Enseñar, vocación que se aprende

Profesores jubilados recuerdan su etapa en activo, que arranca para otros con la común incertidumbre de los destinos, un mal que acarrea un difícil encaje en la vida personal, pero que capean por el hecho de dedicarse a lo que siempre quisieron

Beiro Quiroga (izquierda), Nemesio Rodríguez y Suso Díaz posan delante del mural de hostelería. J Mª ÁLVAREZ
photo_camera Beiro Quiroga (izquierda), Nemesio Rodríguez y Suso Díaz posan delante del mural de hostelería. J Mª ÁLVAREZ

LOS MARTES, a la hora del recreo, en una esquina de la barra de la cafetería del IES de Foz los cafés tienen otro sabor, el que aportan los saludos, las palmadas en el hombro o los apretones de mano entre los profesores que entran en un respiro de sus clases y los que respiran sin las prisas de volver a ellas. Y es que es el día de la tertulia de sabios, en los que se reúnen profesores jubilados con otros en activo que comparten unos minutos en los que se habla de todo, aunque una ley no escrita impide hacerlo de los alumnos.

El número de tertulianos es variable. El pasado martes dos de las cotizadas banquetas estaban ocupadas por Nemesio Rodríguez, que fue director del IES de Foz, cargo del que se jubiló hace dos años y medio, y por Berio Quiroga, que hace ya quince que dejó las aulas en las que impartió Matemáticas y el culpable para bien de que se instauraran esas tertulias semanales, breves pero intensas. "Cando se xubilou propuxémoslle que seguira vindo", tercia Suso Díaz, jubilado desde hace una década de un centro que el que impartió Ciencias Sociales.

También el martes fue una elección, sin quererlo, de Berio, pues es el día que viene desde Pol, donde reside, pues "veño coller peixe fresco", cuenta, mientras sostiene en una mano la orla de 1950 en la que aparece con diez años en su ingreso en el instituto lucense.

"Cando se xubilou propuxémoslle que seguira vindo"

Vocación. A sus ochenta años, recuerda con claridad el nombre de los profesores y varias de las anécdotas de sus años de joven estudiante. Unas aulas que pisaría después como profesor, tras abandonar la idea inicial de su padre de que fuera médico, y siguiera los pasos de su progenitor y sus antecesores, pues "meu pai, a miña avoa e o meu bisavó foron mestres", cuenta. Una vena docente que sigue en la familia, pues tres de sus hijos y dos yernos también se dedican a la enseñanza.

Una vocación que le llevó a Foz para ocupar una plaza en el colegio Numero 1, tras pasar por Andalucía y Folgoso do Courel, donde un breve periodo de tiempo compatibilizó con su cargo de alcalde. Tras unos años en primaria, pasó al instituto, donde se jubiló, y del que guarda un grato recuerdo aunque el mejor, dice, fueron "unhas cartas dos alumnos".

Unos estudiantes que, a su juicio, no cambiaron demasiado, un cambio que sin embargo sí ve en los padres, y a peor. "O noso problema é que sempre damos clases a alumnos que teñen a mesma idade e non se van facendo vellos canda nós, senón que os que nos facemos vellos e cascarrabias somos os profesores. O alumno é unha vítima", relata.

"O noso problema é que sempre damos clases a alumnos que teñen a mesma idade e non se van facendo vellos canda nós"

Son muchos los chicos y chicas que han pasado por sus clases en una materia que no suele ser de las favoritas, aunque en su caso sea una pasión. "Eu sempre lles explicaba que a nota non é un castigo, senón un diagnóstico, igual que se vas ao médico e che di que estás moi grave, pero ti o que querías oír é que estás estupendo".

Retiro rural. Beiro vive su retiro en una casa de campo, donde el problema, dice con humor, "é que todo se fai vello á vez ca min, como o cortacéspede". Eso y que ahora todos somos «agentes de bolsa», por la cantidad de recados que deben llevar a cabo.

El campo es también el refugio de Suso Díaz, de Celeiro de Mariñanos, quien considera básico prepararse para la jubilación, como así hizo, aunque está encantado de volver a las tertulias que, cuenta, son la manera de mantener el contacto con unos compañeros, que "son os mellores que puiden ter e no centro estiven moi cómodo", cuenta feliz de haber escogido Foz entre los tres probables destinos y que eligió por proximidad a casa. «Foi un acerto», asevera.

En octubre hará tres años que Nemesio Rodríguez se jubiló de un centro en el que estuvo de profesor, primero, y director después, con una plantilla de 110 personas y más de 800 alumnos tras la reunificación. "Un centro con moita complexidade e con moita diversidade de ensinanzas e o certo é que ao tema do papeleo cando máis rendemento lle sacaba era sábado e domingo", explica, mientras relata que era raro el día que no hubiera alguna preocupación, pues "tés que estar tanto para amañar unha goteira como cando hai un problema cun alumno", cuenta.

En octubre hará tres años que Nemesio Rodríguez se jubiló de un centro en el que estuvo de profesor, primero, y director después, con una plantilla de 110 personas y más de 800 alumnos

A pesar de pasar del blanco al negro, Rodríguez asevera que "adepteime perfectamente a esta nova etapa; é máis, nunca pensei que ía ser tan doada a xubilación", señala. Mantiene las rutinas diarias de andar una media de seis kilómetros y leer la prensa y también tiene en su casa de campo en su Sober natal su sitio para evadirse cuando lo necesita y, siempre que puede, acude a las tertulias semanales que le ayudan a mantenerse unido a un proyecto del que fue parte, como sus compañeros, que apuestan por posar en el mural de Hostelería en el que Beiro tuvo mucho, o todo, que ver.

Incorporaciones. En el otro extremo están los que empiezan ahora su vida laboral en las aulas. Jóvenes que comparten la vocación de enseñar y que deben lidiar con destinos cambiantes lo que lleva a una inestabilidad en su vida personal. Es el caso de Sandra Pérez Coto, profesora de Biología en el IES Monte Castelo, en su primer curso con la oposición aprobada y también el primero que puede impartir cerca de casa, ya que es natural de Ribadeo.

A sus treinta años, puede presumir de haber entrado con buen pie en el mundo de la enseñanza. "Después de acabar el máster solo estuve un año sin trabajar y al siguiente ya me destinaron a Oleiros para cubrir una jubilación, así que estuve todo el curso", una carambola que pudo repetir al curso siguiente, en que impartió clases en León, pues también estaba en las listas de la comunidad castellano-leonesa.

"Después de acabar el máster solo estuve un año sin trabajar y al siguiente ya me destinaron a Oleiros para cubrir una jubilación, así que estuve todo el curso"

A pesar de que se trató de un curso completo, reconoce las complicaciones que supone a nivel personal desplazarse o no saber dónde estarás el año próximo, pues una cosa es tener una oposición y otra tener destino, "y eso que en mi caso no tengo hijos, que he tenido compañeros en esa situación y es complicado", señala.

En el centro burelés ha impartido clases a alumnos de tercero de la Eso, Bachillerato y en adultos, por lo que sus clases son muy variadas. "La enseñanza en adultos es completamente distinta, pues además de que en el centro es semipresencial, se trata de gente que no pudo estudiar en su momento y viene a aprovechar el tiempo y nunca he tenido que hacer una llamada de atención", explica, aunque reconoce que ha estado contenta con los chicos. "En tercero de la Eso se da Anatomía y es algo que les suele gustar", dice mientras reconoce que encuentra diferencias con alumnos de las ciudades. "Los niños de aquí suelen ser más abiertos y más nobles y aún conservan valores de la zona rural", dice, aunque se queja de que casi ninguno "valora la cultura del esfuerzo".

Siempre quiso ser profesora y tiene claro que acertó, pero no olvida las dificultades de sacar adelante una oposición. «Es una carrera de fondo y cada vez más», relata, aún sin conocer el destino del curso próximo.

En su misma situación está la riotortense Miriam Bouso Gallego, también de treinta años, y que está a punto de rematar su primer año como docente de Geografía e Historia en el IES Ribadeo Dionisio Gamallo, un primer estreno tras aprobar la oposición del que sus alumnos no se enteraron hasta hace unos días. "Nunca lles dixen que era a primeira vez que daba clase", cuenta entre risas.

Una primera experiencia, no exenta de "vertixe" que le permitió descubrir que dar clase «realmente me gusta», dice una joven que tuvo claro desde siempre que quería ser profesora y que hacen un balance muy positivo de su estreno en las aulas. "Estiven moi centrada en preparar as clases e foi un pouco proba-erro vendo o que funcionaba e o que non para non facer con eles o que algún mestre de Historia fixo comigo de que todo fora chapar, pero estiven moi contenta e ademais fun a titora dun grupo de cuarto da Eso -también dio en tercero- e iso permitiume estar máis preto deles e coñecer a súa realidade".

"Estiven moi centrada en preparar as clases e foi un pouco proba-erro vendo o que funcionaba"

Eso, sumado a su juventud, le ayudó a esta riotortense tener un trato directo con los chavales, aunque reconoce que a veces usan con ella expresiones que la hoy profesora nunca hubiera utilizado con sus docentes.

Muy satisfecha con su etapa en el IES María Sarmiento de Viveiro está también Ana Isabel Ponte Pérez, que se incorporó en el mes de marzo para una sustitución, lo que obligó a su madre a echarle una mano con el cuidado de su hijo con el que reside en A Coruña. "No es fácil, pero creo que merece la pena", explica al tiempo que se muestra encantada con la acogida en el equipo docente del centro mariñano. "Desde el primer día me he sentido arropada por la gente del centro, del departamento y por la profesora a la que sustituyo, con la que estoy en contacto".

También está contenta con el alumnado, entre los que hay jóvenes de diversas edades en la misma clase, ya que imparte Formación Profesional Básica en la rama de Servicios Administrativos. "Lo que he intentado es que vieran la parte práctica de lo que se estudia, que le encuentren una utilidad, que lo que hacemos es real", explica.

Es la primera vez que Ana Isabel Ponte imparte clases en un centro público, aunque cuenta con una amplio bagaje como docente, que arrancó en el 1994 y en el que incluye cursos en el servicio público de empleo, academias y centros privados.

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