La iglesia de Trabada recibe la donación de un reloj de pie francés

La pieza, restaurada por Jesús Amor Prieto, quedó colocada junto al presbiterio. Tiene una altura de 2,25 metros, pesa 40 kilos y destaca por su sonería, con doce martillos y tres pesas
Díaz Veiga y Amor Prieto, con el reloj. EP
photo_camera Díaz Veiga y Amor Prieto, con el reloj. EP

La iglesia de Trabada recibió este viernes la donación de un reloj de pie por parte de Jesús Amor Prieto, natural de la localidad y vecino de Foz, que entregó la joya al párroco Ignacio Díaz Veiga, quien se muestra contento porque el templo de Santa María es austero, ya que "non ten nin un retablo". El reloj tiene 2,25 metros de altura y pesa unos 40 kilos, con la caja incluida. Se trata de un Morbier francés de 1965, con sonería, doce martillos y tres pesas. En concreto este se denomina Tempus fugit.

Prieto, que es aficionado a la reparación de relojes entre otras cosas, indica que se hizo con él "ao falecer os donos". "A xente nova non quere ese tipo de reloxos pola campá, xa que ten moita sonería e cada martelo dá unha nota musical. Ten tres pesas de tres quilos, con distinta función cada unha: a da esquerda dá as badaladas, a da dereita ten a sonería, como a do Big Ben, pode ter varias sintonías; e a do centro move a máquina, é a que dá a marcha, as horas e os minutos", detalla. Añade que su movimiento "é bastante bo, mecánico, aínda que pode ter unha derivación dun ou dos minutos á semana, polo que cada vez que se lle daba corda poñíanse en hora", comenta.

Sobre su estado indica que estaba "case en abandono, hoxe a pouca xente lle gusta reparalos, polo que desmonteino, limpeino, amañeille varias pezas que tiña mal, tamén a da suspensión que estaba rota, onde colga o péndulo, e púxeno a andar", explica sobre su arreglo. Añade que en este tipo de relojes también es necesario tratar las maderas.

Este aficionado a la relojería con estudios de mecánica industrial, pero policía local de profesión, asegura que tiene "a sorte de ter maquinaria para reparar esas cousas como afeccionado, polo que cámbiolles piñóns e cordas ou arranxo algunha peza".

Prieto estima que la reparación de un reloj así supone unas 20 horas de trabajo, ya que es necesario limpiarlo pieza por pieza y secarlo bien. Apunta que "leva uns rolos de bronce onde xira, que hai que substituír cando se desgastan, pero este estaba ben". Desde su experiencia cree que si reciben un buen trato, estos relojes "son practicamente inacabables, pero cando levan moitos anos desgástanse os casquillos; os eixos apenas os danan. Din os libros que teñen un bo matrimonio e, senón, cámbianse, engráxanse e tes reloxo novo para moito tempo".

Jesús Amor, miembro de un club de aficionados, piensa que "non se deben perder esas xoias. Son reloxos que os nosos bisavós escoitaban nas festas, rememórame iso, aqueles momentos pasados do 1800". "Tamén hai que explicarlle á xente o que ten para que o coide e lle dea importancia", dice, y hace un llamamiento para que pidan valoración de las piezas antes de deshacerse de ellas.

AGRADECIMIENTO

 Por su parte, el párroco de Trabada agradece la donación del reloj, que colocaron cerca del presbiterio. "Non é común este tipo de aportacións, algunha vez doaron candeeiros, casullas ou manteis", indica Díaz Veiga, quien afirma que le comentó que los toques musicales se pueden desactivar si molestan durante las celebraciones.

El sacerdote señala que la iglesia mejoró su acústica en los últimos meses al retirar columnas laterales, pues tenía mucho eco. Sus piezas más valiosas son la cruz parroquial, la virgen de la escuela de Gregorio Hernández y la mesa del altar mayor, realizada en mármol de las antiguas canteras de Sasdónigas, en Mondoñedo.

Comentarios