Muchos besos en la despedida

El Resu ha vuelto a registrar llenazos con unos cabezas de cartel clásicos mientras mejora su organización 

Prophets
photo_camera Varios instantes del concierto de Prophets of Rage.

Integrada por componentes de Rage Against The Machine, Public Enemy y Cypress Hill, la casi recién nacida Prophets of Rage ofreció en la tarde de este sábado una de las sesiones más energéticas e intensas que se recuerdan en el Resu.

La potentísima traca final del concierto tan solo se vio anecdóticamente empañada por la despedida de B Real -Cypress Hill-, que gritó: "¡Gracias Barcelona!". Pero el público, lejos de enfadarse, se lo tomó con humor y coreó: "¡Viveiro, Viveiro, Viveiro!".

Y así, el Resu se apagó con el regusto de muy buenos espectáculos y algún gran concierto. Como esto es algo muy personal, creo que Ghost mantiene una apuesta muy personal y que da un lustre incontestable a cualquier festival. Como ha sido el caso. En la línea del pasado año con Rammstein, cuya precisión y exigencia alemanas serán difíciles de igualar. Escribo estas líneas con la previsión de que el concierto de KISS va a ser algo parecido, una auténtica traca fallera y mucha pintura. En las calles, gente veterana con camisetas muy viajadas, han llegado para verlos a ellos, y solo a ellos. Familias enteras con hijos ya adolescentes que, todo lo más, aprovechan un baño en la playa o unos percebes en Xove.

La edición que cerraron KISS ha sido un guiño a los seguidores más veteranos en un festival cuyo cartel es sobre todo de los jóvenes

Visto el número de vehículos a pocas horas del concierto estelar, va a ser difícil moverse en el recinto del festival con Kiss sobre el escenario. Ya el viernes el público lo abarrotó con Scorpions, muy profesionales, con más gente incluso que sus paisanos Rammstein el pasado año. Esa era la sensación de abarrote. Muy buen concierto, a estas alturas del grupo, aunque a los más jóvenes les parezcan propios de un cartel totalmente superado. Me gustaron sobre todo Ghost, algunas cantantes que brillaron sobre el escenario, y Ministry, que no son santo de devoción de mayorías pero aparecen con un sonido muy trabajado y se meten con lo que pasa en el mundo.

Del festival me quedo con el habitual buen ambiente, la educación en la cola, aunque sea para asearse en las duchas de la playa de Covas. El montaje cada vez está mejor, los baños son más modernos y numerosos pero es inevitable que a todo el mundo se le afloja la vejiga en momentos punta. Por ejemplo, al final del concierto de Scorpions, Protección Civil hubo de apostarse a la entrada de los urinarios pues 20.000 personas no caben allí a un tiempo.

Otro aspecto mejorable es el de las comunicaciones. Dentro del recinto del festival no vendría mal un lugar para vender tarjetas telefónicas prepago a los extranjeros. Y ampliar la idea del puesto Yamaha para de que los músicos aficionados/público puedan tener su minuto de gloria en un escenario sería mejor que un stand. ¿Serviría para lanzar talentos?

Lo de las duchas quizás sea otro punto a reconsiderar en un festival muy bien ambientado y cada vez mejor organizado. Enhorabuena por ello. Sin embargo, la hostelería, algunos locales del pueblo, tienen mucho en lo que ponerse al día. Después de tantos años de festival, no se explica que la contratación de personal se haga con improvisación y poca profesionalidad. Son cuatro días, es cierto, pero van 13 ediciones y la gente se merece un mejor servicio. Más que ampliar número de mesas y dividirlas por camareros, algunos locales (no todos) lo que se necesita es una organización que por momentos brilla por su ausencia. Menos mal que la peña metalera apenas protesta al asumir que se mueven en oleadas. Tan correctos que son. Y que dure.

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