Jonathan Dunnett llega a Burela tras windsurfear la costa de Europa

El británico Jonathan Dunnett salió en mayo de Noruega y recorrerá 15.000 kilómetros

Jonathan Dunnet pasa delante del faro burelés con la vela de 9,5 metros. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Jonathan Dunnet pasa delante del faro burelés con la vela de 9,5 metros. JOSÉ Mª ÁLVEZ

BURELA. Jonathan -Jono- Dunnett es un británico de 44 años que el pasado mayo inició en Noruega, en la frontera con Rusia, la gran aventura de su vida: recorrer la costa europea haciendo windsurf, desde el Mar de Barents hasta el Mar Negro.

Una travesía ya de por sí complicada a la que él añade la dificultad de que la realiza solo, sin equipo de apoyo ni en mar ni en tierra. «Lo quise así porque una de las ideas del viaje es conectar con la gente de cada zona y si vas con un equipo no sería posible; para ir conmigo en el mar no encontré a nadie», bromea en perfecto español.

Un idioma con el que optó por entenderse con David Ojea, otro enamorado del mar, la razón por la que recaló en San Cibrao hace quince años. David es uno de los muchos amigos que Jono ha ido haciendo en estos meses y que ayer lo recogió en una playa burelesa tras una jornada agotadora, sin viento, que le obligó a tener que realizar buena parte de la travesía desde Ribadeo remando, lo que son palabras mayores cuando se habla de una vela de 9,5 metros, dos más que las convencionales.

La tabla se ha convertido en su hogar de día, pues la noche siempre la pasa en tierra, y en ella lleva lo básico para subsistir: «Cambios de ropa, una estufa para cocinar, algo de comida, agua, un remo, unas 'crocks' y cosas de seguridad», explica. Un pequeño equipaje que es más que suficiente para disfrutar de ese «tiempo en solitario» que fue una de las cosas que le animó a embarcarse en esta aventura, que tiene claro que le ha cambiado tanto la vida, que sabe seguro que no se adaptará a lo que para otros es la vida normal. «Sé que no encajaré», cuenta, pero no sabe qué hará a partir de entonces.

De momento sigue adelante con la ruta costera, con la que calcula recorrerá 15.000 kilómetros pasando por una veintena de países, del que España es el noveno, y que espera concluir en este 2018, aunque sus previsiones iniciales era que la travesía se prolongara durante dos años. «No sabía el tiempo que me podría llevar e hice la aproximación más larga», relata sobre una experiencia en la que se preparó haciendo la ruta por su país, «una quinta parte», sonríe, mientras explica que en el mar nunca pasó miedo. «Tensión sí, pero te das cuenta cuando llegas
a tierra, porque cuando estás en el mar estás muy enfocado a navegar», cuenta.

Una ducha fue el mejor bálsamo para el navegante, que ayer iba a salir a cenar con su anfitrión, David, quien se enteró por un amigo del País Vasco de la aventura del británico y se animó a acogerlo en su casa. «Fue algo que me inculcaron mis padres y mi casa siempre está abierta», cuenta, recordando que estos encuentros son enriquecedores para ambas partes y no oculta un poco de envidia por la valentía de Jono de hacer lo que desea. Su partida: dependerá del viento, del que está a merced en los últimos meses.

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