El destino y la enseñanza hicieron que su familia recalara en Vilalba y el tiempo no hizo más que confirmar que este era su lugar. Hijo una asturiana y un salmantino que se enamoró de la capital chairega y fue a vivir a ella y a ejercer como docente, Lorenzo Mateos Alonso hizo gala a lo largo de sus más de nueve décadas de vida de vecino sociable, entusiasta forofo de fútbol y comprometido con su pueblo, facetas por las que se le recordará siempre, tras su fallecimiento este domingo 27.
Con su mujer Natalia y sus hijos Alberto y José Luis vivió en las conocidas como ‘casas baratas’ de A Chouzana, hasta que en los últimos años se mudó a un apartamento muy cercano, en la Rúa Basanta Silva.
Fue empleado de banca, en el Banco Pastor, por lo que era muy conocido en la localidad, donde también era muy habitual verlo con su cuadrilla saliendo a tomar unos vinos. Donde tampoco no fallaba nunca era en los partidos del Rácing Vilalbés, club en el que jugó de portero, fue directivo y, desde hace unos años, ostentaba el título honorífico de socio número 1.
Esto le llevó a ser el encargado de hacer entrega hace más de año y medio de un detalle a Francisco Ruiz cuando dejó la presidencia del club, en uno de los últimos partidos de los que se le vio disfrutar en A Magdalena. También fue homenajeado en junio, junto a los otros diez primeros socios, en la primera gala del Rácing Vilalbés, pero no pudo acudir por motivos de salud y fue su hijo quien recogió la insignia de socio de mérito.
Su pasión por el fútbol era tal que se podía pasar horas viendo partidos, dándole igual la categoría de la que se tratara, aunque también sentía especial devoción por el Celta de Vigo, siendo también socio de la emblemática Peña Celtista de Vilalba, la cual llegó presidir su hermano Manuel.
Familia, amigos y compañeros de batallas futboleras despidieron a Lorenzo Mateos Alonso este lunes en Vilalba, la cual llevaba en su corazón, teñido de rojo y verde.
