Un máster estrella Michelin

Tras pasar por la cocina del restaurante Árbore da Veira en A Coruña, el joven pontés Alberto Lozano empezó a hacer prácticas en el mes de julio en Casa Solla, en Poio 

Alberto Lozano (en primer plano), junto al jefe de cocina de Casa Solla y Pepe Solla. C.ARIAS
photo_camera Alberto Lozano (en primer plano), junto al jefe de cocina de Casa Solla y Pepe Solla. C.ARIAS

De niño no soñaba con ser cocinero. No tenía claro a qué se quería dedicar e incluso empezó un ciclo de  informática. Pero cambió los ordenadores por el delantal y hoy si le dan a elegir no tiene dudas, se queda  entre fogones, y con los mejores.

El pontés Alberto Lozano salió del Centro Superior de Hostelería de Galicia en Santiago en junio y lo suyo es  un máster acelerado estrella Michelin. Hizo prácticas mientras estudiaba en el restaurante Árbore da Veira —distinguido con la estrella más preciada en la cocina desde 2012— y en julio empezó otras en Casa Solla, en Poio, un templo culinario que puede presumir del reconocimiento estelar desde 1980.

"Acabé en septiembre las prácticas por convenio con la escuela pero decidí quedarme. Estar aquí es como un máster, un privilegio. Hubo mucha polémica por el tema de la gente en prácticas en los estrella Michelin, pero
viene quien quiere y estás porque quieres. Y un máster cuesta mucho", asegura el joven, que reconoce que estar en un restaurante de tanto nivel requiere mucho trabajo pero es "muy satisfactorio". 

"Son muchas horas y exige mucho de tu parte, ya no solo en la cocina, también hay mucha limpieza, orden,  rigor... Pero aprendes muchas cosas, a moverte, a trabajar con gente de mucho nivel...", dice, mientras habla de tener un jefe como Pepe Solla, con el que participó hace poco en As Pontes en su primer showcooking.

"Me gusta mucho escucharlo, es muy humilde, nunca te suelta una mala palabra, y su cocina es de las  mejores", dice, y destaca el trato con el producto, como el pescado fresco, al que se cuida "como a un bebé".

"Me gustaría aventurarme más, salir de Galicia, incluso de España, y seguir aprendiendo", dice el joven pontés mirando al futuro. "Me encantaría poder tener mi restaurante, pero no sé cómo sería", dice, y reconoce su mayor dilema en la cocina. "Me gusta abarcar todo y me gustaría saber de todo. No sé con qué quedarme. Me gusta lo salado, lo dulce, la pastelería...", enumera, mientras uno empieza a imaginar elaboraciones imposibles y mezclas perfectas que se acercan a las estrellas.

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