Esfuerzo recompensado para dos hermanos marroquíes residentes en Burela

Yahya y Wissal Aazzaoui cursan el mismo ciclo de FP y ambos están pensando en alistarse en la Armada
Wissal (izquierda) y Yahya, en el parque burelés. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Wissal (izquierda) y Yahya, en el parque burelés. JOSÉ Mª ÁLVEZ

Yahya y Wissal Aazzaoui son dos hermanos, de 24 y 18 años respectivamente, que llegaron a Burela de críos desde su Marrakech natal por el empeño de sus padres en ofrecerles una vida mejor. Un esfuerzo para la familia, que dejó atrás toda su vida, parientes y un entorno conocido, para asentarse a 2.000 kilómetros de distancia. Una dedicación que los jóvenes siempre han tenido presente y han aprovechado todas las oportunidades para formarse, con un buen expediente académico, que ambos siguen ampliando, en este caso como alumnos del ciclo superior de Administración e Finanzas en el IES Perdouro.

Curiosamente, es la primera vez que los dos coinciden en un centro de enseñanza, pues Yahya, que cumplió los nueve años en Burela, hizo la primaria en el Ceip Virxe do Carme, de donde pasó al Perdouro, mientras que su hermana cursó estudios en el colegio Vista Alegre y después en el IES Monte Castelo. Puede que no sea la última vez que se encuentren, porque en la mente de ambos está opositar para la Armada.

Nuestros padres dejaron su país para darnos un futuro

La elección de Burela fue cosa de sus padres, que tenían familia cerca y pensaron que la localidad, con su gran diversidad cultural, sería un buen sitio para educar a sus hijos. No se equivocaron y ambos confiesan que "siempre estuvimos muy cómodos" y nunca han advertido actitudes racistas.

"Desde que llegamos nos sentimos muy integrados y los profesores nos ayudaron mucho con el idioma y eso que como yo vine con tres años fue más fácil", cuenta Wissal, mientras su hermano recuerda que se incorporó en cuarto de primaria y, gracias a los apoyos en el centro, ya estaba dos años después como uno más.

"Creo también que crecer con los mismos amigos nos hizo la vida un poco más fácil a la hora de estudiar", cuenta Yahya, mientras su hermana asiente, consciente de que "los amigos son una influencia, para lo bueno y para lo malo". Un apoyo al que suman el que siempre han tenido de su familia, "donde nos han inculcado que cuanto más estudiáramos mejor, que el mundo laboral ya es bastante duro y sin formación mucho más", repiten.

Unos progenitores que pueden sentirse bien orgullosos de sus hijos, como así lo están, pues han visto que todos sus esfuerzos han merecido la pena y los dos se han convertido en jóvenes responsables. "Estudiar no es solo bueno para ellos, sino que sobre todo es un beneficio para nosotros", cuenta la joven, en primer curso del ciclo del que su hermano ya estudia segundo, aunque en el caso de Yahya es el segundo que realiza, tras formarse en Comercio Internacional en A Coruña.

Lo mejor es coger lo bueno de cada una de las culturas

Una vivencia que le supuso también su primera estancia fuera de casa, "lo que te ayuda a abrir la mente", y también su primera incursión en el mundo laboral, lo que le ha servido para darse cuenta "de lo complicado que está la situación para los jóvenes".

Por ello, no descarta opositar a la Armada para enfocar su futuro por aduanas, que está relacionado con lo que cursó en Comercio Internacional. Una opción, la del Ejército, que también contempla Wissal, aunque en su caso se ve "más indecisa" y no sabe si apostará por opositar, estudiar una carrera o hacer otro ciclo. Ahora, su meta es conseguir la nacionalidad, para la que lleva varios años en trámite tras los diez perceptivos de residencia.

Creen los hermanos Aazzaoui que volver a Marruecos ya no es una opción. "Hemos ido de vacaciones y es verdad que se echa mucho de menos a la familia, que está casi toda allí, pero hemos echado raíces y somos muy gallegos, y estamos muy orgullosos", relata el mayor de los hermanos, una saga que se completa con el pequeño, Yasir, de 13 años, que ya nació en España. "Ese ya dice que es pataqueiro", ríen al unísino los mayores.

Si vamos de cena, nuestros amigos nunca piden cerdo

Yahya y Wissal practican la religión musulmana. "Somos creyentes y nuestros amigos lo han respetado siempre. Cuando vamos de cena ya nunca piden cerdo, porque saben que no lo comemos y ya lo tienen como algo normal", dice la joven, mientras su hermano reconoce que lo fundamental es integrarse. "Hay que aprender de la cultura de aquí, pero sin olvidar nuestras raíces, yo creo que lo bueno es coger lo mejor de cada uno de los sitios", asiente.

Como todos los jóvenes ansían el final de la pandemia y agradecen el poder hacer ya una vida casi normal. "El confinamiento lo pasamos en casa, con los roces típicos de estar todo el día juntos, pero bien", relatan sobre una experiencia que les ha marcado, para mal, "por toda la gente que se quedó en el camino" y, para bien, el "valorar cosas que antes no le dábamos importancia, como disfrutar del aire libre, y ahora se ve a mucha más gente paseando o saliendo en bici", aseveran.

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