Explosión fucsia en Vilalba

Unas 4.000 personas disfrutaron de la primera jornada del FIV, con La M.O.D.A., Miss Caffeina, Depedro, Marem Ladson y Sidonie DJs

Ni las frías predicciones meteorológicas -con una mínima de cuatro grados en la noche- ni las posibilidades de lluvia frenaron a ninguno. Y casi 4.000 personas se rindieron al FIV, que inunda Vilalba cada año de música y de jóvenes dispuestos a dejarse la voz y toda su energía coreando a los grupos indie del momento.

Desde primera hora de la mañana la cola fue creciendo frente a las taquillas de la casa de la cultura. ¿El objetivo? Conseguir un sitio para sus tiendas bajo techo en el pabellón o en la carpa habilitada al lado. Las 800 plazas, una vez que se empezaron a poner las primeras pulseras del festival, se agotaron en unas horas y a los más tardones les tocó instalarse a la intemperie en el Estadio Roca.

Laura Ferreiro: "Estuvimos desde las 8.30 en la cola para asegurarnos un sitio bajo techo en el pabellón"

"Llegamos a las once y ya había gente, aquí se pelean los primeros puestos para estar a cubierto, que a ver quién duerme fuera este fin de semana", decía casi al pie de la taquilla Sergio Acuña, de Pontevedra. Aunque la primera en conseguir la pulsera fue una lucense, Laura Ferreiro, que llegó con su grupo -compañeros de estudios en Barcelona- "a las 8.30 horas de la mañana para asegurar un sitio bajo techo en el pabellón". Su madrugón tuvo recompensa.

"Nosotros ya nos vinimos directamente al campo de fútbol para vivirlo intensamente al aire libre, con techo no es acampar, y venimos preparados para todo, no nos da miedo el frío", explicaba en el otro extremo Alba Vázquez, de A Coruña, mientras ella y sus amigos montaban su tienda en el Roca. "Este año nos propusimos ir a todos los festivales y empezamos aquí", indicó.

Y es que ese es, para muchos, uno de los grandes atractivos. El FIV inaugura la temporada festivalera en Galicia, y da el pistoletazo de salida cuando el calendario, sobre todo los fines de semana, aún no está saturado de conciertos en cada rincón del mapa.

"Siempre compramos la entrada cuando aún no se sabe ningún grupo y pedimos el día en el trabajo, ya venimos por tradición", decían dos jóvenes de Ferrol y A Coruña cargadas con sus tiendas de campaña, mientras señalaban otros de los alicientes: "La oferta de música indie y el precio, que es muy barato".

El "buen rollo" o la "buena organización" es algo que destacaban todos de un festival "con encanto" y "muy familiar".

Natalia Cabañas: "Es un festival con muy buen ambiente y siempre lo pasamos pipa"

"Tiene muy buen ambiente y siempre lo pasamos pipa. Empezamos viniendo cuatro y este año estamos 25", decía Natalia Cabañas, rodeada de un grupo de gente llegada de Ponferrada y Ferrol como el claro ejemplo de que la pasión por el fucsia se contagia.

"O festival é moi tranquilo e acabas coñecendo moita xente. O que vén, volve, e ao final fas piña cos repetidores", decían Iago Anllo, de Lugo, y Ledi Mouriz, de Castro, aún cargados con todas sus cosas, mientras cada uno apostaba por el que para él era el mejor concierto del festival.

El goteo de gente fue constante y la eclosión festivalera continuó a lo largo del día en Vilalba. Bares más llenos, supermercados con más movimiento y un ir y venir de caras nuevas que se mezclaban con los vecinos de siempre.

"Yo en mis tiempos iba a las fiestas. Está muy bien, da gusto verlos. Si no hay algo, los pueblos se mueren. La pena es que solo sea dos días. Debía ser una vez al mes", decía Francisco Gómez, un vilalbés de 92 años, mientras observaba a los jóvenes.

Muchos estarían de acuerdo con él, sobre todo después de saborear los conciertos, de dejarse envolver por el fucsia y cantar a pleno pulmón en una carpa abarrotada este vienres por la noche.

La jovencísima Marem Ladson fue la encargada de abrir el festival, que continuó sobre el escenario con Depedro, el proyecto musical de Jairo Zavala, que se estrenó en el FIV. Miss Caffeina, voces conocidas del festival vilalbés, tomaron el relevo con un repaso por los temas de siempre y los de su último trabajo, Detroit, y los siete chicos de La M.O.D.A. llenaron todo el espacio de energía. Sidonie DJS se encargaron de poner el broche de oro a una fiesta que continúa este viernes.

"El mejor fin de semana aparte de las fiestas de San Román"
Porque la capital chairega, una localidad con poco más de 14.200 vecinos, vive una vez más su explosión fucsia, con un pico de población y los carteles de no hay plazas en todos los establecimientos hoteleros desde hace meses -en algunos desde pocos minutos después de anunciarse las fechas del festival-.

"Sin duda es el mejor fin de semana para nosotros aparte de las fiestas de San Ramón", explicaba Santiago Barro, taxista, otro de los colectivos que vive el boom" festivalero. "Hay un goteo constante de viajes pero cuando acaba la música, si hubiera más taxis, trabajarían todos", decía, y aseguraba que durante dos noches todos los viajes se hacen en un radio de 40 kilómetros.

Lugo, Xermade, Rábade, Baamonde, Abadín, As Pontes... son algunos de los principales destinos. Y es que el FIV llega mucho más allá de la carpa fucsia. La luz rosa característica saltó hace algunos años de las farolas a los escaparates de los pequeños negocios, que reciben al visitante y enmarcan el festival. Y este año se sumaron a la promoción y a la bienvenida los bares. "Me encanta lo de que los camareros llevemos las pajaritas fucsia, se tiene que notar en algo, sino es un día normal y corriente", decía Montse Debasa, del bar Cristal. Y este fin de semana Vilalba es de todo menos normal.

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