Abierto hasta el amanecer en San Cibrao

El pueblo se convierte en un afterhours bajo el embrujo de A Maruxaina. Una multitud baila toda la noche para celebrar la absolución de la sirena en el juicio popular

Maruxainas y maruxainos reciberon a la sirena. IRIA L.V.
photo_camera Maruxainas y maruxainos reciberon a la sirena. IRIA L.V.

San Cibrao estuvo abierto hasta el amanecer. Los sonidos de la orquesta Montreal despidieron una noche frenética, pasadas ya las seis y media de la madrugada. Maruxainos y maruxainas bailaron sin parar bajo el embrujo de la sirena de Os Farillóns. Todos dieron rienda suelta a la alegría tras la absolución de la nereida en el juicio popular celebrado al filo de la medianoche. Una vez más se demostró que con sus cantos solo pretendía avisar a los marineros del temporal, y no atraer a sus barcos para que se estrellasen contra las rocas.

La sesión de fuegos de artificio, uno de los platos fuertes de la jornada, sirvió de espectacular prólogo a la gran fiesta nocturna. El fuego purificador de la queimada servida en la Praza dos Campos y los efluvios de los litros de alcohol, que corrió con generosidad en una jornada interminable, incitaron a la diversión.

Uno de los epicentros festivos fue la carpa de la Prazoleta, con el DJ Chente como maestro de ceremonias. El otro, la verbena. El grupo Montreal, un clásico en las fiestas cervenses que nunca falla con sus temas rockeros, desde el coreado "Las chicas son guerreras" del primer pase a la intensa interpretación de temas de los 90 con los que cerró la noche. Le acompañó en la tarea de animar a una masa entregada la Banda Norte, con un repertorio más comercial y alguna concesión a los ritmos flamencos. Pero cuando uno lleva dos copas baila lo que le echen.

El sortilegio de A Maruxaina convirtió en realidad el premonitorio estribillo de La Pegatina que cantaba la charanga Mekánica en sus pasacalles diurnos. "Mari Carmen, Mari Carmen, tu hijo está en el afterhours. Tú no lo sabes, tú no lo sabes, tu hijo es el último en salir de todas las raves". Esa letra es como una metáfora de una fiesta que nació en 1986 como un epílogo agosteño del Carmen y se convirtió en referente del desmadre veraniego. ¡Ay, si se entera la patrona! Pero así sucede hasta que las luces del alba dibujan la bandera de San Cibrao, con el azul del mar y el amarillo de la arena, en el muro de la isla de A Anxuela.

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