"Me encanta A Fonsagrada y sus vistas increíbles, por ahora no tengo otros planes"

El suizo Hagn Schwartz empezó en abril el Camino Primitivo desde Oviedo. El paisaje y la gente hicieron que se quedara en la localidad
Hagn, en A Fonsagrada. SABELA FREIRE
photo_camera Hagn, en A Fonsagrada. SABELA FREIRE

El Primitivo siempre fue la más especial de las rutas jacobeas. Esta milenaria travesía, pagana en su origen y cristianizada por el rey Alfonso II en el siglo IX, regala paisajes maravillosos y, de vez en cuando, alguna historia sorprendente.

Es el caso del viaje de Hagn Schwartz Domínguez, un peregrino suizo que después de hacer varias etapas decidió asentarse en A Fonsagrada, maravillado por el entorno y sus gentes.

Hagn, nacido en Zúrich en 1963, se animó a iniciar el Camino Primitivo en Oviedo hace casi tres meses, pero al tercer día de su andadura tendría el infortunio de torcerse un tobillo.

A partir de entonces, decidió tomarse la experiencia con calma. Tanto es así que se quedó veinte días en el albergue Villa Palantina, en el municipio de Las Regueras, a poco más de seis kilómetros de Grado. A pesar de intentar reanudar el recorrido en varias ocasiones, le fue imposible continuar y, recomendado, un día decidió coger un autocar que lo trasladaría hasta lo alto de las Terras de Burón.

La tienda en la que se aloja Hagn. SABELA FREIRE
La tienda en la que se aloja Hagn. SABELA FREIRE

De padre alemán y madre española, Hagn se trasladó a Madrid con tan sólo cuatro años. "Empecé estudiando mecánica, ya que me gustaban mucho las motos y los coches. Después, trabajé de todo: construcción de decorados, cerrajero, pintor, carpintero e, incluso, llegué a ser asistente de rodajes en películas". Hagn llegó al municipio fonsagradino con poco más que una mochila, un carrito y una tienda de campaña que instalaría en una parcela próxima a la Rúa Antonio Fraguas. Desde allí contempla diariamente unas vistas "increíbles" de la comarca. "Ver las montañas, por encima de la niebla, es un privilegio", detalla Hagn.

En su día a día, frecuenta los diferentes establecimientos de la localidad, como bares, restaurantes y panaderías. "Suele comer aquí. Ya es como uno más, nos cuenta muchas historias", comentan en el restaurante Cantábrico.

Hagn también tiene cosas que decir sobre la sociedad actual y critica, sobre todo, a aquellos que no tienen conciencia de clase: "No entiendo a los corruptos. Vivir con lo que tenemos es suficiente". Además, recomienda a los jóvenes que se dediquen a lo que les guste. "Se trata de vivir con una sonrisa, sino no vale la pena", dice. Sobre su futuro, no asegura nada: "No tengo planes por ahora, me gusta esto y estoy improvisando", concluye el singular peregrino.

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