, me compré una casa aquí y este es mi segundo hogar. Ahora llevo ya varios meses en la localidad porque estuve de semestre sabático y al no tener que dar clase pude teletrabajar desde aquí. La verdad es que cuando tenga que volver lo notaré mucho. Lo echaré mucho de menos.

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