El día de pulpo más triste en Castro

La primera cita tras conocerse el brote de coronavirus entre los jornaleros estuvo marcada por la poca afluencia de gente y de puestos, motivada por el temor a contagiarse y la lluvia
Fueron pocos los que se animaron a degustar el tradicional pulpo en la carballeira. JOSÉ ÁNGEL DÍAZ
photo_camera Fueron pocos los que se animaron a degustar el tradicional pulpo en la carballeira. JOSÉ ÁNGEL DÍAZ

El triste día de feria de Castro que se vivió este miércoles, con muy poca afluencia de gente y aún menos puestos de venta, se justificaba con opiniones para todos los gustos, pero dos razones se colaban en todas: el virus y la lluvia. Una combinación que frustró la buena marcha que llevaba esta cita, que volvía a asentarse en el calendario chairego tras regresar con la fase 1 de la desescalada. Y aunque el verano ya se auguraba "diferente", la cita con el pulpo volvía a ser "casi" lo que era.

Pero este miércoles amanecía como pocos de agosto, con una incesante lluvia que aguó el día hasta a los optimistas. Y las últimas noticias sobre el brote de Covid-19 entre los trabajadores de los invernaderos de Begonte y Cospeito que residen en Castro Ribeiras de Lea, no mejoró las expectativas.

"Polo mal tempo non foi, a xente viña igual comer o pulpo, é máis polos positivos en coronavirus ", aseguraban desde la pulpería Maciñeiras, y añadían que los más habituales en las últimas ferias son "xente de fóra, que está de vacacións; os de aquí son os que máis se están privando". Así lo compartía Aurora Gómez, pulpeira de Santa María de Arcos (O Carballiño) que, además, apuntaba que "esta feira, a de despois das festas, era a máis grande do ano, porque viñan as familias a comer aquí", pero este miércoles eran pocas las que se animaban. Y cifran la asistencia entre un 30 y un 40% inferior a la habitual.

En cambio, los escasos puestos de ropa, menaje y productos de alimentación —que la pasada semana ocupaban todo el perímetro de la carballeira de Castro y en esta no llegaban ni a los 20—, achacaban el descenso "considerable " de ventas al mal tiempo. "Incluso hubo varios que montaron su puesto, pero al llover tanto se fueron", decía José Díaz, cobijado en su tenderete.

Entre los vendedores de género del sector primario, la suerte fue la misma y varias voces apuntaban que "as feiras de despois do confinamento foron mellor ca esta, polo menos había vendas" y aquí todos culpaban, de nuevo, al tiempo invernal y al temor a un virus invisible que "está aí".

Con todo, entre los vecinos de Castro impera una cierta calma tensa frente al miedo, y es que aunque "de momento, non hai motivo para a alarma con só seis casos, concentrados e controlados", decía el regidor, Francisco Balado, lo cierto es que se perciben menos paseos por las calles y "algo de preocupación", tal y como confirmaban desde el bar Suso —uno de los establecimientos que ya fue desinfectado por los operarios del Concello—, testigo en primera línea de un día de feria marcado por el vacío.

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