Los peritos discrepan sobre la afectación mental de Ana Sandamil el día del suceso

Coinciden en que la acusada padecía un trastorno psicológico "severo", pero los forenses del Imelga afirman que "sabía lo que estaba haciendo", mientras que la psiquiatra de prisión considera que su percepción estaba "totalmente anulada".

Ana Sandamil, a la salida de la Audiencia. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Ana Sandamil, a la salida de la Audiencia. VICTORIA RODRÍGUEZ

"Es un caso complejo". Así lo definieron este viernes los peritos que prestaron declaración en la quinta jornada del juicio contra Ana Sandamil, pero sin lugar a dudas se quedaron cortos en su definición. Los forenses y psiquiatras que testificaron en la vista coincidieron en definir a la acusada como una mujer afectada por un trastorno psicológico, una persona "vulnerable", "impulsiva", "insegura" y con "pocos recursos" para manejar su estrés. Sin embargo, la percepción de los profesionales tomó rumbos distintos a la hora de valorar la afectación mental de Ana Sandamil el día de los hechos.

Por un parte, los forenses y la psiquiatra del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) concluyen que la acusada padecía "un trastorno severo de la personalidad", aunque "sabía lo que estaba haciendo cuando puso fin a la vida de su hija", declararon. Sin embargo, para la psiquiatra que la asistió en prisión —quien la continúa tratando en la actualidad—, la acusada padecía "un trastorno mental severo de tipo psicótico", por lo que el día de los hechos "tenía afectada totalmente sus capacidades". 

Antes de que los peritos expusieran sus discrepancias ante el jurado, las psicólogas que atendieron a la madre de Desirée tras el fallecimiento de la pequeña repasaron la trayectoria vital de la acusada para dar cuenta de su personalidad. Las facultativas señalaron que Ana Sandamil tuvo una infancia feliz y normal, hasta que comenzó el instituto y algunos compañeros comenzaron a hacerle "novatadas".

Los facultativos concluyen que la acusada tenía "una patología de base", pero "exageraba síntomas" y "ocultaba recuerdos"

Tras acabar sus estudios de COU comenzó a preparar oposiciones para auxiliar administrativo, pero desistió en su empeño y se trasladó a Lugo para estudiar Relaciones Laborales, aunque tampoco finalizó la diplomatura. "Ella cuenta que sus padres se separaron y ya no podían pagarle su estancia en Lugo para que estudiara, así que volvió a casa de su madre. Después conoció al padre de su hija y, cuando nació la niña, comenzaron los problemas", comentaron. 

La acusada les contó a las psicólogas que la relación con su pareja se complicó, hasta el punto de convertirse en insostenible. "Ella nos relató que el padre de su hija la sometía a insultos y agresiones verbales, por lo que decidió marcharse con la niña, que entonces tenía tres años. Se quejaba de que el progenitor no se había ocupado nunca de ella, pero cuando se fue comenzó a martirizarla. La relación con el padre de su hija era una fuente muy importante de estrés para ella". 

Las psicólogas señalaron que Ana Sandamil pensaba que su expareja estaba detrás de todos sus problemas y que era el culpable de que sus compañeros del curso del Inem le quisieran poner droga en el café, o de que la quisieran espiar a través del móvil, entre otras cosas. Con su relato, las profesionales concluyeron que la acusada padecía una "alteración grave de su personalidad", que se manifestaba en síntomas como "ansiedad social, elevada vulnerabilidad, dificultad para enfrentarse al estrés, baja autoestima, poca autodisciplina y elevada impulsividad". Las psicólogas señalaron también que, aunque presentara estos síntomas, habían detectado en las entrevistas "un alto grado de simulación", sobre todo de su situación de amnesia. 

Los forenses y la psiquiatras del Imelga ofrecieron un relato muy similar de la personalidad de Ana Sandamil. "Era una persona muy vulnerable y muy sensible al estrés, lo que podría dar lugar a episodios psicóticos. Previamente a los hechos, la acusada estaba sometida a una situación de estrés muy potente, que puede que la desbordara. Sin embargo, también apreciamos en las entrevistas una sobresimulación de síntomas y tuvimos siempre la sensación de que tenía más recuerdos de los que verbalizaba", apuntaron. 

El momento más esperado del testimonio de los peritos llegó cuando disertaron sobre la influencia de los trastornos psicológicos de Ana Sandamil en el presunto asesinato de su hija Desirée, de tan solo siete años. En ese punto, los profesionales del Imelga fueron claros y concisos. "Tenía una patología de base que afectaba a su manera de manejar el estrés y eso influyó en la decisión terrible que tomó. Es una persona impulsiva y no analizó ni reflexionó, pero sabía lo que estaba haciendo; sabía que estaba dando muerte a su hija. Tenía más opciones y eligió la salida más monstruosa", señalaron. 

Para la psiquiatra que atendió y que continúa tratando a la acusada en el centro penitenciario, la realidad es muy distinta. "Ana Sandamil ya había sido tratada otras veces en la unidad de salud mental y tenía rasgos psicóticos. Tenía un trastorno grave y, en el momento de los hechos, su patología afectaba totalmente a sus capacidades. Estaba en una realidad paralela y, en mi opinión, su psicosis sí que fue motivadora del acto", declaró. 

Las versiones discrepantes de los peritos motivaron un aluvión de preguntas por parte de las acusaciones y de la defensa, con la intención de desvirtuar las conclusiones menos favorables a sus pretensiones. Sin embargo, la magistrada del tribunal solicitó a lo largo de la vista multitud de aclaraciones a los profesionales y recordó que se trata de peritos "públicos", que elaboraron sus informes a instancia del juzgado, y no de las partes, "por lo que no tienen ningún interés en que el veredicto vaya en un sentido u en otro", matizó.

Las declaraciones de forenses y psiquiatras pusieron fin a los interrogatorios de un juicio intenso, que se retomará el próximo lunes con la exposición de conclusiones. Una vez finalizadas, el jurado se retirará a deliberar.

Ana Sandamil se enfrente a una condena de prisión permanente revisable, que piden para ella Ministerio Fiscal y acusaciones, tanto la particular, que ejerce el padre de la menor, José Manuel Leal, como la popular, en manos de la Fundación Amigos de Galicia. Su defensa solicita la libre absolución al presentar a la mujer de 45 años como una enferma mental. 

"La niña intentó defenderse, estaba viva cuando la estranguló"
Que la muerte de la pequeña Desirée Leal fue violenta y no accidental quedó muy claro tras las declaraciones de los investigadores de la Guardia Civil, que ya desde el principio manejaron única y exclusivamente la hipótesis del filicidio, es decir, el asesinato de la niña a manos de su madre. Los forenses que analizaron el cuerpo sin vida de la menor y le realizaron la autopsia confirmaron este viernes que la víctima falleció "por asfixia", pero relataron una escena dantesca de cómo se pudieron desarrollar los acontecimientos. "Estaba viva cuando la estranguló e intentó defenderse", concluyeron. 

Según sus informes, y los de los profesionales del Instituto Nacional de Toxicología, la niña ingirió trazodona en las horas previas a su muerte, pero en una cantidad prácticamente insignificante. "Tenía unos niveles de 0,03 miligramos por litro, cuando no se considera una dosis tóxica en adultos hasta los 2,4. La literatura científica explica que las dosis letales serían a partir de 12 miligramos por litro. La ingesta de Trazodona no hubiera sido letal para la niña; posiblemente, ni tan siquiera llegara a adormecerla", explicaron. 

Descartada la intoxicación medicamentosa, los forenses tienen clara la causa de la muerte y la procedencia de los restos de sangre en la habitación. "La menor tenía lesiones por dentro de los labios, provocadas por la presión que la autora le realizó al taparle la boca. Eran desgarros en la mucosa que coinciden con las piezas dentales. La mucosa bucal sangra mucho y nosotros creemos que los restos de sangre son de esas heridas. Concluimos que le presionó la boca con la mano o con el antebrazo y entendemos que la sangre —que apareció en el pijama, en la cama y en el suelo de la habitación— es un signo de lucha. La menor intentaría defenderse y, al dar manotazos, la sangre saltaría de su boca". 

Los forenses concluyen además que la niña falleció en ese momento. "La víctima tenía petequias en los ojos y en la superficie del corazón y los pulmones, que son signos de asfixia. También tenía una pequeña contusión en el cuello, debajo de la mandíbula, aunque las principales lesiones eran internas. Tras realizarle la autopsia confirmamos que la niña estaba viva cuando la estranguló. No tenemos ninguna duda sobre la causa del fallecimiento", apuntaron. 

Los profesionales médicos comentaron además que sería "imposible" que las lesiones que presentaba el cuerpo de Desirée se hubieran producido de forma accidental o en el transcurso de las maniobras de reanimación, "ni tan siquiera si hubieran sido realizadas por una persona sin conocimientos", apuntaron. Una vez más, la dureza de estas declaraciones obligó al padre de la víctima a salir de la sala.

La menor falleció entre las 4.00 y las 8.00 horas 

Los forenses que prestaron declaración este viernes en la vista estiman que Desirée Leal falleció entre las cuatro de la madrugada y las ocho de la mañana del 3 de mayo de 2019. "Midiendo la temperatura ambiental y la del cuerpo de la víctima se puede estimar la hora de la muerte con una fiabilidad del 95% y un margen de error algo inferior a tres horas", apuntaron. 

Los análisis confirmaron que toda la sangre que había en la habitación pertenecía a la víctima y no a la acusada.