Los 30 años del sueño de Pepe Guntín

El músico vilalbés fue el alma máter de una escuela de música que, tras su primera actuación hace tres décadas, dio origen a la actual banda de Vilalba. Su calor humano y sus valores siguen todavía hoy muy presentes en un grupo intergeneracional en el que la unión va más allá de instrumentos y partituras
Integrantes de la Asociación Cultural Banda de Música de Vilalba, tras el concierto de las fiestas de San Ramón de 2019. EP
photo_camera Integrantes de la Asociación Cultural Banda de Música de Vilalba, tras el concierto de las fiestas de San Ramón de 2019.

La Semana Santa de hace tres décadas tuvo un sabor especial para un grupo de vilalbeses, de edades muy diversas, que por primera vez se ponían ante un público y mostraban lo aprendido en una modesta escuela de música de la que Pepe Guntín fue su gran promotor. Aquel proyecto, un sueño personal contagiado después a otros, fue poco a poco convirtiéndose en realidad y dando pequeños pero firmes pasos hasta convertirse en lo que hoy es la Asociación Cultural Banda de Música de Vilalba.

La escuela de música fue el germen y aquella actuación de la Semana Santa de 1990, el impulso definitivo para constituir de manera oficial la banda, algo que se consolidaría meses después y que supondría, en abril de 1991, la presentación por todo lo alto de la nueva entidad.

De aquellos miembros fundadores, en la actualidad quedan cinco en un grupo que no es solo una banda de música, sino también "una gran familia, una piña". "La música es lo que nos une, pero algo muy importante para nosotros son las relaciones personales", destaca la presidenta de la asociación, Alejandra Vázquez.

Este espíritu de comunidad, grupo y unión es el gran legado que dejó el promotor de aquella escuela de música hace 30 años, Pepe Guntín. "Era una muy buena persona, muy amable y tremendamente paciente. Muy difícilmente el proyecto de nuestra banda llegaría hasta hoy en día con su idiosincrasia propia sin su figura", explica Jose Saborido, uno de los músicos que aún quedan de aquella escuela, junto a su hermana Menchu, Ramón Guntín, Matilde Cendán y José Ramón Lozano.

En este sentido, Saborido explica que Guntín tuvo "la capacidad y paciencia suficientes para echar a andar el proyecto", pero que lo más importante es que"«imprimió a aquel grupo de niños, adolescentes y algún adulto el calor humano y los principios que por suerte se siguen manteniendo en la banda por encima de cualquier cosa a día de hoy".

De su figura queda no solo su legado en los músicos y en los valres de la banda, sino también el reconocimiento a su labor en el festival anual de bandas que lleva su nombre.

De los inicios de esta andadura musical, todos coinciden en tener el mismo sentimiento: ilusión. Primero, por aprender. "Esperábamos ansiosos a que llegaran los instrumentos. Se nos hacía eterna la espera y siempre que teníamos clase de lenguaje musical se hacía la misma pregunta, si llegaran", recuerda Jose Saborido. Después, por los primeros ensayos con ellos, individuales y en grupo. Hasta que llegó la primera actuación. "La ilusión previa que teníamos no hizo más que aumentar para seguir con los ensayos y poder tocar en más ocasiones", apunta.

Así, a lo largo de tres décadas, aquel grupo de músicos fue evolucionando hasta la actualidad, cuando cuenta con entre 30 y 35 personas que tocan habitualmente y otra decena que siguen vinculadas y lo hace de vez en cuando. "La banda es una evolución constante. Empiezas de niño, creces, te vas a estudiar fuera, trabajas ya sea en Vilalba o fuera... Hay gente que se acaba desvinculando, pero también hay mucha que está fuera y cuando viene te preguntan si pueden venir a tocar", explica Alejandra Vázquez, al tiempo que destaca las fechas especiales para la agrupación. "Los de San Ramón y Navidad son los conciertos de reencuentro", dice.

ANIVERSARIO. La particularidad de tener dos fechas especiales como inicio de la banda de música de Vilalba hace que muchas veces incluso los propios miembros duden cuando celebrar los aniversarios más especiales. Si bien cuando se conmemoraron las bodas de plata fue en 2016, a los 25 del concierto de presentación oficial como banda, en esta ocasión la directiva planeaba ya realizar algún acto durante el 2020.

"Desde enero estábamos preparando el concierto del FIV y el de San Ramón, que iba a ser especial, para ir adelantando trabajo, pero ahora con la alerta sanitaria tenemos todo parado y lo pensamos mejor y dejaremos todo lo referente al 30 aniversario para el año que viene", explica la presidenta de una asociación sin ánimo de lucro, en la que ningún miembro cobra, a ninguno le supone coste alguno pertenecer a ella y el dinero que se pueda recaudar se reinvierte en la propia entidad.

Mientras la rutina habitual sigue paralizada, los miembros de la banda vilalbesa echan de menos los ensayos de cada sábado, para seguir no solo con la formación musical, sino también con esos encuentros intergeneracionales que cada semana siguen forjando lazos entre notas y partituras.

"Aquella escuela fue algo fundamental, tanto para Vilalba, ya que gracias a ella tiene una banda de música, como para todas las personas que pasamos por ella, ya que la aportación personal va mucho más allá de la musical", sentencia Jose Saborido.

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