La plantación se encontraba en la finca propiedad del acusado –como reconoció este miércoles en el juicio, celebrado en la sala de lo Penal número 2 de Lugo–, donde disponía de una nave y de un galpón, con un tendedero en el que secaba las plantas, algunas de ellas con cogollos ocultos bajo una lona, según se especifica en el escrito de Fiscalía. La Guardia Civil remitió, además, que había también macetas con plantas para su posterior trasplante.
DEFENSA. La defensa, por su parte, niega que las plantas se hubiesen cultivado para el tráfico ilícito de estupefacientes y sostiene que eran para consumo propio. Según expuso el letrado, Francisco Azorín Ortega, del estudio jurídico Brotsanbert, experto en tráfico de drogas y cannabis, pese a que el volumen de plantas incautadas se corresponde con la realidad, el pesaje final de las hojas fue erróneo y se reduce a 4,5 kilos y no a 10, como informó la Guardia Civil.
"El pesaje, de 11,7 kilos, no lo compartimos porque no se ajustó al protocolo establecido. El peso real serían 4,5 kilos y no 11,7 y esta cantidad es inferior a los 7,3 kilos anuales que varias sentencias establecen como acopio anual de un consumidor abusivo, a razón de 20 gramos diarios. Por lo tanto, sostenemos que, en base al peso que hacemos nosotros y que se corresponde con el protocolo, mi defendido utilizaría las plantas para consumo propio mientras no haya pruebas que demuestren un tráfico de sustancias y, por lo tanto, pedimos su libre absolución", indicó el abogado.
Francisco Azorín asegura, por otra parte, que existe reciente jurisprudencia del Supremo donde se abunda en que una cantidad de cannabis incautada inferior a los 7,3 kilos puede considerarse para consumo propio y, por tanto, no sería fiscalizada "dado que, además, la cosecha es anual y, por lo tanto, se correspondería con el consumo máximo permitido en ese periodo", añade.