Ana Sandamil: "No le hice nada malo a mi hija. Era lo que más quería del mundo"

La madre negó que hubiera puesto fin a la vida de su hija, Desirée Leal, y aseguró que la encontró en el suelo y que intentó reanimarla
Altercado a la entrada de Ana Sandamil a la Audiencia. CARLOS CASTRO
photo_camera Altercado a la entrada de Ana Sandamil a la Audiencia. CARLOS CASTRO

"Yo no le hice nada malo a mi hija. Era lo que más quería del mundo. Lo era todo para mí". Ni una, ni dos, ni tres, sino más de media docena de veces negó este lunes Ana Sandamil que hubiera acabado con la vida de su hija, Desirée Leal, de tan solo siete años. El juicio por el crimen de Muimenta —que conmocionó a todo el país en mayo de 2019— arrancó este lunes en la Audiencia Provincial de Lugo rodeado de una gran expectación ante la primera declaración pública de la acusada, que se presentó como una mujer hundida, humillada por su pareja y aquejada de un trastorno mental al que culpó de todos sus males. Declaró con la voz entrecortada y entre lágrimas, las mismas que cubrieron el rostro del padre de la pequeña y de todos y cada uno de los familiares que prestaron declaración como testigos. Para ellos, sin embargo, Ana Sandamil no es una persona enferma, sino una mujer fría y calculadora que puso fin a la vida de la menor con conocimiento de causa y de forma premeditada.

La acusada aceptó responder a todas las preguntas de las partes y explicó que el día de la muerte de la pequeña se levantó como cada mañana, a las 7.00 horas. "Salí de la habitación a oscuras y fui a la cocina. Hice un café, desayuné y salí a la galería a fumar. Después fui a despertar a la niña y al encender la luz vi que estaba tirada en el suelo, boca abajo. Pensé que se había caído de la cama, así que volví a tumbarla, pero no se movía e intenté reanimarla. Después fui a la habitación de mi madre y le dije que le había pasado algo a Desirée. Ella me dijo que me vistiera y empezó a llamar por teléfono. Avisó a los servicios sanitarios y después llamó a mi tío y le escuché decirle: Debeu matar á pequena. Yo me puse muy nerviosa, fui a la cocina, machaqué pastillas, las mezclé con agua y las tragué. Si mi hija no estaba, yo tampoco quería estar", aseguró.

"Mezclé medicamentos en una botella para suicidarme yo, no para la niña. Ya no aguantaba las voces y todo lo que pasaba por mi cabeza"

La acusada asegura que tiene recuerdos muy confusos de lo que sucedió a continuación. "Mi madre me hizo vomitar y después me llevaron al Hula, pero yo no sabía muy bien lo que estaba pasando. Me parecía una película. En el hospital solo pensaba en regresar a casa y volver a ver a mi niña. Me decían que había muerto y que no la vería más, pero yo no me lo creía. Después me dijeron que no me dejaban ir al entierro y entonces me convencí d e que seguía viva. Yo pensaba: Tiene que estar viva, ya que si hubiera muerto sí que me dejarían ir a enterrarla".

En el transcurso de su interrogatorio, la madre de Desirée aseguró también que arrastraba problemas psicológicos desde que se separó del padre de la pequeña y que, cuando falleció su hija, llevaba ya un tiempo teniendo ideas delirantes. "Mi expareja se portaba muy mal conmigo. Me insultaba delante de la niña y me decía que todo era culpa mía. Era muy agresivo y yo acabé a tratamiento psicológico y psiquiátrico".

La abuela: "Poñíase nerviosa cando Desi tiña febre e ese día díxome tranquila que morrera a nena. Estaba como ida"

La acusada contó que su estado mental iba empeorando y que poco a poco le fue cambiando la personalidad. "Me apunté a un curso de placas fotovoltaicas del Inem, pero lo dejé porque pensaba que mis compañeros me perseguían, que me echaban droga en el café, y que me vigilaban a través del móvil, por eso cambié de tarjeta. Además, por las noches escuchaba golpes y voces y no podía dormir. Era horrible y no me podía sacar todo eso de la cabeza. También empecé a tener mucho miedo por si le pasaba algo a la niña. La saqué de la actividad de piscina y no la dejé ir a la excursión porque me obsesioné con la idea de que el bus pudiera tener un accidente. Mi hija lo era todo para mí; era lo que siempre había querido. Hasta tenía guardados todos mis juguetes de pequeña para cuando tuviera una niña", dijo.

"Me adoraba, quería estar conmigo y no teníamos ningún problema. Yo no la intoxiqué ni le hice daño. Los medicamentos que tenía preparados eran para suicidarme yo, porque ya no aguantaba todo lo que estaba pasando en mi cabeza. Yo no vi en ningún momento que la niña bebiera de la botella en la que estaba esa mezcla, pero tampoco le encontraba otra explicación a lo que había pasado", insistió.

ABUELOS. El testimonio de Ana Sandamil fue corroborado por su progenitora, quien manifestó que su hija tenía problemas psicológicos, "pero no se dejaba ayudar". La abuela de la pequeña Desirée explicó que el día de los hechos no escuchó golpes ni gritos, y que se enteró de la muerte de la niña porque la madre entró en su habitación y se lo dijo. "A nena era sagrada para Ana. Cando tiña fiebre asustábase e corría a levala ao médico. Ese día entrou na miña habitación algo ida e díxome tan tranquila que morrera a nena. Iso era impensable se Ana estivera ben. Eu pregunteille varias veces se a matara ela, pero ela decía: Mamá, eu non fun, eu non fun".

La abuela de la niña contó que su hija empezó a obsesionarse con que la gente la perseguía. "Deixou un curso porque dixo que lle poñían droga no café e logo empezou a pensar o mesmo da auga que collía eu dunha fonte, así que tivemos que empezar a comprar auga embotellada. Tamén empezou a confundir persoas. A veces preguntábame quen era eu e incluso botou ao seu mozo da casa porque dicía que non era el".

El abuelo: "Le dije varias veces que tenía que ir al psiquiatra porque estaba pensando cosas raras, pero ella nunca quería"

La madre de Ana Sandamil confirmó además que su hija sobreprotegía a la menor. "Uns días antes de que morrera, a nena tiña unha excursión e eu vestina e prepareina, pero Ana agarrouna e empezou a decirme: ¡Non ma leves, por favor, que vai ter un accidente! Foi imposible separala dela e a nena quedou na casa", afirmó.

La progenitora reconoció que todos estos comportamientos de su hija le preocuparon en exceso, por lo que planteó la posibilidad de ir a un psiquiatra, pero ella se negó. "Conseguín que fora ó seu médico, pero non me deixou entrar con ela. Recetoulle medicamentos e tranquilizantes para durmir, pero eu creo que non lle contou toda a verdade, xa que non a derivou a un psiquiatra".

Durante la jornada del lunes prestó declaración además el padre de la acusada, quien aseguró que también le recomendó a su hija acudir a un especialista para tratar sus supuestos problemas mentales. "Ana era muy cariñosa y tenía poco carácter. Nunca fue una persona agresiva. Cualquiera de nosotros podemos hacer cualquier cosa si estamos enfermos", zanjó.

José Manuel Leal, a la llegada de la madre. CARLOS CASTRO
José Manuel Leal, a la llegada de la madre. CARLOS CASTRO
Técnicos del 061: "La intentamos reanimar más de veinte minutos"
Durante la primera jornada de la vista oral también prestó declaración un técnico del 061 que asistió a la pequeña tras la llamada de la abuela al 112. Según contó, la niña estaba en la cama, tapada, y con una herida en un labio. "No presentaba signos vitales y le hicimos durante más de veinte minutos maniobras de reanimación cardiopulmonar, pero no reaccionaba y el médico nos dijo que lo dejáramos, que había fallecido. Nosotros no le vimos más heridas.

Manchas de sangre. Según explicó, la menor tenía también una mancha de sangre en un brazo, "pero no había herida debajo". El técnico dijo que había varias manchas similares en las sábanas y en un calcetín, al lado de la cama, pero desconocía su procedencia y tampoco se aventuró a precisar el tiempo que podría llevar muerta la pequeña.