Perfil. Ónega, una vida entre el periodismo y la política

En su memoria se grabaron especialmente los meses que pasó como gobernador civil en Vizcaya
Ónega. AEP
photo_camera Ónega. AEP

En la larga trayectoria política de José Ramón Ónega López (Pol, 1939/2021), hubo unos meses especialmente grabados en su memoria. Son los que transcurren de 1982 a 1984, cuando es gobernador civil de Vizcaya y ha de vérselas con la muerte a diario.

Sus palabras lo expresaron con acierto: "He vivido esta trágica y pestilente tragedia como gobernador civil de Vizcaya. En los pliegues del alma guardo las madrugadas en que los lamentos desgarrados de viudas, padres y familias, abatidas por el dolor, abrazaban desesperadamente los féretros de sus seres queridos en el Salón de los Espejos. En este salón de la Plaza Moyúa, herencia de la aristocracia vasca, se conservaban los espejos que habían reproducido bailes y recreos de aquella sociedad elegante y despreocupada. Ahora los espejos, en velatorio trágico, triplicaban los féretros a los que se agarraban, con desesperado dolor, las familias de los asesinados".

De los dos hermanos Ónega, fue José Ramón el primero en ejercer el periodismo, pues entre 1958 y 1959 se estrena como corresponsal de El Progreso en Mosteiro. Es cierto que Fernando le sigue muy pronto, pues con 12 años —marzo de 1961—, ya firma su primera entrevista.

Entre ambos Ónega, sus padres, el juez municipal José Ramón Ónega Lenza y Angelita López Lodos, tienen otro hijo en 1940, Ángel Carlos Gonzalo, que fallece en el 41, a los catorce meses.

Bajo la influencia de Ricardo Fernández Castro, Ónega inicia su carrera política siendo aún estudiante de Derecho en Santiago, como jefe del Departamento de Información del SEU en 1960, desde donde ejerce una intensa labor, como por ejemplo, en la redacción de una página semanal en La Noche, la organización de un homenaje a Valle Inclán en los 25 años de su muerte y ciclos de conferencias en los que participan, entre otros Trapero, Félix Morales, Borobó, Enrique Mariñas, Víctor Sueiro y Alejandro Armesto.

Asimismo se hace cargo de la revista Quintana, donde van a aparecer las firmas de Couselo, Marina Mayoral, Jaime Cremades, Diego Bernal y Álvaro Paradela, entre otros.

Poco después de licenciarse en Derecho, el año 1964, es operado de apendicitis por el doctor Fernández Albor. Dos años más y cuando es jefe de la Secretaría Particular del delegado nacional de Provincias, se casa en San Vicente de Vilameá (A Pontenova), con María Esther Coladas-Guzmán González, licenciada en Ciencias Químicas, para ser padres de tres hijos, de los cuales sólo le sobrevive Gonzalo, pues José Ramón y María Jesús fallecen prematuramente.   

Va a ser secretario nacional de Provincias, director general de Política Interior, gobernador civil de Zamora y Vizcaya, presidente de las comisiones nacionales contra la violencia deportiva y de Asilo y Refugio, y delegado de la Xunta y director de la Casa de Galicia en Madrid, que ejerce hasta su fallecimiento.

Entre sus libros, Los Judíos en el Reino de Galicia, Odoario el africano, José Mª Díaz Sanjurjo. Un gallego en Vietnam, y los dedicados a A Pontenova y Pol.

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