"Lo peor no es la enfermedad, sino la espera"

Las estadísticas apuntan a un elevado porcentaje de recuperación de las pacientes diagnosticadas de un cáncer de mama. "La mayoría sale adelante, pero sigue habiendo gente que no lo hace y gente que tiene metástasis", reflexiona Mónica Rivas Bermúdez para llamar la atención sobre las angustiosas esperas que a veces toca sufrir. Cree, de hecho, que "lo peor de toda esta situación es la espera, no la enfermedad".

Mónica y su marido Fran, flanqueados por sus hijos Brais (izquierda) y Álex. SEBAS SENANDE
photo_camera Mónica y su marido Fran, flanqueados por sus hijos Brais (izquierda) y Álex. SEBAS SENANDE

Mónica se anima a hacer público su caso para evitar que otras personas tengan que pasar por la misma angustia que tuvieron que sufrir ella y su entorno, "porque esta es una enfermedad que afecta a todos los que te rodean, porque la palabra cáncer sigue siendo una palabra muy fuerte", manifiesta, mientras explica que se demoró meses una operación de mama, "que el propio protocolo de Sanidad marca un mes con el diagnóstico en la mano y yo era prioridad 1. Incluso una vez en lista de espera y con las pruebas de anestesia realizadas el 27 de julio no me operaron hasta el pasado 29 de septiembre", narra la afectada. 

Personal 

"No me vale la disculpa de estar en verano, porque soy la primera que entiendo que los médicos tienen que disfrutar de sus vacaciones y sus días libres, pero donde falta una persona hay que meter otra, porque no es un bar que pueda cerrar por vacaciones. Tenemos un equipo médico en la Unidad de Mama del Hula buenísimo, de lo mejor y estoy encantada con todos los profesionales, pero son humanos y necesitan su descanso; lógicamente nadie quiere que le opere un cirujano que no ha dormido, pero la gente que hay ya no puede trabajar más y se necesita contratar a más personal. No pueden trabajar las 24 horas del día", asevera, aún molesta. 

Para Mónica es incomprensible "que te digan que es urgente y a la vez que tengan esperando una operación que no llega, comiéndote la cabeza, porque a ti ya te parece que está creciendo y tienes miedo de que se pueda extender, porque no sabes al ritmo que puede crecer, incluso los profesionales con todas las pruebas que realizan no saben realmente lo que se van a encontrar hasta que abren en la mesa de operaciones". 

"Si te hacen un cribado para detectar que puedas tener un cáncer tiene que haber personal suficiente para completar todo el proceso", cuenta la paciente, recordando que fue precisamente en el cribado para mujeres mayores de 50 años que tiene en marcha el Sergas cuando le detectaron los tumores. "En mi caso, ya hacía las mamografías desde hace tiempo, porque tuve unos bultos que resultaron ser unos quistes y seguí con las revisiones. Hice la última el 6 de junio de 2020 en la que se veían dos bultos en la mama derecha, pero me dijeron que eran benignos aunque no me hicieron más pruebas", recuerda. 

En mayo, con 50 recién cumplidos, se estrenó en el programa del cribado "y el primer susto fue cuando me mandaron ir al Hula a repetir la prueba. Ese mismo día me hicieron una ecografía y una biopsia y, más o menos cuentas con el resultado, aunque siempre te queda algo de esperanza, pero me dijeron que era cáncer", asevera serena, mientras recuerda que tuvo que repetir las mismas pruebas con idéntico resultado, por un segundo bulto

"Hay que vivir el hoy, porque el mañana es incierto", subraya Mónica Rivas

Reconstrucción 

Unos tres centímetros tenía cada bulto, de los que se operó hace veinte días. "En mi caso optaron por no darme quimio primero porque entendían que no iba a servir de nada y preferían que fuera fuerte a la operación", cuenta desde su casa, mientras se recupera de una intervención, en la que le extirparon la mama que le reconstruyeron en el mismo quirófano. 

"Me encuentro bien, dentro de lo que cabe; nunca tuve dolor, pero sí algunas molestias, que entiendo lógicas, pero en mi caso es el pecho derecho y soy diestra y te tira al mover el brazo y hacer cosas como peinarte que parecían fáciles dejan de serlo, pero estoy contenta, porque solo quería que me sacaran el bicho", afirma. 

A finales de mes recibirá unos resultados de los que dependerá el tratamiento a seguir para curarse de una enfermedad que, lamenta, "no duele y no da síntomas antes. Yo estaba bien, trabajando y activa al cien por ciento y de repente en un segundo te cambian los planes. Hay que disfrutar el hoy porque el mañana es incierto", asegura Mónica Rivas, consciente de que "demasiadas veces nos comemos la cabeza con estupideces, de lo que te das cuenta cuando llega algo importante". 

Una reflexión que le lleva también a no comerse la cabeza, pensando en si la mamografía de junio presentaba ya indicios de que algo no iba bien. "Los dieron por benignos, y así parecen, pero están en la misma mama en la que aparecieron los malignos y ya no sabes si se han podido transformar o no los vieron porque no hicieron más pruebas, ya que coincidió también con el covid, o bien que no era nada y el cáncer apareció después". 

Mónica respira positividad y energía y contagia de ánimo a los suyos. "Yo me considero una persona fuerte, aunque hay momentos de bajón", aunque no se permite tenerlos "porque piensas en la gente que está a tu lado y sacas fuerza de donde sea", asevera una madre de familia, que comparte su vida con su marido, Fran Sixto, y sus hijos, Brais y Álex, de 27 y 15 años, respectivamente. 

Unas edades que han ayudado a hablar y afrontar unidos los diferentes momentos del proceso. "Es una enfermedad de toda la familia, son golpes que te da la vida y no esperas", cuenta su marido, consciente de que ha habido un cambio en la familia, en la que se ha apostado por luchar unidos, "y ese apoyo vale mucho", reitera Fran, orgulloso de la fuerza de su mujer para afrontar la enfermedad. "A veces tiene ella más ánimo que nosotros y ha habido muchos momentos de bajón, en los que hasta me marchaba de casa para que no me viera llorar", cuenta emocionado. 

"A veces tiene ella mucho más ánimo que nosotros", dice Fran Sixto, marido de Mónica

También los chicos han aparcado los recelos propios de la edad y se muestran muy cariñosos con su madre, "sobre todo el pequeño que era poco de dar besos y ahora son continuos y siempre está preguntando como está", dice Fran. 

Arropados 

Tanto Mónica como Fran destacan la importancia de sentirse arropados, por familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos... "En ese sentido soy una privilegiada, porque todo el mundo está al cien por ciento conmigo. La gente está pendiente y las llamadas son continuas, incluso de gente que no te esperas", relata Mónica, quien anima a "salir, distraerte y hablar con la gente". 

"Encerrarte en casa es lo peor y hay que ir haciendo según se pueda, pues lo que no consigues hoy igual sí mañana", asevera la paciente, mientras su marido alaba el comportamiento de las amigas de Mónica, "que la han llamado muchas tardes para salir a tomar un café y que no pudiera pensar en nada malo".

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