"Mis tías me hacían soñar con Galicia, creí que un vilalbés fabricó alas e intentó volar"

Tras lanzar su ópera prima, Fefo, Vicky Rego presenta Ema, una obra con escenarios lucenses. Y es que aunque la autora nació en Buenos Aires, sangre chairega corre por sus venas: su padre Ulpiano era vilalbés al igual que sus tías Irene y Carmen. Esta última, también escritora, impulsó a la argentina ya de niña a escribir cuentos y obras de teatro.
La escritora argentina Vicky Rego. MARTÍN PASTENE
photo_camera La escritora argentina Vicky Rego. MARTÍN PASTENE

Con estudios en Psicología, Traducción e Interpretación y titulada en Logopedia —profesión que ejerce—, la polifacética Vicky Rego es además colaboradora de Mundiario y trabajó para la prestigiosa revista Elle, pero a pesar de su ajetreada vida profesional confiesa que nunca dejó de lado su "adicción": escribir.
¿Cómo definiría a la protagonista de su nueva novela?
Imposible definirla. Ella no me lo permitiría. El personaje me fue saliendo de adentro y cobró vida por sí misma. Era de esperar, Ema no depende de un autor ni de un narrador. Yo la dejé vivir y el narrador nunca existió. Me empecé a divertir viéndola actuar y la disfruté mucho. Tal vez puse en ella muchas de mis intolerancias. Se atrevió a manifestarlas sin restricciones. Es uno de mis personajes preferidos. 
Ema se vuelve a enamorar a los 70 años. ¿De su obra se desprende que el amor no tiene edad?
Creo que nada tiene edad. Quien se atreve a vivir siempre es joven. Más aún si hay un poco de locura. Para enamorarse y vivirlo a fondo hay que estar un poco loco. Los años otorgan esa ventaja. Se pierde el filtro. La vejez permite una juventud más sabia.  

Salgo de mí misma con facilidad para entrar en la cabeza de otro. Me atraen mucho los desórdenes mentales"

En sus páginas aparecen paisajes lucenses como los viñedos de la Ribeira Sacra... 
Siempre soñé con tomarme días de descanso en la Ribeira Sacra. Es mi asignatura pendiente. Y los escritores solemos servirnos de nuestros personajes para cumplir nuestros sueños.
Es argentina pero tiene ascendencia lucense ¿Solía venir en su infancia a Vilalba? 
¡Cómo me habría gustado! Qué lástima no tener un abuelo que ganara una batalla, diría León Felipe. Mi padre falleció cuando faltaban tres meses para que yo naciera. Lo trajeron a Argentina con cuatro años y nunca volvió a su tierra. Se llamaba Ulpiano Sánchez Rego. Mis tías Carmen e Irene me hicieron soñar con Galicia. Esta última hasta me hizo creer que un vecino de Vilalba se había fabricado alas y había intentado volar, quemándoselas, como Ícaro. Cuando fui a estudiar a Madrid, en 1971, pude viajar por primera vez a Vilalba y conocer la casa donde mi padre había nacido. 
Su tía, la vilalbesa Carmen Sánchez Rego, también se dedicaba a escribir. ¿Le influyó para decantarse por el mundo literario?
Tal vez sí, sin que yo me diera cuenta. Carmen escribía obras de teatro para niños y me animó a crear guiones y a fabricar títeres con papel de diario mojado y a hacerles la ropa. Trabajamos mucho juntas. Era muy estricta.

Siempre soñé con ir a la Ribeira Sacra y los escritores solemos usar a los personajes para cumplir nuestros sueños"

A pesar de su intensa actividad formativa y profesional nunca se alejó de la escritura. ¿Qué es lo que más le apasiona de crear historias?
Es una necesidad, casi una adicción. Durante los años que trabajé como audióloga para empresas tenía revistas de la profesión a mi cargo. Mis estudios de Psicología quedaron truncados, no llegué a licenciarme, pero influyeron mucho en la creación de mis personajes. Salgo de mí misma con facilidad para entrar en la cabeza de otro, para inventar distintos diseños de pensamiento que surgen de otras vivencias. Me atraen mucho los desórdenes mentales. Además, me apasiona la gramática, especialmente la francesa, muy cartesiana y que, como tal, alimenta mi necesidad de lógica.  
Hoy presenta ‘Ema’ en Madrid. ¿Tiene previsto algún acto en Lugo?
Efectivamente, hoy estaré presentando ‘Ema’ en la librería Antonio Machado de Madrid, acompañada de María J. Mena. El 3 de marzo me podrán ver en la librería Cervantes de Oviedo, y al día siguiente en la librería La buena letra de Gijón, junto a Verónica García-Peña. Tanto Velasco Ediciones como yo teníamos gran interés en continuar en Lugo el circuito de presentaciones, y así estaba previsto, pero asuntos personales me exigen regresar a Buenos Aires antes de lo que pensaba, por lo que, con mucho dolor, Lugo queda pendiente para otro viaje.
Su primera obra, Fefo, y la segunda, Ema. ¿Hay un porqué de unos títulos tan cortos y sonoros?
Nunca lo había pensado y me hace gracia. Además bisilábicas. Voy a profundizar en el tema.
¿Tiene algún otro proyecto literario entre manos?
Sí, trabajo en una novela que me entusiasma y tengo bastante adelantada. Pero es el momento de ‘Ema’, así que deberá esperar. Tal vez el título tenga más de dos sílabas (risas).

"No sé parar, siempre estoy buscando qué hacer y el día no me alcanza. Debería corregirlo"
¿Desde cuándo ama escribir?
Siempre escribí, desde las obritas de títeres que representaba en un teatro montado para los chicos del vecindario, hasta poemas muy cursis en mi adolescencia cuando devoraba a Gustavo A. Bécquer, diarios íntimos, todo lo que desbordaba mi cabeza iba a parar al papel. Me sigue pasando. Si no escribo, rebalso. 
¿Cuándo descansa Vicky Rego?
Dio en mi punto débil. No sé parar, siempre estoy buscando qué hacer, el día no me alcanza. No es una virtud, es algo que debería corregir.
¿Suele visitar Galicia?
A pesar de ser muy viajera, estuve pocas veces en Galicia. Mi primera vez fue a los veinte años, cuando estudiaba en la Complutense. Conocí Santiago de Compostela, donde vivía todavía un amigo de mi familia paterna, apellidado Mayer Méndez. También A Coruña y Lugo. Todavía quedaban allí algunos familiares Rego que me llevaron a conocer las Rías Baixas y me recibieron con mucha calidez. Años después me ayudaron a conseguir todos los antecedentes de mi padre para obtener mi ciudadanía española. A partir de ahí les perdí el rastro. Y en 2019 regresé con mi hija a Santiago y a Vilalba. Ella también acababa de obtener la ciudadanía española y quiso conocer la tierra de su abuelo. Fue muy emocionante. 

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