Cien años entre dos abrazos

Liliana Ferreira viajó a Guitiriz desde Buenos Aires para visitar la casa de su abuela Francisca, que emigró a Argentina en 1923. Buscando sus raíces, agarrada a unas fotografías, conoció a su prima Otilia, nieta de Emilio, el único hermano que no cruzó el charco

Alejandro y su madre Liliana, en la cocina de su prima Otilia y su marido Jesús, en Mariz. EP
photo_camera Alejandro y su madre Liliana, en la cocina de su prima Otilia y su marido Jesús, en Mariz. EP

Casi un siglo separa el último abrazo que se dieron Francisca Lamas Santamariña y su hermano Emilio, antes de alejar sus caminos para siempre, y el que hace apenas unas horas unió a Liliana Ferreira y a Otilia Lamas, dos primas que no se conocían de nada, pero que con su cálido reencuentro lograron cumplir el sueño de sus abuelos.

Liliana viajó desde Buenos Aires para visitar a su hijo Alejandro, que reside desde hace una década en Mallorca. "Llevaba tiempo diciéndome que viniera, pero por cuestiones económicas no podía. Siempre me escuchó hablar de Guitiriz y organizó todo para que en este viaje pudiese venir y buscar la casa de mi abuela", cuenta una de las protagonistas, que llegó a Terra Chá el pasado sábado y se hospedó en casa de Jesús Losada.

Él fue uno de los artífices de que el encuentro familiar fuese una realidad. "Contoume a historia e chamei a Manuel Castro Santamariña para que me axudase na investigación para localizar a casa da avoa", explica Jesús, sobre la otra figura clave de esta historia de emigración, recuerdos y raíces.

"Fixen un par de chamadas estratéxicas partindo dos apelidos e das fotografías da casa e do hórreo que traían -y que fueron sacadas en los años 90- e xurdiron dúas posibilidades. Unha delas en Mariz", cuenta Santamariña, que los envió hasta esta parroquia guitiricense donde creía que estaba ubicado el inmueble familiar.

Y no se equivocó. A las puertas de la vivienda de Otilia Lamas aparcó un coche rojo. "Saín como outras veces cando vén xente a preguntar por algunha casa para darlles a información", relata la guitiricense, que al ver las fotografías que portaban -y que ella misma tenía- y el gran parecido físico de la mujer con una de sus tías tuvo claro que la conexión entre ellas "corría polas veas".

"Fue muy emocionante, un sueño cumplido", asegura por su parte Liliana, que nostálgica recuerda como su abuela Francisca le contó una y otra vez, a lo largo de los 101 años que vivió, la pena que le había quedado de no haberse reencontrado con su hermano menor, al que dijo adiós para siempre, y sin saberlo, en 1923.

El abuelo de Otilia fue el único de los hermanos Lamas Santamariña -fueron diez, según las anotaciones del árbol genealógico que elaboró Liliana- que no cruzó el charco.

"Papá sempre contaba que a Garda Civil non lle deixara coller o barco para a Arxentina porque non tiña feito o servizo militar. Se non chega a ser por iso, non habería ninguén nesta casa", explica Otilia, sobre la misma historia que tantas veces escuchó Liliana a más de 10.000 kilómetros de distancia, y que ahora ha tenido el final que merecía.

"É unha alegría moi grande", dice la guitiricense en esa lengua gallega que su prima aprendió de su abuela y que ya no pudo practicar con nadie más. Quién sabe si ahora podrá volver a tomar lecciones. Lo que sí es seguro es que las dos tratarán de mantener el contacto, enviándose virtualmente todos los abrazos que no se pudieron dar Francisca y Emilio.

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