El equipo armado para frenar el coronavirus

María del Mar, Ana María, Javier, Eloy, Anselmo y Fausto, voluntarios de Primaria, vacunan desde hace casi un año en el Hospital da Mariña
Parte del equipo de vacunación. ÁLVEZ
photo_camera Parte del equipo de vacunación. ÁLVEZ

En plena escalada de casos de coronavirus, el equipo de vacunación del Hospital Público da Mariña intensifica la campaña para la protección de la población. Están administrando las terceras dosis, ya a la población entre 60 y 69 años, y al mismo tiempo pinchan a todas las personas que se acercan sin cita a ponerse la primera, porque aunque en A Mariña solo en torno a un 6% de la población no tiene ninguna dosis, aun hay gente con miedo al pinchazo. "Habitualmente temos entre catro e cinco persoas diarias sen ningunha dose, pero chegamos a ter sete nun só día", explica María del Mar González Méndez, que subraya que la obligatoriedad del certificado covid para acceder a determinados espacios está haciendo que mucha gente dé el paso de vacunarse.

"A maioría das veces preguntamos se teñen algún razón específica para non estar vacinados aínda e o que acostuman a dicir é por medo ás reaccións", explica González Méndez, que subraya que la mayoría de las personas sin vacunar son menores de 40 años, "que eu creo que asumiron que como moita xente pasa a enfermidade asintomática, pensan que é mellor pasala sen síntomas que ter a reacción da vacina".

Sin embargo, esta teoría se cae por su propio peso porque cada caso es único y nunca se sabe cómo puede afectar la enfermedad, "e ademais poden contaxiar a enfermidade a outras persoas", subrayan desde el equipo.

Pero salvo excepciones, que siempre las hay, los mariñanos responden bien a la vacunación. "En xeral a xente vacínase sen problema, o único que notamos foi coa xente máis nova que estivo enferma no verán que se chamaba para a segunda dose e quería esperar os seis meses dende que tiveran a enfermidade e estamos dando agora esas doses", explica la enfermera.

Una tendencia que también empiezan a notar ahora es que al principio la gente "quería vacinarse fora como fora" y acudía a la llamada del Sergas de inmediato, "pero agora parece que existe algo máis de egoísmo para adaptarse ás citas que lles dan".

MIEDOS Y DUDAS. Después de casi un año de pinchazos continuos, que seguramente sumarán millones, el equipo ya puede anal i z a r cómo fue el inicio de la campaña y cómo está siendo ahora. "Ao principio era todo descoñecido, tamén para nós, porque non sabías realmente as reaccións que podía haber", reconoce González Méndez, que recuerda perfectamente la vacunación en las residencias y el recibimiento que tenían de las personas mayores. "Chegabas con medo porque non estabas no hospital e non tiñas unha infraestrutura detrás para pedir axuda se pasaba algo, pero eles tiñan tan claro que se querían vacinar que te recibían cantando, aplaudindo e sen ningún medo ás reaccións", asegura, y subraya que no solo en las residencias de mayores sino también en las de enfermos mentales o en las de personas con discapacidad: "Nestes centros o medo que levabas eliminábase polo xeito en que eles te recibían".

Sin embargo el miedo a las posibles reacciones aumentaba y sigue siendo todavía más alto a medida que baja la edad y también suben las dudas, principalmente vinculadas precisamente a esas reacciones. "Eu penso que é porque a xente, sobre todo de menos de 40 anos, non recorda ningunha vacinación e entón ten ese medo ao descoñecido que outras persoas de maior idade que si recordan poñerse vacinas non teñen", explica González Méndez.

LOGÍSTICA. Pero esta vacuna no es diferente a las de más. En el hospital de A Mariña se reciben las vacunas desde Lugo a las ocho de la mañana y es el propio equipo el que se encarga de preparar las dosis. "A xente está citada a partir das oito e media da mañá e despois xa non paramos en todo o día e sempre hai un mínimo de dúas persoas pinchando", explica la enfermera que indica que ahora mismo la mayoría de las vacunas son de Pfizer.

Lo que hace diferente esta vacuna es la logística, que obliga a que la gestión tenga que ser más que eficiente para aprovechar todas las dosis. "A caducidade de Pfizer unha vez perforada é de seis horas e a de Janssen está en tres, polo que hai que xestionar ben para non perder ningunha dose", explican en el equipo, por lo que avanzan en el listado de nombres del día siguiente o acuden a dar alguna dosis que tengan pendiente porque lo importante es no perder ninguna. "Facemos un aproveitamento ao límite das doses", explican, para lo que es necesario controlar la hora a la que se preparan para no inocular ninguna fuera de tiempo.

En Burela siempre disponen de dosis a mayores, no solo ahora que puede acudir gente sin cita previa sino desde siempre porque cuentan con el colectivo de los marineros que acuden cuando llegan a tierra: "Normalmente avisan cando chega o barco, pero non sabes exactamente cando che poden vir e hai que ter vacinas".

Además de preparar la vacuna y pinchar, el equipo tiene que gestionar las listas de vacunados, a las que solo ellos pueden tener acceso por la ley de protección de datos, y lidiar con problemas que surgen a diario de distinta índole y que deben resolver. Aun así destacan que es una etapa de su vida profesional "moi especial", aunque también reconocen que "o nivel de estrés é importante".

Junto a María del Mar integran este equipo Ana María Cruz López, Anselmo Fernández Alonso, Javier Coria Abel, Fausto Caballero Muinelo y Eloy Díaz Polo. Todos ellos proceden de centros de Atención Primaria y se ofrecieron voluntarios para vacunar cuando el Sergas lo solicitó. "Ao principio chegamos pensando que sería unha campaña e volveriamos ao noso posto, pero agora xa temos asumido que estaremos aquí todo o que teñamos que estar porque o que está claro é que o virus veu para quedar e non se vai erradicar", explica María del Mar.

Y es que aseguran que todavía no se sabe si también habrá una cuarta dosis o si la vacuna terminará por ser anual: "Non sabemos como será, pero seguramente nos teremos que estar vacinando cada pouco". Y ante este panorama no saben si el equipo de vacunación del hospital llegará a desaparecer porque si la vacuna acaba por ser anual "en Atención Primaria non hai suficiente estrutura para vacinar a toda a poboación".

Mientras tanto continúan con su trabajo, una labor constante en la que las personas llegan continuamente y donde los enfermeros solo dejan de pinchar brazos cuando tienen que preparar las dosis.

La atención de cada paciente sigue el mismo protocolo de comunicar a la persona la dosis que es y la vacuna que se le administra. Y también hay tiempo para alguna que otra broma que siempre ayuda a un ambiente distendido.

Más en A Mariña
Comentarios