La primera mirada a un símbolo

César Candelas saca a la luz el manuscrito en el que Santiago de la Iglesia da a conocer el descubrimiento de dos yacimientos arqueológicos ponteses y del vaso campaniforme
Vaso campaniforme. EP
photo_camera Vaso campaniforme. EP

El vaso campaniforme se ha convertido en un símbolo de As Pontes -incluso su réplica es regalo institucional-, pero son muchas las dudas y las polémicas que giran en torno a esta vasija milenaria. A finales del siglo XIX se encontraron dos: una desapareció en el XX y otra, en parte reconstruida, la tiene en custodia la USC. Y de ella se confirma algo más ahora: apareció entera.

El historiador pontés César Candelas ha publicado en Cuadernos de Estudios Gallegos un artículo que saca a la luz, por primera vez, el manuscrito del médico ferrolano Santiago de la Iglesia, en el que relata el descubrimiento y la primera excavación de los yacimientos arqueológicos de A Vilavella y A Mourela en 1893, antes de que pasasen por As Pontes otros arqueólogos, como Federico Maciñeira. La primera noticia sobre su existencia -de ellos no queda ya ni rastro por la mina o la construcción de la AG-64- la dio Leandro de Saralegui en 1894.

"Hoy, cuando ya nada de esto queda, rescatamos el recuerdo de aquellos yacimientos y de su descubrimiento y primera excavación por el doctor de la Iglesia a través de la transcripción del manuscrito que él mismo redactó para dejar memoria del suceso", indica César Candelas, que asegura que "no se trata de las notas simples de la excavación, sino más bien del borrador de un artículo que, por alguna razón que desconocemos, no llegó a publicarse".

"Me parece, leyendo entre líneas, que consideraba imprecisas, o no ajustadas a la realidad, algunas de las afirmaciones sobre su trabajo y que se subestimaba la importancia del mismo, pero es una simple opinión o suposición", indica el historiador pontés, al tiempo que explica que el texto, redactado al menos dos años después del descubrimiento, se custodia en la Biblioteca Xeral da Universidade de Santiago.

EL HALLAZGO. De la Iglesia, en un texto que incluye dibujos hechos por él, realiza un repaso a las excavaciones -no duraron más de diez o doce días según el historiador pontés- y constata la existencia de «un considerable número de túmulos, dólmenes y hasta tres círculos líticos».

Entre los hallazgos asociados, además, destaca un vaso campaniforme completo, "único en su especie en aquel momento", dice César Candelas, otro en varias piezas, una diadema de oro, una maza ceremonial trilobulada, varias puntas de cobre y algunas hachas de piedra.

"Relata con todo detalle el descubrimiento del famoso vaso campaniforme, que no estaba fragmentado, lo que sucedería en caso de haber sido estrellado dentro del ritual de enterramiento, que era la idea más extendida hasta ahora, sino que estaba completo, entero y en su posición original", dice Candelas.

"La vasija estaba en pie, agrietada por el enorme peso del túmulo, fragmentada, pero no estrellada en el momento del sepelio, puesto que, llena y rodeada de tierra, todos sus trozos estaban colocados en el lugar que le correspondían; si fuese posible extraerla con la tierra que la rodeaba y trasladarla íntegra, sería fácil ir desprendiendo toda su envoltura y ofrecerla a la vista entera, aunque agrietada», reza el manuscrito, que habla de una vasija de barro rojiza «con dibujo de la época robenhausiana, con líneas circulares y trazos punteados", de 14,5 centímetros de alto por 16 de ancho en la panza, con un modelado tan perfecto que parece hecha con torno y con "cochura mediana: la suficiente para que en estado de sequedad tenga aceptable dureza, y harto incompleta para que empapada en agua, como lo estaba al ser encontrada, se desmenuzase entre los dedos".

"La desgracia del vaso campaniforme ya comenzó en el mismo momento en que fue descubierto, como reconoce el mismo De la Iglesia", dice el historiador pontés, tras publicar el trabajo de los que fueron los primeros ojos en ver la vasija en 4.000 años.

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