"Pensabas que ía arder a túa casa, o máis traumático foi a espera"

El incendio en la Casa de las Maragatinas obligó a Juan, María y sus dos hijos a dejarla "co posto". No saben cuándo volverán
Juan Fernández y María Carballeira. EP
photo_camera Ayer continuaba el relleno del solar donde estaba la Casa de la Maragatinas.

"Estábamos durmiendo plácidamente y oímos un ruido ensordecedor, mi mujer se asomó a la ventana y vio que había caído la fachada de la casa de al lado; seguíamos oyendo como un rugido, un soplido. No había luz y no sabíamos qué hacer". Así inicia Juan Fernández, vecino del edificio de la Rúa da Pravia 49 de Vilalba, el relato de una madrugada de las que quedan grabadas a fuego en la memoria de la gente, y más aún de aquellos a quienes les toca vivirlo en primera persona.

Padres de una niña de cinco años y de un niño de dos y medio, los ruidos del exterior les llenaban de preocupación y ni siquiera tenían claro si salir por la puerta principal del edifico o por la parte trasera. Entonces, vieron a los servicios de emergencia en la calle y estos les animaron a salir. "Cogimos a los niños, y en la puerta nos encontramos con una técnica de las ambulancias, a la que le estamos muy agradecidos, que cogió a la niña; nos alejamos del edificio y al cabo de un rato, empezó el incendio", cuenta.

"O ruído que sentías ao saír, o susto, vías que non podían facer nada co lume e non sabías a onde chegaba, pensabas que ía arder a túa casa... o máis traumático foi a espera, a tardanza", precisa su mujer, María Carballeira, que no logra entender como tardaron tanto en cerrar el suministro de gas, que mantenía el fuego activo. "Tardaron un montón en venir a cortar el gas, tuvo que venir una persona de Lugo a cortarlo y veías a los bomberos peleando, protegiendo nuetras viviendas...", cuenta Juan. "Sentiamos o gas e pensabamos, mentres haxa gas, vai haber lume, da igual o que fagan os bombeiros", añade María, haciendo también hincapié en el "desamparo" que experimentaron en esas primeras horas.

"Non estivo ben xestionado, supoño que a todos nos desbordou a situación", dice. En ese momento en el que agradeces cualquier gesto, sienten que les faltó el soporte, una cara amiga que les preguntase: "Necesitas algo?". "Non tivemos unha solución inmediata, nós axudámoslles aos nosos veciños, hai unha señora maior, e había que axudala", relata María. "Mi mujer y mis hijos se fueron a casa de mis padres y también nos llevamos a la señora, después a nuestros vecinos les reservamos un hotel, los llevamos allí y nosotros nos quedamos con mis padres", recuerda Juan sobre la larga madrugada del lunes, en la que salieron de casa "co posto".

"O luns a nena non foi a escola, como non a mandase co pixama...", recuerda María, que tuvo que ir a comprar ropa para sus hijos y para ella, porque sino tampoco podía ir a trabajar. "O meu home puido teletraballar dende a casa de seus pais, cun ordenador que lle deixou seu pai, pero eu ata tiven que pedir un coche prestado, porque os nosos estaban no garaxe e non podiamos acceder", relata. Ya los han recuperado, pero al entrar al garaje lo encontraron inundado, lo que les impidió recuperar el coche eléctrico de su hija.

También pudieron entrar a su piso. "Aparentemente está bien, hay algún desperfecto, sobre todo en la parte común, el ascensor aún no funciona, pero los servicios creo que ya están restablecidos", explica Juan, que recuerda que desde el Concello les recomendaron no volver mientras hubiese obras. "A ver se para finais da semana, imos deixar uns días de marxe mentres están alí", avanza María, mientras su marido reclama que desde el Concello les digan algo "oficial" y, sobre todo, les garanticen que el edificio es seguro.

Aún conviven con la duda. "Teño medo, e aínda que todas as nosas cousas están alí, e que é a miña casa, non quero volver ata que alguén me diga que podo facelo 100% tranquila", asegura María, que apunta que, si bien ella no lo vió, los vecinos de Porta de Cima les contaron que "corría agua coma un río, supoño que rompería algunha tubaxe". "Eu non o sei, pero se eso causou que caese a fachada dunha vivenda que se vía ben, non podes deixar de preocuparte aínda que vexas o teu edificio perfecto, iso é o que máis inquedanza me xera", plantea María.

De las cerca de 30 personas desalojadas en la madrugada del lunes, algunas ya pudieron volver esa misma noche a casa, pero por precaución, mientras se prolongaban las tareas de extinción, reparación de servicios y desescombro de la que fue la Casa de las Maragatinas, a los de los edificios aledaños se les pidió no volver.

"Sobre la una oímos un ruido muy grande, todos nos asomamos y ya vimos que cayera la fachada de las Maragatinas y más tarde empezó el fuego, al romper las tuberías del gas y los cables de la luz, pero pasó tiempo y no hubo explosión", dice otro de los vecinos, que recuerda lo vivido "como una película, llegaban las llamas a la altura del edificio de al lado, era impresionante".

Él se suma a las críticas de Juan y María. "Los bomberos vinieron muy rápido, porque los avisaron al caer la fachada y tardó al menos 15 minutos en empezar a arder, pero el del gas vino desde Lugo, si se hubiese podido cortar antes...2, apunta quien también pudo acceder, acompañado de un bombero, a su casa, ese lugar donde "tienes toda tu vida" y al que está deseando volver. Porque es su casa y porque los últimos días los ha pasado "aburrido, viendo pasar las horas".

A la espera de los informes técnicos 
Aunque la empresa Cholo daba por concluidos para hoy los trabajos para asegurar la zona del incendio, rellenando el solar de la casa a la altura de la acera, el Concello ha decidido mantener la Rúa da Pravia cortada al tráfico a la espera del resultado de los informes técnicos que han solicitado para determinar si los edificios colindantes son seguros, tal y como ha precisado la alcaldesa, Elba Veleiro. Por ese motivo, los vecinos desalojados no podrán volver aún y se ha decidido cerrar de nuevo el banco. La tienda de ropa, afectada por el agua, ya no había abierto.