El Camino, mejor sobre zocas

El alfocense Alberto Geada da vida al Zoqueiro Xacobeo para promocionar un oficio en extinción
Alberto Geada. EFE
photo_camera Alberto Geada. EFE

En cada año jubilar salen nuevos personajes. En el doble Xacobeo 2021-2022 Alberto Geada (Alfoz, 1980), uno de los últimos representantes del calzado primitivo de madera de Europa, aunque sea nacido en 1980, da vida a uno, pues se viste de peregrino para promocionar un oficio al que hoy ya nadie se entrega.

Y mucho menos con su edad. A su personaje, el Zoqueiro Xacobeo, que viajará en bici por el Camino, no le falta detalle del atuendo típico. No en vano, viste el sombrero con su ala ancha doblada en media luna, lleva el bordón, y también porta la concha y la cruz de Santiago.

Cuando cumplió los 23, este lucense que no quiere ser llamado artesano empezó profesionalmente a fabricar zocas, elemento identitario que pide no confundir con los zocos. Esa es la fecha oficial, pero ha mimado la madera desde que tiene uso de razón. Tanto produce para un llavero, como para una galería; para un coleccionista o para una persona sin esa afición que muestre interés. La diferencia está en los tiempos. Las básicas le llevan un día de trabajo y las que tienen otro pedigrí, pues de tres meses a un año.

Hay un modelo, el cual muestra y que ha hecho en colaboración con una artista local del dibujo, Olivia, que conmemora los años de reinado de los reyes eméritos.

El joven empezó a fabricar profesionalmente las zocas con 23 años pero ha mimado la madera desde que tiene uso de razón

Están a buen recaudo en el Pazo Santomé, ubicado en Mondoñedo, edificio en el que Geada acompañará en la segunda planta a todos aquellos que quieran visitar, cuando en breve abra, la sala dedicada a estas piezas que elabora.

Él, que es el último zoqueiro de Galicia en activo, señala que su tierra tiene el "mayor número de modelos por kilómetro cuadrado de toda Europa", donde solo sabe de nueve más en plena faena y con su misma inquietud.

En Santomé muestra la variedad gallega pero también de otras zonas, y así tienen su lugar la zoca chinela de Castroverde, en Lugo; la madreña casina del concejo asturiano de Campo Caso, el calzado indio, la alpargata con suelo de madera de las comarcas turolenses, la urnerboden de Suiza, las holandesas y la esclop de Lleida, con su fuerte protección en la zona del empeine. Hay, además, unas zocas pirata, con su ojo que lo ve todo y unas olas con barcos, y otras que forman parte de nueva creatividad.

Geada, que ya fue el Príncipe Zoqueiro y que reivindicó con una fotografía que dio la vuelta a España el título de Conde Mor para el fallecido humorista Chiquito de la Calzada desde la señal indicativa de la parroquia de Mor, en Alfoz, en el que vive, quiere sorprender en el doble año santo con su nueva caracterización. Y, a medida que avance la vacunación, contribuir de paso a la sonrisa para ir dejando atrás tiempos tan aciagos, marcados por la pandemia.

Tras veinte años en los que saboreó el mundo mediático, llegando su maestría al cine y a festivales varios, ahora ha entrado en una segunda fase en la que a pie de calle pretende lo que siempre ha querido, que toda la sociedad conozca esas "pioneras alternativas de supervivencia" puesto que la madera, recuerda, "protege el pie de las zonas húmedas".

"Todo empezó como una suela que se fue transformando y adaptando. El cuero no tenía las características necesarias en esos inicios y sí el calzado primitivo de madera de una sola pieza", puntualiza.

Al joven le encantaría que zocas y zoqueiro, un tándem que considera indivisible, pudiesen darse más a conocer en el mundo, pero para ello necesitaría un "apadrinamiento " de una persona física o jurídica "desde luego muy respetuosa con la naturaleza", enfatiza. Con recursos económicos sería la manera de llegar a congresos y exposiciones internacionales. Si se diese el caso, de un compromiso para superar "la extinción del producto zoca".

En el Pazo Santomé ya ha logrado tener su espacio, y habrá pases gratuitos para ver cómo es el trabajo pero Geada no creará una escuela. "Estos aprendizajes se guardan hasta el último momento. No hay tanta demanda como zoqueiros saldrían. Yo no sé a quién traspasaré lo que sé hacer. Si puede ser a alguien cercano a mi sangre, mejor, pues respeto mucho las líneas de tradición".

Alberto logra vivir de su pasión y se reinventa, reconoce, cuantas veces sea necesario. En Vilalba conoció a Norberto Piñeiro (1926) uno de su gremio que le vendió material pensando que no iba a utilizarlo más y al final no fue así. "Esto nunca se deja", reflexiona aunque admite que no siempre viste zocas porque "los suelos ahora están muy finolis y hay veces que me paso de frenada ", concluye.

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