El pazo del conde Pallares busca dueño

UN MERCADO CON MUCHOS CEROS. ¿Le gustaría vivir en una cason de hace varios siglos? ¿O tener su propia aldea? Internet ofrece cada vez más propuestas peculiares o inmuebles singulares como residencia. En Terra Chá también hay para elegir. Preparen calderilla. 

Pazo de Penas Corveira. EP
photo_camera Pazo de Penas Corveira. EP

Si no dependiera de los ceros que supone —primero en el desembolso de la compra y luego en la inversión necesaria en restauración en muchos casos— las opciones de residencia son cada vez de lo más variopinto.  El abandono del rural y las herencias hacen de Internet un mundo sin fronteras donde encontrar cualquier  cosa es posible. Y en Terra Chá también hay para elegir peculiares propuestas donde vivir: casonas de  grandes familias con escudos olvidados, pazos que muestran épocas de esplendor pasadas o lugares  remotamente perdidos que fueron y podrían volver a ser.

Pazo de Penas Corveira. EP (2)Entre la larga lista de propiedades que uno se encuentra a golpe de click, una de las últimas ofertas en sumarse a la lista de los edificios singulares en venta ha sido el Pazo de Penas Corveiras, una propiedad que alberga una de las construcciones más emblemáticas de Vilalba. Al final de un camino arbolado, conocido como el Paseo do Conde en la capital chairega, se alza un pazo  histórico que hoy busca dueño. ¿El precio para sentirse de la antigua nobleza? 600.000 euros para conseguir en propiedad un imueble de casi mil metros cuadrados que tiene su origen a comienzos del siglo  XIX.

Dicen que en sus primeros años el pazo perteneció al lucense Luis Vázquez de Parga —fue unos de los  firmantes de la Constitución de Cádiz—, que se casó con Manuela Somoza y Pallares, sobrina de Manuel  Pallares Correa, el primer conde, con la que tuvo un hijo. Manuel (Vilalba, 13/6/1828-Madrid, 12/11/1908) fue un destacado político, periodista y ensayista, que heredó el título de conde en 1857 —por ser el pariente más cercano de Manuel María Taboada y Pallares, tercer conde y primo de su madre, que había muerto sin
descendencia— y también el pazo en el que nació, así como otras muchas propiedades que en Vilalba incluían el Muíño do Rañego, hoy de titularidad municipal.

El conde, cuya muerte fue el origen del Hospital Asilo —las autoridades provinciales quisieron rendirle un homenaje que huyera de la típica estatua o monolito, por lo que la Diputación donó 15.000 pesetas que se  destinaron a la construcción de un hospital para pobres— se casó en 1851 con María de la Paz de la Riva y Estévez y tuvieron doce hijos.  Seis de ellos murieron sin sucesión y los avatares de la historia y las infinitas ramas del árbol genealógico hicieron que el pazo llegara a manos de los Basanta, que hasta hace pocos años lo frecuentaban cada verano.

Pazo de Penas Corveira. EP (1)

"No me gusta pazo. Es la casa de la familia. Éramos algo parientes de los Pallares, pero muy lejanos, y mi padre se quedó con la casa, que ahora es de mis hermanas", explicaba Eugenio Basanta Curbera —falleció el año pasado después de dedicar media vida al urbanismo en la administración, donde fue jefe provincial del Instituto Galego de Vivenda e Solo—, en una entrevista en este periódico en 2015. En la misma, aseguró en que el piano que hay en el pazo lo llegó a tocar el célebre pianista polaco Arthur Rubinstein. "Era amigo de mi abuelo", recordaba, al hablar de Andrés Basanta Olano, un hombre que fue alcalde de Vilalba entre 1891 y  1921.

En el pazo, que se erige dentro de una gran finca de 25.000 metros cuadrados, hay mucha más historia. De la época del conde quedan sillerías, una cama o un barreño. Los escudos ya no son los originales, que fueron de madera, pero aún permanecen algunos de los libros que guardaban en las bibliotecas, entre otras reliquias  repartidas en tres plantas, que se dividen en diez habitaciones, tres cuartos de baño y una amplia terraza, además de una capilla que fue restaurada, y varias construcciones independientes, tal y como se detalla en una anuncio en la web de la Inmobiliaria JRoca de Vilalba.

LAS VENTAS. "Hubo alguna llamada de gente interesándose, menos de diez, pero visitas no", explica el responsable, Javier Roca, que indica que "no es habitual" que pongan a la venta "inmuebles de este nivel". "Es la primera vez que tenemos un pazo", dice, mientras reconoce que la visita le resultó "muy curiosa e interesante", y que en los bajos hay una carpintería. La venta, por el contrario, no se perfila como tarea fácil. "Tiene que llegarle el cliente. Es una construcción a la que hay que buscarle una utilidad, estaría muy bien como vivienda turística pero hay que acondicionarlo",  dice. 

Los negocios con muchos ceros tienen, normalmente, un público concreto, principalmente inversor extranjero, aseguran desde otras inmobiliarias con inmuebles singulares a la venta en Terra Chá.  "Abrimos mercado con los extranjeros porque el presupuesto máximo iba a menos con los nacionales. Hay ventas que son muy difíciles. De 180.000 euros para arriba se vende pero ya con los dedos contados, aunque realmente las  propiedades lo valgan", indica Julio López, de Nexonorte, de As Pontes. En su catálogo actual está la  propiedad más cara de la zona, una finca con licencia de coto intensivo de caza por un millón de euros. Lleva varios años en venta. También tiene aldeas.

"Nosotros trabajamos principalmente con propiedades en el  campo y tenemos de todo: castillos, conventos, rectorales, pazos, molinos... Trabajamos con precios muy altos, hasta los seis millones", dice Elvira Fafián, la responsable de Aldeas Abandonadas, un negocio de compra venta por internet. "Antes en Galicia el  principal inversor era suizo, pero  están entrando mucho los holandeses y vienen con otra actitud, como  empresas para comprar propiedades enfocadas a turismo rural o a complejos cooperativos para gente  mayor", explica una emprendedora gallega afincada en Barcelona. "También trabajamos con clientela nacional.  En Galicia cada vez hay más empresarios interesados y muy buenos  hosteleros e inversores", dice.

"El público de estos edificios es muy variable. Diría que 50% extranjeros, 50% nacionales", dice Mark  Adkinson, de Galician Country Homes, una inmobiliaria que trabaja a través de la web  www.galicianrustic.com. "Demanda hay pero no todos los días ni meses ya que es un público muy específico. Nuestros primeros contactos suelen ser por email ya que gastamos muchísimo dinero anunciando las  propiedades en portales de todo el mundo y recibimos muchos contactos de gente interesada", dice, pero asegura que "no es fácil vender propiedades de alto standing".

¿Un hotel o una torre medieval?
En la comarca chairega hay otras propiedades con muchos ceros a la venta. Así, el Hotel Villamartín, un negocio histórico de Vilalba, lleva varios años años intentando encontrar dueño. En la actualidad, la propiedad está en manos de Solvia, la inmobiliaria del Banco Sabadell, que prefiere no revelar los ceros que implica esta
venta. Solo confirma que hubo varios inversores interesados, pero que, por el momento, no se cerró ninguna transacción.

Caldaloba
En el caso de la Torre de Caldaloba, en Cospeito, es el Concello el que trata de hacerse con la titularidad para salvaguardar un bien patrimonial de gran valor. Los ceros que están encima de la mesa tampoco son  públicos.

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