Los sanitarios constatan un aumento de agresividad hacia ellos en el último año

Facultativos y enfermeras creen que el hartazgo por la pandemia y las demoras en Primaria contribuyen a agravarla ▶ La Policía Local detuvo a un lucense por amenazar al personal de Fingoi, destrozar mobiliario y atacar a un agente
Una madre y una hija caminan hacia el Hula. SEBAS SENANDE
photo_camera Una madre y una hija caminan hacia el Hula. SEBAS SENANDE

Insultos, quejas que ocupan el primer tercio y a veces más de cada consulta, golpes al material y, en algunas ocasiones, agresiones físicas son algunos de los comportamientos que se encuentran muchos sanitarios en su día a día, ordenados de más a menos frecuentes. La mayoría coinciden en que es un fenómeno creciente, especialmente evidente desde hace un año.

"Es algo que ha crecido de manera exponencial desde la pandemia. Nunca me gustó lo de que se nos calificara de héroes cuando comenzó, pero ahora se ha producido un giro claro", explica Juan José López Díaz, secretario del Colegio Médico de Lugo, actualmente médico de PAC y durante más de tres décadas médico de Urgencias, los dos servicios en los que la violencia contra los sanitarios es más frecuente.

Ese fue el caso del último altercado, en el que agentes de la Policía Local detuvieron a un lucense que amenazó a los trabajadores del PAC de Fingoi porque no le querían facilitar medicamentos prohibidos. El hombre destrozó también el mobiliario de las instalaciones y atacó a un agente.

El incidente se registró poco antes de las nueve de la mañana del martes, cuando una patrulla de la Unidad Territorial de Policía de Barrio se desplazó hasta el PAC de Fingoi tras recibir un aviso desde la Sala del 092, ya que al parecer había una persona muy agresiva que estaba protagonizando un altercado. El hombre se había presentado en las instalaciones del Sergas solicitando medicamentos prohibidos y los sanitarios se negaron a dárselos, por lo que se alteró y amenazó de muerte a los trabajadores. Además, se puso cada vez más violento y comenzó a romper el mobiliario del centro. El detenido, de 38 años, pretendía que los sanitarios le facilitaran un medicamente prohibido. Fue detenido por atentado, amenazas y daños.

Los Colegios de Médicos y Enfermería piden a sus colegiados que les informen de todas las agresiones, también las verbales

Una vez en el lugar, los policías identificaron al agresor, un lucense de 38 años, con varios antecedentes. Los agentes trataron de calmarlo, pero el hombre mantuvo su actitud y comenzó a amenazar "gravemente", dirigiéndoles frases como: "Os voy a cortar el cuello a vosotros y a los médicos" o "te voy a coger la pistola y voy a pegar cuatro tiros", entre otras. Además, de forma repentina, se abalanzó sobre uno de los policías y le propinó un golpe en un brazo, "intentando agredirlo en el resto del cuerpo".

Finalmente, los agentes tuvieron que reducir la hombre e inmovilizarlo para proceder a su arresto por los delitos de atentando a los agentes de la autoridad, amenazas graves y daños en el mobiliario. El agresor fue trasladado a dependencias policiales, donde le instruyeron diligencias para el juzgado de guardia.

El doctor López Díaz explica que el Colegio lucense lleva al menos tres años sin notificación alguna de sus colegiados de haber sido objeto de una agresión, pero anima a hacerlo, también con las verbales, porque cuenta con un protocolo específico y asesora judicialmente a los afectados. Explica que en otras provincias los datos sí reflejan claramente ese incremento.

Tampoco el Colegio de Enfermería cuenta con esa contabilidad pero igualmente esos profesionales también comparten esa percepción. "Nótase unha susceptibilidade, un nerviosismo, a xente salta con facilidade. Unha cousa que vemos é que os pacientes parecen botarnos a culpa a nós da situación que están vivindo. Gustaríame lembrarlles que nós somos os de sempre, os mesmos de antes, e que seguiremos coidando deles como fixemos ata o de agora", indica Isidoro Rodríguez, integrante de la junta de gobierno.

"Hai outras medidas para expresar o enfado que, ademáis, seguro que son más eficaces, como facer una reclamación por escrito"

Detrás las respuestas iracundas, los sanitarios sitúan el propio hartazgo por la pandemia y las medidas restrictivas que trae consigo — "todos estamos cansos de levar máscara, de non poder viaxar ou xuntarnos con normalidade ", recuerda Rodríguez— y, sobre todo, las esperas en Atención Primaria. "En una reciente reunión, un compañero de Primaria me enseñó su agenda del día con 103 pacientes, los suyos y los de otros dos compañeros. Así no se puede ver a los pacientes", explica el secretario del Colegio Médico.

En este punto de la pandemia se da una situación que nunca se había dado con anterioridad. "Hasta ahora, un paciente necesitaba ver a su médico de cabecera y quizás tenía que esperar pero lo veía ese día. Ahora no tiene por qué ser así", explica otro profesional que prefiere no dar su nombre. Ambos colegios profesionales condenan las agresiones y recuerdan que las esperas no justifican en ningún caso un comportamiento agresivo. "Hai outras medidas para expresar o enfado que, ademáis, seguro que son más eficaces, como facer una reclamación por escrito", dice Rodríguez.

Desde la gerencia del área se explica que cada agresión se analiza y se estudian las medidas a tomar. Después de que se registraran varios lanzamientos de piedras hacia el centro de salud, el Sergas decidió colocar cámaras de seguridad en la sala de espera y en el acceso al PAC de Fingoi.
 

"Tenemos que llamar a la Policía una vez por semana, de media"

Hay pocos días tranquilos en el PAC de Fingoi, pero los fines de semana son los más complicados. Toda la conflictividad que se ve en otros puntos de la ciudad —como las peleas en la Rúa Catedral— tiene reflejo en el servicio de urgencias extrahospitalarias. Allí se dan cita, a menudo, agresor y agredido y a veces las peleas continúan. Los profesionales que hacen noches los fines de semana no pueden evitar echar de menos el toque de queda.

Hay altercados entre usuarios y, según constatan los sanitarios, cada vez más hacia ellos. "Hay pacientes que ya son agresivos con el personal administrativo y después, cuando llegan a consulta, con nosotras", dice una de las médicas. Insultos, gritos y "más que agresiones físicas, golpes al material, patadas a las papeleras, a la pared...". Una de las puertas del centro luce claramente la marca del puñetazo de un paciente.

Cree que la principal razón para la irascibilidad son las esperas. Muchos pacientes van al PAC porque no han conseguido que su médico de cabecera les atienda ese día o en una cita próxima, porque tienen que esperar una semana por un hueco. "Y yo entiendo que estén molestos pero no que lo paguen con nosotros", explica.

"El otro día un paciente nos dio las gracias y nos llamó la atención por la falta de costumbre"

Apesadumbrada, admite que, en algunos casos, no ayuda que sea una plantilla cien por cien femenina: médicas, enfermeras, personal administrativo... todas son mujeres. A veces, tienen que pedir ayuda a alguno de los médicos hombres que hacen guardias en el centro para disuadir a un paciente agresivo que solo admite la autoridad masculina. El mes pasado alguien lanzó varios pedruscos a través de la ventana hacia el interior de la sala de espera. Este jueves un paciente alterado insistía en que se le hiciera una determinada receta.

Los primeros ataques cesaron. Los segundos son relativamente habituales en servicios de urgencias entre personas con adicciones, por ejemplo. Lo que le llama la atención es la creciente agresividad del usuario convencional del PAC, el hecho de que una gran mayoría se presente enfadado y muy susceptible. "El otro día un paciente nos dio las gracias y nos llamó la atención por la falta de costumbre", dice. Cuando se le pregunta con qué periodicidad deben llamar a la Policía para que intervenga, admite que "una vez por semana, de media; algunas semanas, ninguna y otras, tres".

El personal lleva tiempo pidiendo que el centro cuente con personal de seguridad, algo que tuvo en el pasado. Los profesionales creen que tendría un efecto disuasorio y contribuiría a que no se iniciara la agresión o a atajarla cuanto antes. Consideran clave la intervención rápida. El guardia de seguridad ya estaría allí y podría intervenir desde el primer momento.

Aumentar el personal sería la otra opción lógica porque permitiría reducir las esperas. "Hemos llegado a tener 46 personas en espera y lo peor es que no sabes por qué están allí, puede ser algo que puede esperar o algo muy urgente, pero si el paciente no lo dice al llegar tiene que aguardar su turno ", dice. "Algún día va a pasar algo", se teme. 

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