Alejandro y José, unidos por el Castro

TARDES DE FÚTBOL EN EL ARTURO PEREIRO ► Alejandro Salgueiro y José Fernández, residentes en el centro de Fudace, son una cara familiar para los vecinos de Castro, núcleo que visitan a diario, y pra los aficionados del equipo local, del que no se pierden el partido

Alejandro Salgueiro y José Fernández, en el campo Arturo Pereiro. JOSÉ ÁNGEL DÍAZ
photo_camera Alejandro Salgueiro y José Fernández, en el campo Arturo Pereiro. JOSÉ ÁNGEL DÍAZ

EN OTRA VIDA es posible que Alejandro Salgueiro y José Fernández Prieto jamás se hubiesen conocido. El primero es de Vilagarcía de Arousa y el segundo, de Baralla, uno nació en 1952 y el otro no llega a los 50, Alejandro recorrió media España como futbolista profesional y José trabajó en Lugo tras estudiar en Barcelona... Dos existencias paralelas que confluyeron hace casi una década en el centro Fudace de Castro de Ribeiras de Lea y que unió su pasión por el fútbol, y más concretamente por el equipo local, el Club Deportivo Castro.

Son pocos los aficionados que acuden con regularidad a ver el fútbol en Castro y que no conocen a Alejandro y a José, siempre los primeros en llegar y de los últimos en marcharse. Cada tarde de domingo, tienen una cita ineludible con los 90 minutos de juego, manejando con habilidad sus sillas de ruedas para recorrer el camino que separa las instalaciones de Fudace y el estadio Arturo Pereiro. Y cuando al equipo de sus amores le toca jugar fuera, lo primero que hacen el lunes por la mañana es buscar el periódico y leer la crónica del partido.

José Fernández fue el primero en llegar al centro de Fudace, en un lejano 2001, cuando tenía apenas 30 años. Estudió en Barcelona, donde la casualidad hizo que justo enfrente de su vivienda tuviese el campo de fútbol del Hospitalet, por lo que se pasaba horas viéndolos entrenar día tras día desde su ventana.

Los dos acuden juntos a todos los partidos que el equipo juega como  local y son los primeros en llegar y de los últimos en irse

Tras siete años, volvió a Lugo para trabajar y, aunque parezca imposible dada su afición al fútbol, recuerda que solo fue a ver un partido del CD Lugo, en el que el conjunto local se midió con el Alcorcón.

Una subida de tensión cambió por completo su vida. Podría haber sido solo un susto, pero se cayó por las escaleras y perdió la movilidad en un brazo. Solo puede desplazarse en silla de ruedas, porque perdió el equilibrio.

Alejandro Salgueiro llegaba a Castro hace ocho años, cargado de recuerdos y anécdotas de su larga trayectoria como futbolista profesional, en la que llegó a tener una ficha de 1,5 millones de pesetas anuales, y la casa pagada.

Empezó a jugar en los infantiles del Lérez y después pasó por el Atlético Pontevedrés o el Estradense, hasta que le llegó una oferta desde Mallorca, donde vivió siete años. Los cuatro primeros militó en el Inca Constancia y después otros tres en el Arenal. En su regreso a Galicia pasó por las filas de Portonovo, O Grove, Arcade o Viladonga, para finalmente colgar las botas en el Abelga de veteranos de Cangas de Morrazo.

Si a su amigo José le cambió la vida una caída, a él fue un golpe en una uña del pie. El proceso de recuperación se complicó y llegaron la gangrena, la amputación de la pierna y la silla de ruedas, convirtiendo en valiosos recuerdos los tiempos compartidos con jugadores de élite como Amador, que llegó a ser portero del Real Madrid, o con Pereira, que ganó una Uefa con el Valencia. O anécdotas como su rechazo a fichar en el Cambados, porque no quería estar vinculado al contrabando de tabaco.

Ambos están integrados en un pueblo al que llegaron por casualidad, marcados por un infortunio al que hacen frente juntos, compartiendo cafés matutinos en Castro y tardes de fútbol.

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