En una fría y lluviosa mañana del mes de noviembre de 1983, Gomesende, una pequeña y tranquila aldea de la parroquia polense de San Andrés de Ferreiros en la que hoy apenas viven 29 vecinos –según los últimos datos del Instituto Galego de Estatística (Ige)–, se convirtió en el escenario de uno de los crímenes en masa más cruentos de la crónica negra lucense, y también gallega. Es, salvando las distancias, la versión meirega de As bestas.
El autor de los hechos, Marcelino Ares Rielo, conocido como O Garabelo, pasó después del dramático episodio a engrosar la lista de los homicidas más sanguinarios de toda la comunidad al llevarse por delante la vida de cuatro personas. Lo hizo a golpe de cuatro disparos certeros cuyo eco todavía resuena en nuestros días.
Ares Rielo había nacido en 1935 en O Chao do Pousadoiro, en Ribeira de Piquín, y después de una etapa residiendo en Madrid –donde se refugió después de salir de prisión y donde falleció hace ya algunos años– se asentó en Gomesende y regentó un conocido establecimiento hostelero en la localidad vecina de Meira, que acabó siendo pasto de las llamas.
Pero gracias al éxito que tuvo su negocio durante una época de bonanza, logró reunir una vivienda y una finca de unas 30 hectáreas en el lugar de O Castro, valorada en 50 millones de pesetas, según él mismo afirmaba, y que se convertiría en el epicentro de una tragedia que 40 años después sigue siendo recordada, pero también silenciada por el dolor que inflinge en las familias involucradas.
Al parecer, las desavenencias que acabaron con el reguero de sangre tuvieron su origen en la concentración parcelaria llevada a cabo por el Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario (Iryda) –organismo activo entre 1971 y 1995–, que le adjudicó provisionalmente un terreno que había pertenecido a José Díaz Folgueira, conocido como O Maxistro.
O Garabelo era el primero en reconocer el error, según relatan las crónicas de la época, hasta aquella mañana del 19 de noviembre de 1983, cuando en un arrebato inexplicable tiñó de rojo todo a su paso.
El móvil, unos robles
O Maxistro, de 67 años, acudió junto a su hijo, José Luis Díaz Vila, de 28 años, hasta la finca de O Castro, acompañado por su cuñado, José Manuel Vila Feijóo, de 55, y por el maderista Cándido Llanes Llamas, de 53, y un hijo de este, Javier Llanes Doval, de 24. Su propósito era cortar cuatro robles.

"Vi desde aquí –en referencia a una ventana de la vivienda– como caía el último árbol y salí con una pistola de fogueo, pero decidí volver a por la escopeta de verdad", contaba O Garabelo a este diario 20 años después sobre lo que ocurrió aquella negra mañana, en la que aseguraba que lo habían amenazado con armas y que tuvo que disparar "sin saber hacia dónde" a cuatro de los cinco hombres "en defensa propia". Sin embargo, ese relato exculpatorio no justifica para nada la brutalidad de su actuación.
Solo uno, el más joven, se salvó. Algunos afirman que fue gracias a que el arma se encasquilló, lo que le permitió refugiarse en la cabina del camión en el que tenían pensado transportar la madera de los árboles de la discordia, mientras que el acusado siempre defendió que le perdonó la vida.
Un tiempo después del crimen, por el que el Concello de Meira decretó tres días de luto oficial, se realizó una reconstrucción de los hechos, en la que el autor material de la matanza, acompañado por abogados, peritos, guardias y autoridades judiciales, recreó con todo lujo de detalles el cuádruple homicidio, por el que fue condenado, después del juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Lugo, a 53 años de prisión y a asumir cuantiosas indemnizaciones a los familiares de las víctimas.
O Garabelo fue condenado a 53 años de prisión, pero para sorpresa de muchos solo cumplió 13
Sin embargo, su paso por la cárcel fue mucho más corto. En 1998 gozaba ya del tercer grado y en 2003 se produjo su puesta en libertad definitiva. Para asombro de muchos.
Esta salida llegó además envuelta en polémica con la publicación de una biografía que él mismo escribió en la cárcel, pese a no tener ni el graduado escolar, y que autoeditó después de pedir un crédito de 12.000 euros.
En esas cerca de 400 páginas contaba su "realidad", unas memorias repletas de alusiones personales y con críticas hacia numerosas personas, entre ellas su abogado, su exmujer o el fiscal.
El crimen de O Garabelo protagonizó una película documental de Xosé Lois Andión, que se proyectó recientemente en tierras chairegas y se grabó en 2005. Con semejante guion quién sabe si acabará saltando también a la gran pantalla.