Slayer hace vibrar el Resurrection tras el paso de la tormenta

Las pantallas gigantes indicaron el retraso de la actuación a la hora precisa a la que estaba programada, por lo que el momento cumbre de la noche se hizo esperar una hora

La tormenta ha dejado una anécdota en el primer día grande del Resurrection Fest, en el que la legendaria banda de trash metal Slayer se presentaba como el plato fuerte.

En las primeras actuaciones de la tarde el naranja de los chubasqueros se mezclaba con el negro de las camisetas metaleras de un público que a pesar de la lluvia no se desanimó por las condiciones meteorológicas adversas.

Slayer bajo la lluvia en el Resu. JOSÉ Mª ÁLVEZEstaba previsto que una de las cuatro grandes bandas del thrash metal de todos los tiempos saliera al escenario a las 21. 45, momento exacto en el que las pantallas anunciaron el "parón momentáneo por tormenta eléctrica" del festival. No obstante el temporal terminó pasando y la banda pudo salir a escena una hora después ante unas 20.000 personas.

Slayer, conocidos por su perversa imaginería y sus vertiginosas canciones sobre temas como ritos satánicos, mutilaciones o guerras, ha atacado, sin mediar saludo, la interpretación de Repentless como tema de apertura, extraído del álbum de nombre homónimo y que consta como su última publicación, todavía en 2015.

La elección de un tema así de reciente no ha sido la tónica general de un concierto que ha ido repasando los discos de su extensa trayectoria, prolongada por cerca de cuarenta años -con varios cambios en la formación original-, y en la que se han diferenciado por ser la banda más extrema entre las grandes conocidas del thrash metal, género caracterizado por la velocidad a la que se interpreta cada canción y lo agresivo de las mismas.

World painted blood, Hate Worlwide -ambas de 2009- y Postmortem -de su álbum más aclamado, Reign in blood (1986)- han dado cuenta de ello en la fase inicial del espectáculo y han introducido a la icónica War ensemble, que ha demostrado tanto el virtuosismo técnico de los componentes del grupo como su capacidad para afrontar sonidos más densos y pesados.

El disco del que proviene War ensemble, Seasons in the abyss (1990), ha copado buena parte del ecuador del concierto, ya que Slayer han rescatado en el mismo temas clásicos como Born of fire o el propio sencillo que da nombre al disco.

RAINING BLOOD. Sin embargo, el incidente con la tormenta ha provocado que hayan tenido que acortar el repertorio pensado para la ocasión y, apenas una hora después del inicio han tocado la clásica Raining blood, que ha desatado el caos entre los asistentes nada más comenzar su afilado fraseo y ha convertido el concierto en un macabro ritual donde los presentes, empapados por la lluvia anterior, han chocado y bailado entre ellos sin mesura mientras las manos de los músicos volaban a velocidades de vértigo sobre unas guitarras desatadas que emitían apocalípticos chirridos. El clásico de la banda sonó con una rabia especial, en el que habían prometido que sería "el concierto más grande y con mayor despliegue técnico que hayamos hecho aquí (en España)".

Todavía con el público buscando oxígeno para recuperarse de tan convulso acontecimiento, el vocalista Tom Araya ha acometido los primeros versos de Dead skin mask, penúltima canción de un espectáculo que ha cerrado la exitosa y controvertida Angel of death, que glosa las atrocidades cometidas por el médico nazi Josef Mengele, quien experimentó con las personas recluidas en el campo de concentración de Auschwitz durante la II Guerra Mundial.

En su día, este tema desató cierta polémica por la supuesta simpatía del grupo con el Holocausto, agravado por la colección de medallas nazis de uno de sus fundadores, el ya fallecido Jeff Hanneman; aunque siempre han negado que esto sea cierto y esta noche han ofrecido una potente interpretación del mismo que ha cerrado el que, a pesar de ciertas especulaciones con que el grupo no se disolverá tras esta gira, probablemente sea su último concierto en España.

El excantante de Saratoga y de Stravaganzza, Leo Jiménez, ha tomado el testigo de Slayer para mantener activa la llama en un Resurrection Fest que, en su día inicial, ha cerrado en el escenario principal con los australianos Parkway Drive y con su propuesta de metalcore. Y su compatriota californiano Brant Bjork, exmiembro de Kyuss, en el secundario Desert Stage.

TARDE. Antes, por la tarde, Crystal Lake animaba a un público, que comenzaba a generar los primeros circle pits de cierta consideración en esta edición. Los japoneses no decepcionaron con su metal core.

Con Gojira la arena se vio más poblada, y los 'niños salvajes' franceses hicieron saltar a la multitud en su único concierto en España en su actual gira.

 

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