Un adiós lleno de paradojas

Vestas se va de Viveiro funcionando bien y al poco de legalizar su situación. Alegaba ante la Justicia el impacto que tendría el cierre
photo_camera Manifestación en Viveiro de los trabajadores de Vestas. JOSÉ Mª ÁLVEZ

La trayectoria de Vestas en Viveiro no estuvo exenta de complicaciones pero el anuncio de cerrar de un plumazo cayó como una bomba en la plantilla, el concello y la comarca. La multinacional siempre defendió su apuesta por la planta de Chavín e incluso hace dos años, cuando se revisaba la licencia de ampliación, alegaba el impacto que tendría para la zona su pérdida. Hubo quien vio en los cierres precedentes de Villadangos del Páramo (León) y de Vilafranca del Penedés (Barcelona) en 2018 un proceso de deslocalización que tarde o temprano acabaría llegando a Viveiro, donde en 2015 la empresa había aplicado un Ere de extinción para 28 operarios y otro temporal para el resto por razones productivas. Sin embargo, ahora todo parecía ir bien.

¿Por qué cierra?

En Viveiro se fabrica ahora un generador de 2MW y paneles de control de la turbina marina V164. Vestas alega que del primero hay una disminución de la demanda y, en cuanto a los segundos, que la empresa debe "optimizar la fabricación de componentes para eólica marina". Los sindicatos precisan que esta segunda línea de producción, introducida en 2018 y para la que se hicieron importantes inversiones en la fábrica, supone más del 70% de la actividad, mientras que progresivamente fue disminuyendo la fabricación de los generadores. Sin embargo, que deje de hacerse un producto no es excusa para los trabajadores, que aseguran que las instalaciones y la plantilla están preparados para asumir cualquier encarga. Añaden que el balance económico de la planta es positivo y tienen claro que la decisión de cerrar obedece a una deslocalización para producir más barato en otro lugar.

¿Qué consecuencias tiene?

La más importante es la pérdida de 115 puestos de trabajo. La empresa dice que hablará con las administraciones y los sindicatos para "mitigar los efectos" del cierre y ofrece a los operarios recolocaciones «en otros centros de Vestas en el país». Sin embargo en España ya solo le queda la fábrica de palas de Daimiel (Ciudad Real), además de equipos de mantenimiento de los eólicos y la sede en Madrid. Los trabajadores creen que el ofrecimiento a recolocar es simplemente por quedar bien y, en caso de haber posibilidades, ven muy difícil irse al tener muchos de ellos familias en construcción e hipotecas recientes. Añaden que de los trabajadores de León, solo un número residual siguió trabajando para Vestas.

¿Qué decía la empresa sobre la fábrica de Chavín hasta ahora?

Se da la paradoja de que Vestas, en 2019 durante el proceso de regularización de la licencia de ampliación de los terrenos que ponía en riesgo su actividad, alegaba ante la Justicia que el cierre de la fábrica supondría "un verdadero drama" para la zona. Ese mismo año refrendaba su apuesta por Viveiro en la celebración de sus dos décadas instalada en Chavín y uno antes, en plenas turbulencias por los cierres de las otras dos fábricas, trasladaba al Gobierno su compromiso de seguir invirtiendo en Viveiro y Daimiel para convertirlas en "referentes de producción en Europa". Ahora mismo la fábrica "estaba funcionando a pleno rendemento", aseguran los trabajadores, y nada hacía presagiar este anuncio; de hecho pensaban que la reunión del lunes en la que les anunciaron el Ere era para abordar el plan de producción del próximo año.

¿Cuál es la hoja de ruta de los trabajadores?

Tienen tres frentes en los que avanzar: las movilizaciones, los contactos con las administraciones para tratar de buscar una salida y la negociación con la empresa del expediente extintivo. Las concentraciones en la fábrica y la realizada este sábado en la Praza Maior son los primeros actos, que irán ganando en intensidad. Al mismo tiempo iniciaron contactos a distintos niveles para que concellos, Xunta y Gobierno puedan intermediar con la empresa para que revierta su decisión y contemple otros escenarios distintos del Ere, incluso ofreciéndole alguna subvención a la que acogerse. La primera reunión para negociar el expediente será el martes y el proceso se extenderá un mes, con la intención de Vestas de cerrar el 31 de diciembre.

¿Qué alternativas hay para la fábrica?

Realmente las que Vestas quiera, pues tanto las instalaciones como los terrenos —legalizados oficialmente desde marzo de este año, tras largos trámites administrativos y procesos judiciales como en el que quedaron absueltos los ediles del gobierno— son de su propiedad. Habrá que ver si, como en León, se puede negociar que pasen a manos de otra empresa que quisiera instalarse en Viveiro.

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