Chrysler 180 Diésel, el coche de los muy viajeros

Juan y Antonio Devesa han apostado por este clásico que en su día Barreiros convirtió en éxito en España, mientras que también José Manuel Bouzas restauró uno que le recuerda la historia familiar
Juan Devesa y su hija, junto al Chrysler 180 Diésel. D.V.
photo_camera Juan Devesa y su hija, junto al Chrysler 180 Diésel. D.V.

Los hermanos Juan y Antonio Devesa, orginarios de Begonte, acudieron a reuniones de clásicos en Mondoñedo y Burela con un Chrysler 180 que el segundo adquirió en Gijón para divertirse durante las vacaciones pues reside en Liechtestein desde 1987. "Gústanme os coches clásicos e ao coñecer a historia de Eduardo Barreiros, pareceume un home grande e decidín apostar por este modelo", dice. En efecto, fue su motor C-24  y la fábrica de Villaverde de aquel ourensano emprendedor, aunque ya entonces en manos de Chrysler, la que hizo del 180 un coche de cierto éxito, al contrario de su paso por Francia o Reino Unido. 

Era un competidor del Fiat 131 y la continuidad cómoda y de estilo americano del Dodge Dart, con línea ya un tanto anticuada respecto a lo que se estilaba. De hecho, Juan busca ahora un Simca 1000. Al contrario de este,  la comodidad y empaque de la carrocería eran lo fuerte del 180, por eso lo adoptaron los taxistas, transformándolo para consumir butano a fin de sacarle más rédito a los kilómetros. Como hicieron muchos representantes de comercio o los amantes de largos viajes y amplios desarrollos del cambio.

Había que tomarse las rutas con calma pues incluso al Chrysler de motor a gasolina con algún caballo más y menos kilos a bordo le costaba lanzarse y la potencia de freno con que pararlo no era mucha. Eso sí, la habitabilidad interior, accesibilidad, confort delantero (a pesar de lo rumoroso del diésel) y capacidad interior eran de otra categoría. 

El coche de su vida

Al de estos lucenses le falta el vinilo oscuro sobre el techo, que ya era una antigualla, pero esperan montárselo cuando terminen un repaso que de momento solo necesitó algunos detalles del interior que Juan ajustó con piezas de su impresora 3D. Es un manitas del radiocontrol, su gran pasión. "Dos coches non son fan, este encéndoo e ás veces doulle unha volta", reconoce. 

Un auténtico devoto de la fábrica de Villaverde y de contar las pistonadas de los motores Barreiros es José Manuel Bouzas. Vecino de A Lama, en Pontevedra, lo encontramos un día a bordo de su 180 Diésel, que había buscado en Huelva para restaurar: "Pinteino, tapiceino e fíxenlle a posta a punto, estes coches son duros pero delicados de chapa, pois acostuman picarse". Él recuerda viajar con su padre desde Tarrasa, donde trabajaba haciendo aceras, cargado con la familia y mil bultos de vuelta a Galicia, a bordo de un reducido Simca 900 (el 1000 pero más básico). "Saíamos dalí ás tres da tarde e chegábamos a Galicia sobre as doce do día despois, pois daquela subir os portos, adiantar aos camións e ir polas estradas da época era máis longo e máis aventura, de feito él so paraba dúas horas de noite para durmir algo". 

Después en los ochenta se compraría un Mercedes pero José Manuel siente predilección por el material autóctono y por eso ha tenido o restaurado un Chrysler 150, el Simca 1000, el 1200, un Talbot Horizon... y en este 180 gris metalizado, ya con los faros de largo alcance en la parrilla, la decoración es auténtica de época. Para el radiocasete se buscó unas cintas de Manolo Escobar y Ana Kiro. Y sobre la bandeja trasera tapizada en leopardo hay un icono mariano junto a un retrato de Marilyn Monroe. En el salpicadero, apliques del san Cristóbal y la Virgen: "Yo conduzco, ella me guía". Otra época que algunos recuerdan sobre 4 ruedas.

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