Jubilan al policía mariñano herido en Cataluña

Las secuelas de la herida durante los disturbios de 2019 retiran a Ángel Manuel Hernández a los 45 años
El sancibrense Ángel Manuel Hernández, homenajeado el miércoles por la tarde por sus compañeros en el cuartel de la Policía de Lonzas. SUP
photo_camera El sancibrense Ángel Manuel Hernández, homenajeado el miércoles por la tarde por sus compañeros en el cuartel de la Policía de Lonzas. SUP

Ángel Manuel Hernández, el policía nacional de San Cibrao que resultó herido durante los disturbios registrados en 2019 en Barcelona, fue retirado oficialmente esta semana del cuerpo por decisión de sus superiores. Una jubilación forzosa a los 45 años que viene motivada por las secuelas que le dejó en el brazo aquel enfrentamiento de la noche del 8 de octubre de 2019. 

Desde entonces, este agente mariñano vivió un auténtico calvario médico, ya que la fractura abierta en el brazo que le causó un adoquín se complicó y, después de dos operaciones, le dejó secuelas que según los baremos de la Policía le impiden seguir prestando servicio. Es una decisión controvertida fruto de un reglamento interno también polémico, ya que son muchos los compañeros que entienden que el cuerpo policial tendría que tener huecos de sobra para estos agentes sin necesidad de jubilarlos forzosamente. 

De hecho, cuando el miércoles por la tarde Ángel Manuel Hernández acudió al cuartel coruñés de Lonzas para depositar su arma reglamentaria, su placa y oficializar su adiós definitivo a la actividad policial, se encontró con un improvisado homenaje de sus compañeros, que le hicieron el pasillo y lo despidieron entre aplausos y mensajes de ánimo. Tantos que el mariñano no pudo reprimir las lágrimas. Al final, le entregaron también una bandera de España firmada. 

Una ola solidaria que se reprodujo también en las redes sociales, donde se combinaron las muestras de cariño y apoyo con las quejas por lo "injusto" de la decisión de la Policía de jubilarlo. 

"El principal problema es que perdí muchísima fuerza en la mano, tengo movilidad reducida en la muñeca y sufro estrés postraumático", relató el protagonista a El Independiente. Policía nacional de la Unidad de Intervención Policial (UIP) desde 2010, Ángel Manuel Hernández puso así punto y final a una carrera que se complicó aquella noche en una calle próxima a la famosa plaza de Urquinaona, en Barcelona. 

A su vuelta a Galicia fue recibido como un héroe y no faltaron los reconocimientos y homenajes por parte del Gobierno y el cuerpo. Pero según denuncian desde su entorno, duraron poco porque pronto se fueron olvidando de él, hasta que al final decidieron jubilarlo a los 45 años.