Lucía Freire: "Temos clientes que xa eran da miña avoa"

Es la tercera generación de criadoras de capón de Vilalba y lleva con orgullo ser, a sus 26 años, una de las más jóvenes del oficio
Lucía, con algunos de sus capones. C.PÉREZ
photo_camera Lucía, con algunos de sus capones. C.PÉREZ

Lucía Freire es hija de Marina Tastroy y nieta de Virginia Castro, la primera de las tres mujeres que empezó hace más de medio siglo a criar capones en su familia. Una saga que tiene la suerte de ver cumplido ese relevo generacional tan ansiado por otras y del que depende el futuro de una forma de vida que lleva años instaurada en Vilalba.

"Teño 26 anos e hai catro que me adico á cría de capóns. Eu vino na casa toda a vida e apetecíame criar", cuenta la joven de la parroquia de Santaballa, que tiene claro la dificultad de que la gente se enganche al oficio si no lo ha vivido previamente. "Meterse criar capóns sen tener esa tradición na casa, considéroo complicado, porque hai cousas que ti sabes de sempre, pero para unha persoa que non coñeza os coidados que requiren ou como se castran é difícil", reflexiona la joven quien, como el resto, ya empieza a notar las consecuencias de que no crezca el número de criadores . "Xa se nota que falta ese relevo e cada vez os criadores son máis maiores e hai menos xente que se anime a telos", asevera.

En su caso, su madre sigue en activo y entre las dos se dedican a la crianza como un complemento a la economía familiar. Este año solo se animaron con 25 ejemplares, pues "necesitan una dedicación constante e tiñamos outras cousas e dábamos algo de medo non poder atendelos ben e antes de non sacar un bo produto preferimos non telos", dice.

La joven es consciente de la mucha y diaria dedicación que requiere el cuidado de estos animales, aunque la satisfacción que compensa tanta paciencia también es inmensa, sobre todo cuando se es consciente, como es su caso, de que se está ayudando a mantener viva una tradición ancestral y en la que la localidad de Vilalba ha sido y es un referente.

Lucía reconoce que el día de la feria es un día de emociones, pues culmina un largo trabajo "e sempre hai nervios"

Lucía ha reservado una pareja de capones para llevar a la feria pues, a los pocos ejemplares criados este año se suma una demanda quizás más elevada. "Vendéronse moi ben e estamos moi contentas por iso, pero quédanos unha sensación agridoce, porque gustaríanos levar algún máis á feira", cuenta la joven criadora.

Cada año atiende pedidos de nuevos clientes con otros de toda la vida, pues "temos algún cliente que xa era da miña avoa e segue coa tradición de comprar o capón, pois se lles falta por Noiteboa din que non lle parece Navidad", asevera Freire, que el capón más lejos lo ha enviado este año a Córdoba, donde contactaron con ella a través de internet. Madrid o Asturias son otros de los sitios a donde mandan ejemplares.

A pocas horas de la feria reconoce que "é un día no que, aínda que teñas casi todo vendido, sempre hai algo de nervios. É a culminación de moito traballo e é o día que se acaba e sempre hai un cosquilleo", reconoce.

Una jornada que es también un reencuentro para los criadores, entre los que reina el buen ambiente. "Non hai competitividade entre nós. Hai clientes para todos e non tería sentido", reflexiona Lucía, al tiempo que recuerda que se ayudan en lo que pueden y si "por exemplo, alguén queda sen capón e te chama, daslle o contacto doutro criador", dice.

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