"Os coñecidos dese monstro din que é moi 'bueniña', pero a miña nena está no cemiterio"

José Manuel Leal, padre de Desirée, ha atendido a los medios ante la Audiencia Provincial de Lugo ► Este miércoles está teniendo lugar la tercera jornada del juicio
José Manuel Leal. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera José Manuel Leal. VICTORIA RODRÍGUEZ

Antes del inicio de la tercera sesión del juicio por el crimen de Desirée —que tuvo lugar en Muimenta en 2019, cuando la pequeña tenía 7 años—, el padre de la víctima, José Manuel Leal, ha atendido a los medios de comunicación.

Leal ha cargado contra los amigos de la acusada, su expareja, de quienes dice que "están montando unha película". "Os coñecidos dese monstro veñen aquí a dicir que é moi bueniña, pero a miña nena está nunha caixiña no cemiterio", señaló Leal.

Después de las dos primeras jornadas de juicio, lamentó que esas personas "viñesen contar catro mentiras, para tentar demostrar" que Ana Sandamil "é unha vctima", cuando en realidad es "una presunta asesina".

"Gustaríame dicir o de asasina só, pero aínda non foi condenada. Aínda non hai un veredicto", dijo Leal, quien no tiene dudas de que la madre asesinó a la hija para hacerle daño a él. "Como dixo o meu avogado, se hai dous nunha habitación e un queda morto, creo que está claro", sentenció.

También incidió en que su hija intentó defenderse de la supuesta acción de su madre. 

José Manuel Leal también ha señalado el papel de los expertos en el juicio, que considera que le dan la razón a su versión de que Ana Sandamil era consciente del crimen que cometía. Algo en lo que coincide con los representantes de las acusación popular.

Por su parte, el abogado que ejerce la acusación particular en nombre del padre, Manuel Ferreiro, reconoció que las de este martes fueron "las primeras declaraciones relevantes" desde que comenzó el juicio, porque "los primeros sanitarios" que llegaron a la casa de Muimenta explicaron "el escenario que vieron".

En ese sentido, aunque la defensa intenta "llevarlo todo hacia una pérdida de memoria", para encuadrar lo sucedido "dentro del trastorno psiquiátrico", opina que la declaración de los facultativos contradice esa versión de la madre, por más que "testigos de parte de la acusada apoyan su versión, esencialmente, con respecto a su estado mental en los días, semanas y meses previos a los hechos".

"Cómo encaja en este puzle que elimines restos de sangre. Que escondas la ropa que llevabas, que te arregles. No encaja. Más que cuestionarlo ética o moralmente, que no es trabajo de este tribunal, no somos capaces de entender cómo encaja esto en la versión de alguien que pierde la cabeza y mata a la niña o bien de alguien a quien se le intoxica una hija".

"Sostenemos que ella actuó de forma plenamente consciente", insistió, y aunque "había una afectación, era parcial". "Sabía lo que hacía. Aunque sus facultades se viesen mínimamente afectadas", añadió. 

Y es que este martes , en la segunda sesión del juicio, el médico que atendió a la madre aseguró que cuando asistió a Ana Sandamil, después de que la niña apareciese muerta y de que ella supuestamente tomase pastillas para intentar quitarse la vida, estaba "tranquila, relajada" y con "un nivel de conciencia pleno".

"No tenía ninguna alteración en ese momento", ha apuntado. El médico ejercía ese día en Muimenta, donde compartían casa la víctima, su progenitora y la abuela de la menor, y se desplazó al domicilio tras una llamada del 061. Al llegar, vio a Ana en un sofá, tapada con una manta y junto a su padre. Tras preguntarle si había tomado pastillas, ella aseguró que sí y que había devuelto lo ingerido. Él quiso ver lo expulsado, pero ya había sido recogido "por un policía judicial".

Según la Escala de Glasgow, que evalúa los tipos de respuesta motora y que va desde el 3 (coma profundo) al 15 (normalidad), Ana Sandamil presentaba el 15 y estaba "tranquila", "relajada".

La enfermera que acompañó al médico ha corroborado esto mismo y ha ahondado en que la paciente respondía a órdenes perfectamente, también en el traslado en ambulancia al Hula. "Neurológicamente" respondía a todos los estímulos, ha ratificado.

Tanto a la enfermera como al médico les llamó la atención que en el domicilio, donde había mucha gente y se vivía una situación de nerviosismo para todos, Sandamil mirase al padre siempre antes de contestar, aunque no vieron en él gesto alguno que pudiese inducir en ella una contestación u otra.

"NO SÉ". "No sé", esa fue la respuesta que proporcionó Ana Sandamil al ser preguntada por el sargento de Cospeito por la muerte de su hija, la niña Desirée Leal.

En la Audiencia Provincial de Lugo, donde se celebra la vista por el crimen con un tribunal popular, este mando ha contado que María estaba "muy nerviosa, muy acelerada" y que le relató que había intentado despertar a la menor, que la había zarandeado, pero que ya "estaba fría".

De nuevo, ha contado que ambas estaban separadas, María en su habitación y Ana en el salón, "tumbada en el sofá", y con la puerta cerrada.

En el caso de Ana y María, en su presencia "en ningún momento se juntaron ninguna de las dos", y respecto a Ana y su padre, José Luis, que permanecieron en el salón, "allí no se hablaba nada", ha contado, al menos en los ratos en el que este oficial accedió a esa estancia.

Este sargento tuvo información de que Ana se había intentado quitar la vida, por la abuela, que le habría preguntado a la encausada si le había dado algo a la niña, y que la respuesta que obtuvo fue que no, pero que no sabía si ella se habría tomado pastillas del fármaco que disolvió para ella.

Por otra parte, Ana Sandamil pidió a los miembros de la sección de investigación de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Lugo que la entrevistaron en urgencias del Hospital Lucus Augusti su identificación y no quiso luego firmar la declaración sin membrete.

Uno de los agentes ha relatado a la sala que si hablaron con ella fue porque se la veía "coherente, totalmente lúcida" y que para hacerlo pidieron al padre de la encausada, José Luis, que saliese del box, algo a lo que accedió sin problema alguno.

Entraron dos efectivos, y el testigo salió por una llamada, fue a la vuelta cuando su compañera le informó de que la procesada pedía sus placas, para saber quiénes eran.

El agente había mostrado su credencial en circuitos anteriores, ante el personal de seguridad y médico, y ante el padre, pero no ante ella, aunque no tuvo el menor problema en hacerlo, verbal y documentalmente.

Después, el testimonio que elaboraron con el procesador de texto de un ordenador que había allí, Ana no quiso firmarlo porque "no llevaba membrete" y le habían recomendado que así no. La declaración duró 50 minutos, y hasta esa parte final, no había mostrado "ningún inconveniente".

Fue antes de las dos últimas preguntas cuando sus dudas asomaron, porque antes se había mostrado "colaboradora" y contó tanto su intento de suicidio como que había visto a la pequeña tirada en el suelo de la habitación.

GUARDIA CIVIL. Un guardia civil que el 3 de mayo de 2019 se encontraba en prácticas adscrito al puesto de Castro de Rei, ha contado este miércoles en la tercera sesión del juicio que vio raro el hecho de que la acusada, Ana Sandamil, madre de la menor, estuviese "tranquila" y que la abuela materna de la niña, María, no quisiese ir con su hija.

Este agente ha contado, por videoconferencia, que la encausada estaba junto a su padre, José Luis, en el salón de la casa de Muimenta donde todo sucedió y que la encontró "bastante tranquila", "medio adormilada", y, en suma, "que no tenía una reacción acorde a esas circunstancias".

Este efectivo ha relatado que cuando accedió al domicilio estaban allí los servicios de emergencias, que a los pocos minutos certificaron la muerte de la víctima y, pese a que no realizaron inspección ocular y cerraron la puerta para evitar contaminación a la espera de la llegada de la Policía Judicial, sí vio cosas llamativas.

Entre ellas, "un poquito de sangre" en el labio de la pequeña, también "a cada extremo de la almohada", en un calcetín y en una zapatilla de deporte de la menor.

La abuela, con la que habló este efectivo, porque con la madre no llegó a hacerlo, estaba "muy alterada", por lo que llamó al servicio de psicología y, como tenía que ponerse un familiar, pasó el teléfono al abuelo materno de Desi, exmarido de María.

A este agente la abuela le dijo que no quería ir al salón: "allí no quería ir, donde estaban la madre de la niña y el abuelo". Ana estaba tapada con una manta "hasta cubrirse" casi toda la cara, ha relatado este guardia en sala, y la abuela, por su disconformidad con entrar, fue llevada a un compartimento contiguo.

CURANDERO. Carlos Sánchez, curandero que aplica terapias naturales, atendió a Ana Sandamil. En la Audiencia Provincial de Lugo ha contado este miércoles, en la tercera sesión del juicio, que la encausada fue a su consulta por un problema de insomnio.

"Un cuadro normal en los tiempos en que estamos viviendo, de falta de sueño y ansiedad", ha expuesto en sala, y ha comentado que acudió a verlo con la niña, que tenía 7 años cuando falleció, y que la vio muy pendiente de ella. Su visita fue bastante antes del crimen, pero no ha podido concretar fechas, ni si estuvo una o dos veces allí.

Este hombre aconsejó a Ana que hiciese deporte, que acudiese al balneario y quiso enviarle técnicas de meditación, pero ella no requirió este apoyo. "Cogería otra recomendación", ha deslizado. Ha indicado que Ana le contó que estaba separada y que no le refirió ninguna otra complicación, por lo que él vio a una persona que quería sacar adelante a su hija como cualquier otra.

No le aconsejó este profesional a Ana Sandamil suplemento alguno y tampoco indagó en sus asuntos. "Nos quedamos a nivel de información y energía", "escuchamos el cuerpo", ha detallado, dejando caer que quizá es difícil de comprender.

Ana recurrió a él porque la cita la pidió para ella su madre, María, a la que Carlos Sánchez ya había tratado. La abuela de Desi le llamó porque Ana "no dormía y andaba cansada".

SARGENTO. Un sargento de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Lugo ha relatado este miércoles que la madre de la víctima y única acusada de su crimen mostró una actitud "no colaboradora", e incluso a la "defensiva".

Eso les hizo sospechar que el motivo que les dieron para acudir a la casa de Muimenta, una ingesta de pastillas, no era el real, algo que desde el primer momento tuvo claro porque apreció "sangre desperdigada" en la habitación donde durmieron madre e hija, en la que todo sucedió.

En el suelo, en prendas (zapatilla de deporte y calcetín) y en áreas del cuerpo de la pequeña, ha relatado. Este oficial pudo hablar con María Novo, abuela de la cría, que pernoctó en otro recinto, fue avisada por Ana de que Desi había muerto, llamó al 061 e intentó reanimarla. "Efectivamente había llamado ella. Le dimos veracidad", ha dicho.

De Ana Sandamil, que estaba en el salón, recostada en el sofá, "muy tapada", y junto a su padre José Luis, ha indicado este sargento que tenía los "ojos llorosos, hinchados", no sabe si de dormir mal o qué, pero que "estaba bien, respondía perfectamente a las preguntas, estaba consciente plenamente, no es que te respondiera con incongruencias, tampoco estaba ida".

En un momento dado, tuvo una "actitud un poco defensiva", al aclarar "me encuentro mal, no quiero responder más", razón por la que se llamó a una ambulancia. En otro, reaccionó con una negativa cuando, para ver cómo respiraba, este mando le avisó de que necesitaban llevarse los móviles y la tableta.

"Se quedó pensativa y miró a su padre. 'Bueno, esto habrá que consultarlo con un abogado'", terció el abuelo materno de Desirée. "No, no os dejo que lo llevéis", se apresuró a decir Ana, según su relato. La "no colaboración manifiesta" le escamó más todavía. "Lo siento, pero esto queda intervenido cautelarmente", se le hizo saber

MOMENTOS DE TENSIÓN. Una jornada más se han vuelto a vivir momentos de tensión a la llegada de Ana Sandamil a la Audiencia.