No tener jefes, trabajar para uno mismo, mejorar, probar una aventura o simplemente adentrase en el mercado laboral, muchos por primera vez. Son algunos de los retos u objetivos marcados por aquellos que deciden apostar por el autoempleo y emprender. Unas 70 personas decidieron abrir su propio negocio en 2017 en Terra Chá, Meira o As Pontes, una cifra superior a la del año anterior, en el que unas 50 personas se lanzaron para poner en marcha su proyecto.
El concello en el que se abrieron más negocios fue As Pontes. Solo en el Ippec se atendieron 74 proyectos, de los que se constituyeron 29 que generaron 36 puestos de trabajo. Una clínica de salud, un centro hípico, una escuela canina, varios comercios (tiendas de telas, congelados, complementos o una librería), un par de peluquerías, varios bares, un negocio de reparación de motos antiguas o de venta de arte, varios proyectos de formación, una agencia de viajes o apuestas por el sector primario (venta de miel y otros productos) fueron algunos de los nuevos proyectos.
En Vilalba, el Concello realizó 19 expedientes para inicio de actividad —el número exacto de 2016—. Entre ellas, una exposición de tractores, una lavandería autoservicio, un centro de formación y otro de estética, una oficina de ingeniería, una agencia de seguros, algún bar, varios comercios (ropa, textil de hogar o venta de extintores) o un albergue. En el resto de concellos las cifras son más bajas, también las de población. Pero la apuesta por el autoempleo continúa siendo una realidad laboral importante, que, en algunos casos, aumenta.
En Cospeito, donde en 2016 solo se gestionaron ampliaciones o cambios de titularidad, hubo nuevas aperturas en 2017 (una asesoría, un tanatorio, un taller mecánico, una tienda de electrodomésticos con peluquería, otra con estética y podología, una exposición de vehículos para venta o bares).
En Castro de Rei se concedieron cinco licencias —una escuela de equitación, un bazar chino, un taller de reparación y venta de calzado, un taller de costura y una agencia de transportes para una industria maderera— y en Begonte el Concello concedió seis.
En Abadín se solicitaron dos —frente a ninguna en 2016— para la apertura de dos albergues. Las mismas que en Xermade (una tienda de alimentación y un obrador de comida vegana). Mientras, en Guitiriz y en Meira abrió el pasado año un negocio en cada municipio. Una mercería en el primero, una tienda de deportes en el segundo. En Pol se concedió una licencia para una estación base de telefonía de antenas. En Muras y Ribeira de Piquín no abrió ningún nuevo negocio. Tampoco en A Pastoriza, donde solo hubo un cambio de titularidad.
Sin edad para empezar de cero
Trabaja en horario de mañana y tarde de lunes a viernes y realiza todo tipo de arreglos y trabajos de confección. Asegura que el trabajo «va bien», aunque reconoce que "en esta época cuesta bastante arrancar". "El que más y el que menos lleva el dinero muy justo", dice. Su mayor miedo es «no hacer lo suficiente para poder pagar los gastos» y lo peor es ser su propia jefa. "Tienes que llevar el control de todo, hacer horas... Mejor estaba de empleada, menos preocupaciones".
Un cuento hecho realidad laboral
"Ten a parte positiva de que acondicionas todo coa estética que ti queres e que polo tema de reforma déronnos un respiro no aluguer durante algúns anos, pero dá medo facer o investimento", reconoce esta nueva empresaria. "Estamos moi contentas, a aceptación é boa, e vén moita xente de fóra", dice con sorpresa.
Asegura que lo mejor del autoempleo "é ter máis respiro en canto a conciliación familiar e que o teu esforzo e para ti", pero desconectar resulta imposible. ¿Su sueño? Expandir Carapuchiña Vermella a otros lugares.
De viaje hacia un nuevo proyecto
"Estoy muy contenta. Tuvo muy buena aceptación desde el primer día. Se va vendiendo poco a poco", destaca, mientras habla de las satisfacciones y las dificultades del autoempleo, como la "excesiva responsabilidad" o las interminables horas de jornada. "Esto es diferente a todo. Tienes que vender un producto que la gente no ve y luchar con internet. A veces es difícil conseguir que la gente entienda que podemos ofrecer tan buenos precios como internet", dice.
Asegura que el destino no complica su trabajo —"es lo mismo vender para Sri Lanka que para Barcelona porque a quien le compras está súper especializado"— y que quizás lo que le da más respeto son las excursiones de los colegios. Y mira al futuro en positivo. "Espero tener que contratar a alguien porque lo necesite, porque el negocio funcione", concluye.
Otra forma de vivir del deporte
"Creo que Meira é un bo sitio. Hai bastante xente nova e vén moito máis en verán", explica esta nueva emprendedora, que asegura que se decantó por el comercio deportivo porque es algo que siempre le gustó. Su tienda, bajo el nombre de Go!, se sitúa en la Praza Maior de Meira. Está alquilada y ya tiene una trabajadora contratada, para compaginar los días que trabaja fuera.
"O que dá máis medo cando empezas e que non vaia ben, pero estou moi contenta, os primeiros meses está funcionando. Ao principio estaba algo perdida cos pedidos, polas cantidades", reconoce esta joven pastoricense, que mira al futuro con cautela. "Non estamos no mellor momento económico, pero conto, e espero, que a tenda funcione e vaia para adiante", dice.
Diversificar en busca del éxito
"O meu marido é máis emprendedor. Tiña unha tenda co irmán en Castro e decidiron separarse e pensou en abrir a tenda, enfocada a que a xente da zona puidera ter algo a man. E como os electrodomésticos sós eran un mercado algo limitado, tamén incluímos droguería, librería, chuches ou plantas", explica Manolita Vélez, que reconoce que los principios siempre cuestan, pero se agarra al "pouquiño a pouco". "Nestas zonas tes que buscar algo así, non moi específico", añade. "O mellor de ter un negocio é a liberdade, pero é relativa porque arrastras o traballo á casa" .
Hilos para tejer un futuro
"Estou contenta. Traballei moito tempo de cara ao público, coñéceme moita xente e agora vén aquí", dice entre sonrisas, agradecida. "Se o pensas moito ao mellor non o fas, pero hai que botarlle valor. Se sae ben, perfecto, e se sae mal haberá que pechar, pero hai que probar", resume esta nueva empresaria.
Salto para dinamizar el rural
Lo suyo fue por decisión vital. Juan Carlos Rey, natural de A Coruña, dejó su trabajo y la ciudad en la que vivió siempre para instalarse en Cabreiros, de donde era oriunda su madre. "Vine buscando mi sitio, quise tomarme una temporada para mí y ver cómo era la vida en el campo", relata. Se quedó. Ya lleva tres años y medio instalado en Xermade y hace unos meses abrió A Tenda de Maxer. "Es el único caso que conozco de núcleo que acumula todos los servicios pero en el que no hay ni un supermercado", dice este nuevo empresario.
"Me pareció una evidencia pero no acabo de entender la mentalidad inadecuada de la gente. Tras siete meses de vida, más de la mitad de las personas del núcleo no han entrado aquí", dice algo decepcionado, mientras señala que desde el Concello no hay ni políticas dinamizadoras ni una ordenanza de venta ambulante municipal.
En la apertura del negocio "todo fue de manera muy natural. La inversión siempre es más de la esperada y me costó que me alquilasen un local, pero me veía con la capacidad suficiente para sacarlo adelante". "Queda mucho camino que andar para que la tienda me dé para vivir", dice, mientras habla de las cosas positivas como "la libertad a la hora de tomar decisiones". «Todos somos gestores de nuestro trabajo, pero aquí no dependo de un jefe», apunta.