Plácido Orosa: "Desde siempre quise ser médico, ya iba con mi padre a todas las aldeas de Vilalba"

Lleva tres décadas afincado en Valencia, pero jamás ha olvidado el lugar en el que nació y vivió su juventud, hasta el punto de que a principios de año se animó a poner su experiencia médica al servicio de los vilalbeses en la clínica San Ramón, a la que acude una vez al mes, sin pesarle los mil kilómetros que separan la capital chairega de Gandía, donde reside.
Plácido Orosa Fernández, cardiólogo vilalbés. EP
photo_camera Plácido Orosa Fernández, cardiólogo vilalbés. EP

Es hijo de Plácido Orosa, un médico muy recordado en Vilalba, ¿qué recuerdos tiene de su padre?
Mi padre era una persona genial. Su tío era Plácido Peña, un especialista en el pulmón que tiene dedicada una calle, y por él fue por quien mi padre se instaló en Vilalba, renunciando a ser catedrático en Santiago para ser médico de cabecera en Vilalba, donde estuvo más de 50 años. Era el médico que no cobraba, se le conocía como el médico de los pobres y la gente lo quería mucho. Lo suyo era vocacional y tenía habilidades especiales, incluso hacía pequeñas cirugías. En Santiago fue premio extraordinario y le concedieron una beca de un año para la Sorbona. Cuando vio lo afectado que estaba el que había quedado segundo le propuso repartirse seis meses cada uno. Así era él. Era muy progresista, muy avanzado para la época y siempre defendió a las mujeres.

Con esos antecedentes, ¿dedicarse a la medicina era inevitable?
Sí, yo desde siempre, desde pequeñito, quise ser médico, cardiólogo. Iba con mi padre a todas las aldeas y puedo decir que las conozco todas. Él primero fue a caballo y después en jeep a los sitios más remotos de Vilalba.

¿Y por qué el corazón?
Es una especialidad de las más importantes que siempre me había llamado la atención. Cuando estaba estudiando, tenía como docente al cardiólogo Gil de la Peña y yo tenía claro que quería hacer eso.

¿Y ha habido algún momento de arrepentimiento?
Nunca, seguiré hasta que me muera con lo mismo, porque siempre lo he pasado muy bien, disfruto con lo que hago, me considero un afortunado, pagaría por hacer lo que hago.

¿Qué recomienda para cuidar el corazón?
A los vilalbeses les aconsejo no comer tanto y que eviten las grasas saturadas, lo que sé que es difícil. También hay que cuidar los factores de riesgo, como la tensión, el colesterol... y hacer deporte. Y es muy importante que se vean de vez en cuando, que se hagan un electro o una eco, sobre todo si hay antecedentes, porque el problema del corazón es que no avisa. Los jóvenes que hacen deporte tendrían que hacerse siempre un chequeo elemental para reducir el riesgo de muertes súbitas como las que vemos de vez en cuando.

Me mueven las ganas de ayudar y conectar con mi pueblo y mis amigos y el pasar consulta me obliga a ir cada mes

Hasta hace solo unos meses, era el jefe de cardiología del hospital de Gandía, ¿qué lo llevó a renunciar y a centrarse en las consultas?
Básicamente, fue por un problema de organización. La medicina está muy limitada por los presupuestos, yo quería ampliar mi servicio, crear una unidad de hemodinámica, pero no se pudo hacer, y como sentía que no podía progresar más, me decidí a buscar otras vías y ahora paso consulta en distintos centros de la zona, además de en Vilalba.

¿Cómo le afecta al trabajo diario el coronavirus?
Lo ha invadido todo y ha desplazado a otras enfermedades, como las cardiopatías, que no pueden atenderse. Si ya había demoras, ahora las revisiones son más tardías y escasas. Y el virus también le afecta al corazón, genera arritmias. Todo esto me ha hecho pensar en echar una mano a mis paisanos de Vilalba, porque hay muchos problemas que tienen solución si se atienden a tiempo.

¿Esa es la razón de apostar por pasar consulta en la clínica San Ramón de Vilalba, a casi mil kilómetros de su casa?
Sí, quería apoyar un poquito a la gente que necesita una asistencia más continua y reglada. Me mueven las ganas de ayudar y  conectar con mi pueblo y con mis amigos, porque el pasar consulta me obliga a ir mensualmente y una cosa tira de la otra. Me apetecía mucho reestablecer el contacto con la gente de mi pueblo, porque pese a estar lejos, siempre he estado muy ligado a Galicia, es una constante en mi vida, una obsesión, y mi corazón siempre ha estado en Vilalba.

El coronavirus lo ha invadido todo y ha desplazado a otras enfermedades, como las cardiopatías

Lleva tres décadas en Valencia, ¿qué lo llevó a asentarse ahí y no regresar?
Por motivos familiares. Pero en mi casa son todos muy gallegos aunque vivan aquí, se toma pulpo, tarta de Santiago... Y yo nunca he dejado de tener amigos y relación con Vilalba y antes de pasar consulta en la clínica San Ramón ya procuraba ir cada tres o cuatro meses. Y también tengo que decir que el estar lejos me ha hecho valorar más a la gente gallega, creo que tenemos unos valores morales y una forma de ser por encima de la media de España, somos de los mejores. Es cierto que somos un poco peculiares, con el humor y el idioma, pero especiales en lo bueno.

Habla de ayudar y otro de sus grandes compromisos es la ONG Viviendas para los Sin Techo, que preside.
Llevamos 20 años trabajando en África y en Sudamérica y a través de ella enviamos personal y material médico a donde se necesita. Yo procuro ir todos los años a algún país y allí dejar sentadas unas bases para que ellos puedan actuar. Por ejemplo, les dejo un electrocardiógrafo y luego les ayudo desde España, con asesoramiento y un contacto continuo. Es lo más operativo.  

"Las series y películas de médicos son muy fantasiosas, porque todos hacen de todo"
¿Un doctor de referencia?
A mí me ha marcado el profesor Fuster, un cardiólogo que tiene ya cerca de 80 años.
¿Un avance médico?
Como soy cardiólogo, la ecocardiografía, que puedo realizar en Vilalba con un aparato portátil. Y también la resonancia.
¿Una operación?
Un bypass aortocoronario, que permite la revascularización en el corazón en casos de infarto.
¿Qué le parecen las series o las películas de médicos? 
Son muy fantasiosas, porque todos hacen de todo. Las películas a veces distorsionan la realidad, aunque también tienen su parte educativa, pero a mí no me gustan mucho.
¿Un libro?
El que más me ha impactado es ‘El médico’, de Noah Gordon.
¿Un viaje?
Guatemala, el país de los volcanes, es de los países más bonitos. Y a través de la ONG he podido conocer y tratar a Rigoberta Menchú, premio Nobel de Paz. 
¿Una afición?
La vela ligera y correr por las ‘corredoiras’.
¿Un lugar para desconectar?
Siempre Vilapedre.
¿Un rincón de Vilalba?
El Rañego.
Si no fuese médico sería...
Abogado, porque también ayudan a la gente.