Pedaladas solidarias a los confines para recaudar alimentos para familias necesitadas

Siete ciclistas arrancaron el viernes de Vilalba para completar 450 kilómetros de ida y vuelta del Camino hasta Fisterra 

Siete ciclistas, 42 horas, 450 kilómetros y muchas ganas. Son los números con los que partían el viernes por la tarde Javier Ares 'Viusky', Laura Rey, Óscar García, Pablo Yáñez, Casiano Engroba, Gonzalo García y Javier García desde la vilalbesa Praza da Constitución con el objetivo de llegar a Fisterra y regresar y, así, completar este reto deportivo y solidario. Y es que la meta está en alcanzar los 450 kilos de productos de primera necesidad para las 20 familias que atiende Cruz Roja de Vilalba.

Aún en pleno recuento del total de donaciones -también se aceptaban en metálico-, hubo, al menos, un propósito que sí alcanzaron. Y con creces.

A las 12.06 de ayer, en 41 horas, una menos de la prevista, llegaron los aventureros al punto de partida y, a sus espaldas, 450 kilómetros del Camino de Santiago por Muxía y Fisterra y de vuelta a casa, donde los esperaban familiares, compañeros de la Agrupación Polideportiva San Ramón y de Biciclistas Galegos, y la alcaldesa de Vilalba, Elba Veleiro, junto al edil Xosé Teixeiro, en representación del Concello que colaboró en la iniciativa.

Y aunque los siete arrancaron en compañía de colegas como Pedro Escolante, que hizo con ellos los primeros kilómetros, la savia nueva que entró a lo largo del recorrido hizo que se les renovasen las fuerzas. "Cando volviamos de Muxía, en Negreira, saíunos Roberto Pena, do Club Ciclista Vilalba-As Pontes, que veu marcando o ritmo ata Santiago", dice Javier García, uno de los ideadores del reto junto a Viusky y Casiano. "Para a chegada a Fisterra tamén tivemos a Manuel Díaz, de Biciclistas, e os pequenos do club, Uxía, Rubén e Xiao, acompañáronnos desde Pígara. E os meus fillos Aaron e Adriana foron ao San Alberte para sacar a foto", añade.

A quien sí tuvieron en todo momento fue a los miembros de Cruz Roja, "sempre pendentes de nós", apunta Javier, a Hugo Engroba, como chófer, y a Alberto Saavedra como chef. Con un furgón en el que llevaban todo lo necesario para pasar los casi dos días y un cocinero que les preparó lasaña, ensalada de pasta, milanesa o tortillas. El esfuerzo era premiado en las paradas que tocaban.

Con un ritmo medio de 17 kilómetros por hora, dejaron de pedalear para comer, para fotografiarse en la catedral, en el faro de Fisterra -al que llegaron a las 13.07 del sábado-, en Muxía o Ponte Maceira, y para dormir en el Campus Sur compostelano, de 3.00 a 6.30, y en el Monte do Gozo, de 1.00 a 4.00. "A primeira noite só Viusky durmiu a perna solta, pero na segunda xa todos estabamos KO", recuerda Javier. Una de las muchas anécdotas que traen de una aventura en la que "houbo moi bo rollo e nos apoiamos uns nos outros", pese a algunos tramos duros, como el de Negreira a Monte do Gozo en la tarde-noche del sábado, y el regreso de Fisterra. "Pensar no que fixeches e no que aínda che queda, custa. Xa sabiamos que aí nos daría o baixón".

Aún exhaustos, reconocen que es pronto para organizar otro reto, aunque sí hablaron de "facer o Camiño Primitivo". Quizás dentro de otros dos años, el tiempo que les llevó materializar una idea que surgía en 2018. Para hacerla realidad, todos agradecen el apoyo de sus colaboradores: Biciclistas Galegos, Caixa Rural, Codan, que donó alimentos; Velaibike, que cedió piezas y bicicletas; Hermanos Falcón, que puso el furgón y el combustible; Pastelería Anllo, que entregó un roscón, y el supermercado Seti, que aportó bebidas.

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