"Tú vas a morir esta noche', le dijo a mi marido antes de cortarle la cara"

Un vecino de Pol fue agredido con un cuchillo por un hombre que había trabajado en su granja y que se atrincheró durante horas en una casa y provocó un incendio en una nave
La nave en la que el agresor prendió fuego quedó arrasada por las llamas. M. MANCEBO
photo_camera La nave en la que el agresor prendió fuego quedó arrasada por las llamas. M. MANCEBO

"Entró en la casa y le dijo a mi marido: 'Tú vas a morir esta noche'. Después le cortó la cara con un cuchillo". Este es el inicio del escalofriante relato de Luz, una vecina de O Albar, en la parroquia polense de Valonga. Ella y su marido Luis se han convertido en protagonistas involuntarios de una historia que encajaría perfectamente en el guion de cualquier película de terror.

                      La nave en la que el agresor prendió fuego quedó arrasada por las llamas.
Autocargador calcinado tras el incendio. M. MANCEBO

En la otra parte está el agresor, un hombre de 38 años y de nacionalidad marroquí, que llegó hace dos meses y medio a la zona. Pidió trabajo al matrimonio, que se lo dio un tiempo, además de comida y una habitación donde dormir.

En esa misma casa donde lo alojaron, propiedad de la víctima —que se recupera de las heridas en el Hula, donde tuvo que ser intervenido quirúrgicamente—, fue donde se atrincheró durante casi doce horas tras la agresión, tiempo en el que destrozó todo lo que se le puso por delante. También causó un incendio en una nave, que quedó completamente arrasada por las llamas, antes de ser detenido por la Guardia Civil.

"No tengo miedo por lo que pasó, tengo miedo por lo que pueda llegar a pasar", reflexiona Luz, que viaja entre recuerdos para explicar que el agresor, que presuntamente estaba alojado en una vivienda que adquirió hace algún tiempo otro marroquí a unos 500 metros de la suya, apareció un día pidiendo trabajo.

"Venía casi con lo puesto. Daba lástima"

"Mi marido no tenía pensado contratar a nadie, él dijo que había trabajado con vacas, y en realidad nos dio pena. Venía casi con lo puesto. Traía una mochilita con un pantalón de chándal, unos tenis y un chusbasquero. Daba lástima", explica Luz, que asegura que durante los primeros 15 días no hubo ningún problema con él, "ayudaba en todo, incluso sin que le dijésemos nada".

Después empezó a quejarse de que tenía problemas de salud, y lo llevaron al médico a A Pontenova, "donde decía que lo tenía" y, posteriormente, también al Hula.

"Luego nos pidió una habitación, porque en el lugar donde estaba decía que tenía mucho frío, que dormía en el suelo...", sigue relatando Luz, que le dio cobijo "en un anexo pegado a la casa de mis suegros, donde tenía una habitación, un baño y una cocina".

"Le dijimos que si estaba aquí iba a ser como uno más de la familia. Lo sentábamos a la mesa. Le pagábamos el pan, la luz, el butano...", sigue recordando la mujer, que aclara que fue al poco tiempo cuando "la cosa se empezó a torcer".

"Mi marido no tenía pensado contratar a nadie, él dijo que había trabajado con vacas, y en realidad nos dio pena", relata Luz

"Quería legalizar su situación, pero a la vez se quejaba de que le dolía la espalda, de que no podía trabajar", añade, por lo que el matrimonio, que incluso llegó a consultar con el gestor la opción de regularizar sus papeles, decidió decirle "que si estaba enfermo, se marchase y se curase" y que dejase la casa.

"Mi marido le dijo que le pagaría lo que le correspondía por lo que había trabajado, pero no quiso. Decía: 'mi casa, mi casa, mi casa", recuerda Luz, que asegura que poco a poco se fue sintiendo amenazada.

De hecho, el matrimonio decidió poner en conocimiento de la Guardia Civil la situación tras varios episodios que les generaron "miedo". En una ocasión, según relata Luz, el hombre apareció de noche en su vivienda exigiéndoles dinero, en otra les amenazó veladamente con que le iba a ocurrir algo a la leche de sus vacas y también los vigilaba desde una pista próxima a su explotación o la llamaba a ella por teléfono de madrugada.

La agresión

"El miércoles yo había ido a Lugo a un cursillo y él entró en la casa y amenazó de muerte a mi marido, que le pidió que saliese de su propiedad. Intentó coger las llaves de casa, pero mi marido consiguió sacárselas, y al final cogió un cuchillo que debía tener escondido fuera y cuando estaba cerrando la puerta le cortó en la cara. Desde la nariz al ojo y en la frente. Dos cortes. Perdió mucha sangre", cuenta todavía sobrecogida Luz, quien explica que en un primer momento trasladaron a Luis en ambulancia al PAC de Meira y, después, al Hula donde tuvo que ser operado.

Tras cometer la agresión, el hombre escapó corriendo y se atrincheró en la casa que le había dejado el matrimonio. Eran las 19.30 horas y el inicio de una noche de terror.

"Destrozó toda la casa ... Gritaba desde dentro, amenazando de muerte a la Policía, lanzaba objetos", recuerda la mujer de la noche de la agresión

"Destrozó toda la casa, puertas, ventanas, arrancó el wc... Gritaba desde dentro, amenazando de muerte a la Policía, lanzaba objetos... Salió y se puso a bailar delante de los guardias, a los que insultó, y hasta se escapó por un camino", cuenta Luz, que durante las once horas que duró todo la pesadilla, hasta que a las 6.30 los agentes consiguieron detenerlo en otro alpendre en el que se había ocultado, estuvo arropada por familiares y vecinos.

El hombre también provocó un incendio en una nave propiedad del matrimonio, en la que había "más de 100 bolas de hierba" y que obligó a emplearse a fondo a los bomberos del parque comarcal de Vilalba —estuvieron trabajando desde las 3.00 a 9.00 horas— y a voluntarios de Protección Civil de Pol. Pese a los esfuerzos, la instalación quedó arrasada, así como "un autocargador-picador grande y otro más pequeño".

Pero los daños materiales no es lo que más le duele a Luz, que reconoce que toda esta situación le provoca "mucho miedo". "Miedo porque sé que va a salir y va a volver. Porque nos dijo que nos iba a matar. Y esa es la justicia que tenemos", afirma la mujer, quien cree que si esto le hubiese ocurrido "al marido de la jueza" el agresor no volvería a pisar tan rápido la calle.