El adiós a un "logrador de sueños"

Darío Rivas, hijo del alcalde de Castro de Rei asesinado en 1936, falleció a los 99 años en Buenos Aires. Impulsor de la querella argentina contra el franquismo, fue un símbolo de lucha

Darío Rivas, en una visita a Lugo. AEP
photo_camera Darío Rivas, en una visita a Lugo. AEP

A punto de cumplir cien años, y después de media vida dedicado a defender la memoria -primero la de su padre y después la de todas las víctimas del franquismo-, el chairego Darío Rivas, "gran soñador y logrador de sueños", como lo define su propia familia, pone punto final a una larga lucha tras fallecer este lunes en Buenos Aires.

Hijo de Severino Rivas Barja, alcalde republicano de Castro de Rei asesinado por los falangistas en octubre de 1936, y promotor de la querella argentina contra los crímenes del franquismo tras fracasar el intento de Baltasar Garzón de investigar en España, se convirtió en un gallego universal y un símbolo para mucha gente.

Dicen los que lo conocían bien que se marchó con muchos sueños cumplidos -el primero encontrar a su padre- y alguna espinita clavada, como ver la salida de Franco del Valle de los Caídos, una de sus últimas batallas. "Era una idea que lo movía en estos últimos años, lo único que lo iluminaba cuando hablábamos a través de una pantalla", dice su sobrina nieta, la lucense María Jesús Rivas, con tristeza. "Estaba muy mayor, ya no era él, casi no hablaba, no comía... pero tuvo una vida bien vivida", apunta, mientras su teléfono se llena de mensajes que van y vienen a un lado y a otro del Atlántico. Desde la tarde del miércoles descansará en la capital argentina al lado de su mujer.

DE CASTRO DE REI A BUENOS AIRES. Darío Rivas nació en Castro de Rei en 1920 pero emigró a Buenos Aires con nueve años. Estando allí su padre fue fusilado. Se enteró por una carta y pese a que juró no volver a España, sus pies tomaron el camino contrario y regresó una y otra vez en busca de justicia, pero no desde la venganza, como él siempre dejaba claro con esa voz pausada. Hablaba así, despacio, con un acento que envolvía pero con palabras que gritaban.

Dedicó décadas a encontrar a su padre y logró recuperarlo, casi 70 años después, en una fosa anónima en la parte trasera de la capilla de Cortapezas, en Portomarín. Fue el primer exhumado oficial por la Asociación de la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) en Galicia. "El cuerpo de mi padre era mío y de nadie más", decía Darío Rivas, que a finales de 2005 lo enterró en el panteón familiar de Loentia, en Castro de Rei, "para que pudiera descansar" al lado de su madre con una frase en la lápida llena de ternura que remueve. "Tu hijo mimado", dice.

LUCHA. "Estivo toda a súa vida buscándoo, nunca parou. Pasou ano tras ano vindo a España. Estes asasinatos son secuestros, non sabía onde estaba ata que en Portomarín lle falaron dun home ben vestido e cunha gabardina que fora fusilado e se puxo en contacto con nós", dice Carmen García Rodeja, la portavoz de la ARMH en Galicia, que define a Darío Rivas como "un símbolo da loita polos dereitos humanos, pero dende a xustiza, nunca dende o rencor" y como una persona "sen medo a falar".

"Foi un iniciador para que outros familiares iniciasen a súa búsqueda e sempre que veu estivo implicado, daba igual o que lle propuxeses", dice García Rodeja y lanza una cifra llena de nombres y cargada de historias, muchas aún silenciadas: "Quedan máis de 100.000 desaparecidos", resalta.

Y es que esa fue su otra lucha; la de todos. Cinco años después de encontrar a su padre, en 2010, Darío Rivas presentó ante la justicia argentina una querella por genocidio y crímenes de lesa humanidad contra la dictadura. Fue uno de los tres primeros firmantes de una causa a la que se fueron sumando miles de casos, aunque apenas avanza.

"Darío Rivas é a imaxe da pertinaz loita pola dignidade, loitou toda a vida porque el sabía que ningún pobo ten dereito a existir se non ten memoria e el fíxoo para salvagardar a esencia de patria e de país", indica un amigo, el escritor y músico chairego Mero Iglesias, que lo conoció ya de niño.

"A digna actitude de Darío Rivas conseguiu a unanimidade dos partidos políticos en Castro de Rei", señalan los socialistas y recuerdan que el pleno le dedicó una calle a su padre siendo alcalde el popular Arturo Pereiro y que con Juan José Díaz Valiño se colocó una placa. "É unha gran perda e con independencia de ideoloxías as institucións teñen que estar por enriba", expresó el actual regidor, Francisco Balado.

La Diputación de Lugo le entregó en 2014 una placa de honor por su defensa de los represaliados y la ARMH organizó un acto en el cemeterio de Cortapezas en 2015, uno de los últimos a los que asistió a este lado del Atlántico. "Don Darío sempre estará como unha luz", concluyó la portavoz del colectivo en Galicia. Él fue claridad para tiempos oscuros.

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