El caso de la joven muerta en As Catedrais sigue en los tribunales tras dos años

La familia de la fallecida emprendió la vía civil para aclarar lo sucedido y mantiene el litigio contra la Xunta y la empresa que controla el acceso
 
Generated by  IJG JPEG Library
Generated by  IJG JPEG Library
Generated by  IJG JPEG Library
Generated by  IJG JPEG Library
Generated by  IJG JPEG Library
AppleMark
photo_camera Equipos de emergencia, en marzo de 2018. JOSÉ Mª ÁLVEZ

Se cumplen este martes dos daños de la muerte de la joven arandina de 24 años Irene Baladrón Zorita en una de las cavidades de la playa ribadense de As Catedrais, un caso que todavía se encuentra por resolver en vía judicial por lo civil a instancias de sus familiares, que agotaron sin éxito la vía penal. Era el sábado de Semana Santa y, en medio de una jornada de máxima afluencia, una piedra se desprendió del cantil mientras la muchacha, acompañada de su novio, visitaba el arenal. El chico se había adelantado un poco y para cuando se volvió alertado por un ruido, ella ya se había desplomado sin vida en el suelo. La piedra le alcanzó de lleno en la cabeza. Aunque recibió una primera asistencia muy básica por parte de una médica que estaba en ese momento en la playa y luego asistencia vital por parte del 061, no pudieron hacer nada por su vida.

El suceso fue una auténtica tragedia. Fue necesario localizar a sus padres, en ese momento de viaje en Alemania, que regresaron consternados de inmediato. Al margen de la vida segada de la joven y los efectos en su entorno de familia y conocidos, el hecho tuvo además una repercusión instantánea en la playa, que ese día y el siguiente, domingo de Resurrección, estuvo cerrada pese a que debía estar con sus 4.812 visitantes permitidos paseando por ella.

No fue el único efecto secundario. Se hicieron análisis de cómo se encontraban los cantiles a nivel de desgaste y se colocaron unas cintas prohibiendo el acceso a algunas de las cuevas al menos durante unos días. Luego se extremó la vigilancia y se elaboró un plan por parte de la Xunta de Galicia para tratar de extremar la información a los visitantes y que tuvieran precaución durante sus visitas a la playa. Además, se prohibieron los paseos por la parte superior, donde hay un pequeño sendero desde el que se obtienen unas vistas espectaculares. Mucha gente sigue recorriéndolo igualmente, ahora con muchas más señales de peligro en el entorno.

La familia de la fallecida presentó una denuncia por via penal contra la Xunta y el Concello de Ribadeo que quedó archivada

Otra consecuencia de todo aquello se quedó sin recorrido, al menos de momento. Fue la judicial. Superado en parte el duelo por la muerte de Irene Baladrón, su familia, particularmente su hermano, presentaron una denuncia por vía penal contra la Xunta de Galicia, que es la que regula el acceso a la playa, y contra el Concello de Ribadeo como responsable del servicio de socorrismo. En esencia, acusaban a unos y otros de no haber advertido del peligro a los visitantes pese a que poco antes otra visitante había alertado de que en otra zona de la playa se había producido otro desprendimiento que había estado a punto de impactarles a ella y sus acompañantes. Pero su denuncia quedó archivada.

No se rindieron. Ahora iniciaron otro proceso, en la vía civil, esta vez contra la Xunta como Administración que coordina el acceso a la playa y contra la empresa a la que subcontrató para ejercer el control del pase de los visitantes, entendiendo de nuevo que ni tomaron las medidas oportunas de prevención ni advirtieron de lo que podía suceder. Esta denuncia se encuentra todavía en fase de tramitación y se desconoce si va a ser archivada, como ya sucedió anteriormente con la vía penal del caso.

A día de hoy la realidad es que pasados estos dos años ya ningún visitante recuerda aquel trágico suceso. Aunque la cartelería es abundante en los alrededores del acceso a la playa, en el arenal apenas hay unos pequeños carteles clavados en las rocas porque no es posible hacer mucho más al tratarse de un entorno natural protegido.

Los visitantes volvieron a curiosear entre los arcos y cuevas de la playa sin ningún miedo y As Catedrais conserva su tirón. En agosto pasado logró el lleno total permitido por la Xunta (4.812 personas diarias) durante 24 días consecutivos pese a los condicionantes que siempre impone la marea para poder disfrutarla.

Comentarios