Las chicas mueven el festival

Las mujeres están en el público, el escenario o atendiendo en varios servicios

Batería de Niña Coyote eta Chico Tornado. X.LOMBARDERO
photo_camera Batería de Niña Coyote eta Chico Tornado. X.LOMBARDERO

Me gusta el ambiente que rodea este festival, la amabilidad y cercanía de la gente, señala Paula, vivariense de 23 años que lleva cuatro ediciones atendiendo taquillas en el Resurrection. No es el tipo de música que le entusiasma pero no cambiaría el festival por otros que ha conocido. Estudia biotecnología en Barcelona y aprovecha los veranos para trabajar, esta vez codo con codo con otra vivariense, Cristina.

Tras las barras también son legión las chicas porque, en total, suman unos 120, entre todos los camareros. Encontramos a mucha gente de Asturias, Vigo, A Coruña... La gijonesa Anaín, por ejemplo, atiende en una carpa cercana al escenario principal, tiene experiencia en el sector y dice: "Supongo que llaman a gente que saben que trabaja bien, que el jefe de barra conoce por su labor". Tampoco ella es devota del metal, lo cual, dadas las circunstancias, considera una ventaja ya que "si me gustara preferiría estar estos días al otro lado de la barra, divirtiéndome".

Algo que también caracteriza a la mujer del Resu es la moda. Las medias negras de rejilla, casi siempre rotas como las llevaban las punk, son junto con los shorts el atuendo habitual de las chicas en esta cita con la música. El cabello teñido de llamativos colores verdes, rosas, rojos, también es de lo más habitual y quizás este 2018 sean más las coletas que las rastas las que se pasean por el festival, aunque de todo hay.

Las taquillas también tienen el sello femenino. Son al menos 19 las chicas para vender los tuentis que este año sirven para pedir las consumiciones en el recinto. Su orden y amabilidad son imprescindibles en los momentos punta de los grandes conciertos, al caer la noche. Y siguiendo por otro punto, que tiene horas punta, muchas son las jóvenes que atienden las food truck de comida rápida, vegana o de la más variada cocina internacional que hay en el recinto y también en los propios restaurantes de Galipizza en el área Pandemonium y en la acampada del Resucamp en Lavandeiras.

Y si hay un lugar donde se aprecia el ojo de las chicas, ese es el del merchandising, la venta de camisetas del festival, como la que el jueves lució el cantante de Stone Sour. La entrega de merchandising sobre todo tipo de actividades relacionadas con la música, los tatuajes o las bebidas es algo habitual. Hay que probar, porque la gente acude al Resu a conocer y probar: música y comidas. A tenor de las colas continuas, donde no parecen tener respiro es en puestos como el que prepara "waffles" u otro cercano de crepes artesanos. El público demanda comida rápida y, por ejemplo, en Pasiónbocadillos las trabajadoras se mueven en torno a ellos o las hamburguesas como una banda bien afinada.

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