María Teresa Carreira: "La gente lectora sigue queriendo el libro impreso de toda la vida"

Tere recibe con una sonrisa a todo aquel que cruza la puerta de la biblioteca municipal de Vilalba. Se jubila a finales de abril, tras pedir una prórroga: "Ahora ya quiero descansar"

María Teresa Carreira López. MARÍA ROCA
photo_camera María Teresa Carreira López. MARÍA ROCA

La biblioteca municipal de Vilalba está a punto de despedir a su alma máter. Su responsable, María Teresa Carreira, se jubila tras 42 años al frente.

La biblioteca de Vilalba abrió en el 69 y usted ya se hizo cargo en el 75. ¿Cómo recuerda sus inicios?

Más complicados que ahora. Antes había que clasificar todo haciendo las fichas a máquina, cosa que hoy sería imposible por el volumen de libros que hay. Ahora está todo informatizado, primero con el sistema Meiga y desde principios de año con el Koha, y solo es darle a la teclita.

¿Cómo fueron evolucionando las instalaciones?

Hubo varias ampliaciones. Antes estaba todo en la planta baja, pero se acondicionó el sótano para ponerlo de depósito y la primera planta para una sala de ordenadores y dos de estudio. Hay que tener en cuenta que cuando entré, había 4.000 y pico volúmenes y ahora hay unos 24.600.

¿Cuáles son los libros más demandados?

Antes el best-seller y los libros de consulta, ya que tener una enciclopedia costaba mucho dinero. Pero actualmente eso se hace por internet. Hoy lo más demandado, sin duda, es el best-seller. También tenemos una colección infantil y otra de cómics muy importantes. En 2016, hubo más de 7.100 préstamos.

¿El tipo de usuario y sus hábitos también han cambiado?

La gente del instituto era la que más venía antes, precisamente para ver los libros de consulta. Ahora también, pero para coger los libros que les piden de lectura obligatoria y, sobre todo, a estudiar, junto a muchos universitarios. A ellos se les unen las amas de casa que tienen aquí libros que les gustan. Actualmente hay unos 3.200 socios y no solo de Vilalba, sino también de otros ayuntamientos, sobre todo de Cospeito.

¿Qué destacaría de la biblioteca de Vilalba?

Que está muy actualizada. Es lo que primero mira la gente y aquí está contenta por eso. De hecho, los usuarios están muy pendientes de las novedades. Además, a principios de año empezamos, junto a otras 70 bibliotecas, con el sistema de gestión Koha en el que los usuarios tienen un carné único con el que pueden sacar libros en cualquier biblioteca de Galicia que esté integrada. Pueden reservar desde casa y se les avisa por correo electrónico de que les va a vencer el plazo para devolver el libro.

¿Qué cabida tienen las bibliotecas en un mundo tan digitalizado?

Se adaptan, porque el libro impreso es siempre el libro impreso. Los usuarios tienen el programa GaliciaLe, donde pueden acceder al libro electrónico, pero prefieren el impreso. El otro es muy cómodo para viajar, ir a la playa, en la cama o en las salas de espera, pero la gente lectora quiere el libro de toda la vida. Además, aquí también se hacen otras actividades en fechas como el Día del Libro o las Letras Galegas, por ejemplo.

Siendo una biblioteca pública, ¿cómo es la relación con el Concello?

Muy buena. Desde que se hizo cargo el Ayuntamiento, en el 90, nunca tuve problemas con ningún alcalde ni concejal. Siempre tuve mucha suerte con los jefes porque me dejaron comprar lo que quería y lo que la gente me demandaba a través del buzón de sugerencias. Aunque siempre se preocuparon mucho por la biblioteca, nunca se metieron, cosa que no ocurre en otros sitios.

¿Qué destacaría de la figura del bibliotecario?

Que es quien puede saber lo que necesita la biblioteca y quien puede dar un buen trato al usuario. Para mí, es prioritario. Siempre traté de que la gente viniera con confianza y que los niños vinieran contentos también.

¿Cree que es necesario que la persona que esté al frente sea alguien de carácter fijo?

Sí, sin duda. Una persona fija conoce el sistema de funcionamiento y a los usuarios, que suelen preguntarte qué les recomiendas porque sabes sus gustos. Algunos ya entran y ni miran las estanterías, ya me preguntan: «¿Qué me das?» (risas).

¿Alguna anécdota en todos estos años?

La verdad es que no, aunque parezca raro.

¿Y qué hay de esa creencia popular de que en las bibliotecas se liga?

Uy, bueno... ¡yo es que no les dejaba! Pero de esas cosas no puedo contar (risas). Pero siempre hay parejitas, sí (más risas).

Después de tanto tiempo, esto será como su casa. ¿Qué es lo que más echará de menos?

Voy a echar de menos todo, pero la relación con la gente mucho más. Y los libros, indudablemente. Cuando vaya a la librería y los empiece a ver y no los pueda comprar... ¡a ver qué hago!.

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