Una aventura con trágico final

Las yeguas Castaña y Rubia murieron en Castro de Rei en un siniestro vial en el que la actitud protectora del único superviviente del trío fugado, el poni Moro, impresionó a los testigos
Moro, en la finca en la que estaba el día que se fugó. C. PÉREZ
photo_camera Moro, en la finca en la que estaba el día que se fugó. C. PÉREZ

Lo que empezó como una fuga inocente que podría haberse quedado en una anécdota, una aventura nocturna para una amistad fraguada entre animales vecinos, concluyó con un trágico desenlace: dos équidos muertos en un accidente de tráfico ocurrido de madrugada en la carretera N-640 a su paso por Mondriz, en Castro de Rei.

El poni Moro y las yeguas Castaña y Rubia, ambas preñadas, estaban en fincas distintas en la parroquia de Duancos. Él, sujeto por una cuerda, según precisaron sus propietarios. Ellas, sueltas en una parcela cerrada y controlada con un pastor eléctrico, tal y como confirmó su dueño. Por razones y de manera que solo los protagonistas de esta fuga podrían esclarecer, el trío se liberó, se encontró y emprendió una marcha que los llevó a recorrer más de un kilómetro y a atravesar la normalmente transitada vía que une Lugo y Meira.

Un certificado veterinario avala que Moro no sufrió daños físicos ni en el siniestro ni en su excursión nocturna

Quiso el destino que justo en ese momento pasase un automóvil, que no pudo hacer nada por evitar a los animales. Los destrozos en el vehículo daban cuenta del fuerte impacto, del que el conductor afortunadamente logró salir ileso. Menos suerte corrieron Castaña y Rubia, ambas perecieron en el lugar del siniestro. No así Moro, cuya actitud protectora, sin querer separarse de las víctimas, sus compañeras de aventura, impresionó a las personas que se acercaron hasta el lugar del accidente, ocurrido en el kilómetro 79.

Un certificado veterinario avala que Moro no sufrió daños físicos ni en el siniestro ni en su excursión nocturna. Si tiene secuelas psicológicas, solo el tiempo lo dirá. Por el momento, permanece en la misma finca de la que se fugó, junto a su compañera Golosina, otra poni que aquel día también estaba con él, pero al parecer prefirió no acompañarlo.

Los tres aventureros animales eran relativamente nuevos en el vecindario. El titular de Castaña y Rubia explicó que las había comprado a las dos, que tenían diez y seis años, una de ellas apenas un año antes y la otra hacía solo unos meses. Una triste pérdida para él en lo emocional y en lo económico. Estaban valoradas en más de 3.000 euros.

Sus respectivos responsables aseguran que ninguno de los animales tenía por costumbre escaparse, pero esa noche sí lo hicieron

Moro, de dos años, fue el último de los tres en llegar a Duancos. Sus propietarios se lo compraron hace dos meses a un vecino de A Pontenova. Y parece que pronto conectó con sus vecinas.

Sus respectivos responsables aseguran que ninguno de los animales tenía por costumbre escaparse, pero esa noche sí lo hicieron. El trío se marchó junto y dos de sus integrantes ya no volvieron a casa. A primera hora de la mañana, las autoridades avisaron a sus respectivos dueños de lo ocurrido y también les informaron de que debían abonar una multa por haber invadido sus animales una vía pública.

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