Un desfile clásico por la ciudad del Landro con motivo de las fiestas

Los pasacalles de los gigantes y cabezudos animan el casco histórico de Viveiro

Los Siete Enanitos y Blancanieves entusiasmaron a los más pequeños en Viveiro. ANTÍA
photo_camera Los Siete Enanitos y Blancanieves entusiasmaron a los más pequeños en Viveiro. ANTÍA

LA SALIDA a las calles de Viveiro de los gigantes y cabezudos con su característico desfile estos días es el signo indiscutible de que la ciudad está de fiesta. Este año recorren las calles más días, pues su primer itinerario fue el pasado día 10 y finalizarán con estos recorridos el miércoles. La ampliación de las jornadas de desfile ha permitido que un mayor número de niños puedan portar los cabezudos.

El Concello vivariense abre todos los años un plazo de inscripción para que los pequeños puedan participar y dar cabida al mayor número de ellos posible. Aún así siempre quedan apuntados en reserva al incrementarse la cantidad de jornadas para desfilar.

Estos personajes forman parte ya de una tradición arraigada entre los vivarienses.

Las figuras, que tienen más de 40 años de antigüedad, fueron objeto de una restauración en el pasado año 2015, a fin de recuperar las partes más dañadas de las imágenes y ponerlas en valor.

Las piezas son todo un símbolo de las fiestas patronales de agosto y de San Roque.

Un grupo de voluntarios, acompañados por los gaiteros de la asociación cultural Bágoas da Terra, hacen posible que cada año desfilen por la ciudad al son de la música tradicional.

LOS PROTAGONISTAS. Blancanieves, acompañada de los cabezudos; el Príncipe, y la Bruja que persigue a los niños por las calles hacen las delicias de niños y mayores, quienes siguen a estos gigantes durante los pasacalles de las jornadas festivas.

De padres a hijos y de generación en generación pasa también la tradición de gritar: "Fea, fea, fea" a la bruja, que ante la insistencia de los presentes se vuelve contra ellos y simula que los asusta. Así discurre un itinerario por las principales calles de la ciudad del Landro con algunos descansos para que quienes portan a los gigantes y cabezudos puedan reponer fuerzas e incluso hacer relevos en el caso de los primeros, debido al peso de las piezas.

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